Si bien ha expresado en múltiples ocasiones su admiración hacia Nikola Tesla e, incluso, bautizó a una de sus empresas con el apellido del célebre inventor croata, Elon Musk tiene mucho más en común con Thomas Edison: agresivo en los negocios, continuamente inquieto y descaradamente megalómano, el magnate sudafricano se convirtió en el innovador más popular del planeta.
Emprendedor compulsivo, Musk puso "patas para arriba" a la industria automotriz con sus vehículos eléctricos y convirtió a su Tesla en el fabricante más valioso del mundo. Lo mismo hizo con Space X, que lidera la nueva era espacial y se transformó en un socio vital para las aspiraciones interplanetarias de la NASA.
Su más reciente revolución, anunciada a finales de agosto, fue la demostración hecha con Neuralink, su firma de biotecnología que promete revolucionar la neurociencias en las próximas décadas.
En rigor, el objetivo de la firma es implantar chips en humanos y ayudar a la prevención y cura de enfermedades como el Alzhéimer y permitir que personas con afecciones neurológicas mejoren su calidad de vida.
De allí en más, las ambiciones de Musk son más grandes: su visión es la de un mundo en la que cada individuo posea uno de estos chips e, incluso, que estos les permitan expandir sus "capacidades humanas". Eso, desde ya, ya forma parte del terreno de la ciencia ficción.
En su última presentación, Neuralink mostró los resultados de experiencias realizadas con cerdos. La firma implantó en ellos chips de 8 milímetros de diámetro, bautizados como Link VO. 9, con electrodos del grosor de un cabello, capaces de monitorear la actividad de las neuronas.
Según su CEO, en el futuro estos chips no solo serán todavía más pequeños, sino que serán colocados en cerebros humanos con un robot cirujano que los ubicará en áreas vinculadas a las funciones sensoriales y motoras. La operación, rápida y completamente automatizada, solo requeriría anestesia local.
¿Exagera Elon Musk o los "humanoides" están más cerca de lo que muchos piensan?
Entre la expectativa y la realidad
Neuralink no es un proyecto nacido de la noche a la mañana (la empresa fue fundada en 2016) ni tampoco es la única que trabaja en el desarrollo de interfaces cerebro-computadora, implantables, también conocidos como Brain-Computer Interfaces (BCI). BrainCO, Kernel, Paradromic y NeuroSky son solo algunas de las que ya recaudaron millones de fondos de riesgo y que también trabajan dentro de este segmento.
El