Una vez más una carta puede generar inquietud en quienes la reciben. Esta vez quien la firma es nada menos que Tim Cook, el CEO de Apple, quien eligió el inicio del año 2019 para comunicarle a sus inversores una mala noticia: la compañía redujo sus expectativas de ventas para el primer trimestre del año.
A través de un comunicado la firma de la manzanita informó oficialmente que en lugar de los u$s93.000 millones de ingresos que se habían estimado para el período, ahora la meta más probable estará en torno de los u$s84.000 millones, es decir aproximadamente un 10% menos.
Sin duda que el comunicado, que fue conocido al cierre del mercado de ayer, ocasionará un severo castigo en bolsa durante las próximas sesiones. De hecho,el anunció causó una baja del 9% en el valor de la empresa una vez terminada la jornada de cotización, entre el grupo de inversores que accede al "after-market", es decir aquellas operaciones que suceden tras el cierre de la bolsa.
Ya con los mercados europeos abiertos, el anuncio también ha tenido las primeras consecuencias en los mercados europeos, ya que en Fráncfort la acción está sufriendo un desplome del 8%, al cotizar a 128 euros.
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Si se tiene en cuenta que Apple es uno de las mayores compañías por capitalización de mercado, la caída tras la alerta a los inversores tendrá un efecto arrastre en el conjunto del Nasdaq y del índice Dow Jones. También podría impactar en otros valores tecnológicos como los fabricantes de procesadores y que suministran componentes electrónicos.
No hace mucho, a comienzos del pasado noviembre, Cook aseguró a los inversores que los ingresos de la compañía durante el primer trimestre fiscal de 2019, que finalizó el pasado 29 de diciembre, serían de entre 89.000 y 93.000 millones de dólares. Se trata del primer 'profit warning' de Apple desde el 2002 y el primero en la era iPhone.
La baja de las estimaciones puede atribuirse a una serie de factores. Entre ellos, el lanzamiento de los nuevos iPhone en un trimestre diferente al iPhone X el año pasado, la fortaleza del dólar, los problemas en la cadena de suministro o la gran cantidad de nuevos productos a estrenar. Sin embargo, hay una razón fundamental de este batacazo por encima de todas: la gente ya no está comprando iPhones como antes.
¿Por qué el iPhone ha dejado de ser un objeto de deseo? Además de la situación macroeconómica adversa en algunos países, Cook ofrece otras explicaciones. "Los consumidores se están adaptando a un mundo con muchos menos subsidios de móviles por parte de las operadoras y algunos clientes están aprovechando las reducciones de precios en los reemplazos de baterías", explica.
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No hace referencia, sin embargo, a la brutal competencia en precio que marcas como Xiaomi, OnePlus, Huawei y Oppo están haciendo tanto en China como en Europa y EE.UU., lanzando móviles con altas prestaciones en muchos casos por menos de la mitad de lo que cuesta el nuevo iPhone más barato.
Más allá de estas cuestiones, según la propia compañía el principal motivo que lleva a recalcular sus ingresos pasa por la caída de las ventas en China. En forma paralela explicó que la reducción de expectativas también se relaciona con los "menores cambios de iPhones por modelos nuevos" que los que se habían estimado.
El sorpresivo anuncio sumó preocupación adicional sobre la capacidad de las grandes empresas tecnológicas para navegar un mercado de grandes incertidumbres debido a la guerra comercial entre los Estados Unidos y China y a la saturación del mercado global de los smartphones. Los inversores ya se habían preocupado meses atrás, cuando Apple dijo que dejaría de informar cuántos iPhones vendía.
Ante las adversidades, en lugar de caer en pánico, Apple acostumbra a relucir su carácter de 'empresa sin prisa'. Todo volverá a su cauce, solo es cuestión de mantener la calma.
Esta actitud puede interpretarse como una virtud o como un defecto, pero en ambos casos tan singular filosofía ha marcado la existencia de la compañía desde el principio de sus tiempos. Por lo pronto, sus 42 años en el mercado le convierten junto con HP en uno de los fabricantes tecnológicos más longevos de cuantos han sobrevivido entre los grandes del sector.
Y quizá conviene detenerse en la mesura de la firma de la manzana para entender que mientras otros rivales caen o desaparecen, ella colecciona décadas de éxitos y récords, siempre encaramada en lo alto de los rankings de mayores compañías del mundo, codeándose con el selecto grupo de líderes en reconocimiento y prestigio de marca. Vista su trayectoria, parece asumido que ninguno de sus logros se ha conseguido por veleidades del azar.
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Una acción que viene perdiendo valor
Todo lo dicho viene ahora a cuento ante aquellos que muestran preocupación por el recorrido de una acción que ha perdido u$s400.000 millones desde el pasado otoño del hemisferio norte. Ante esta circunstancia, los analistas no deberían esperar nervios ni cambios bruscos de timón desde Cupertino. No es el estilo de Apple. Saben que las pirotecnias acaban en humo y que solo los productos bien concebidos, diseñados y fabricados tienen margen de crecimiento para incorporar futuros servicios o prestaciones.
Con presión o sin ella, se puede vivir, trabajar, crecer, ganar, perder o morir. La lista de verbos se ampliaría al gusto de cada cual. Pero entre hacer cualquier cosa pendiente el reloj o contemplando el horizonte, posiblemente la mayoría de las personas preferiría lo segundo. Sin embargo, en el ámbito empresarial, esta aparente templanza arroja una lectura negativa: falta de ambición, relajación competitiva y riesgo de verse sobrepasado por otros jugadores más veloces. Eso tampoco preocupa a Apple.
La ausencia de presión, hace mejorar los productos
Curiosamente, los que pregonan que las prisas son malas consejeras también se aferran a ella para justificar cada paso empresarial que emprenden. De esa forma, los departamentos de I D de la industria tecnológica acostumbran a pisar el acelerador y activar una fuerza centrífuga que comparte el resto de los departamentos. No hay tregua ni momento de respiro.
Como sucede con el tiburón, que se hundiría si se detuviera, la agenda de lanzamientos muchas veces se convierte en espada de Damocles para las marcas. Si el producto resulta exitoso, no habrá tiempo para alborozos. Y si la criatura no cumple las expectativas, basta con esperar unas semanas a que la siguiente novedad oculte las carencias anteriores.
Visto con perspectiva, esa ausencia de presión temporal de Apple para madurar los productos y servicios forma parte de los rasgos de identidad de la multinacional de la manzana. La compañía necesitó su tiempo para marcar el camino al resto con sus tres grandes aportaciones de la década: el iPhone, el iPad y el Apple Watch.
Mientras que el concepto de smartphone y tableta se han consolidado como herramientas de casi primera necesidad para media humanidad, el reloj inteligente aún no ha despegado de forma comparable con la trayectoria de los anteriores gadgets. Pero conviene dar tiempo al tiempo. Así Apple no ofrece síntomas de inquietud. De puertas para adentro, probablemente apuesta a que el reloj llegará a consolidarse como puerta de acceso para decenas de aplicaciones relacionadas con la monitorización y prevención de la salud. El futuro del usuario conectado pasa precisamente por ese tipo de aplicaciones.
El repaso histórico de Apple ofrece decenas de ejemplos de perseverancia ante un mercado casi siempre en combustión. El hecho de que las renovaciones de diseño del iPhone se produzcan cada dos años dice mucho en favor de la maduración de los dispositivos Made in California.
También hay motivos para esperar nuevos Apple Watch, iPad mini, el iPad rebajado o el iOS 13, sin olvidarse de las aportaciones de las próximas generaciones de HomePod y AirPods. Además, para el próximo septiembre se espera una nueva propuesta de smartphone de la manzana de la que se hablará mucho durante este año, pero mejor sin prisas.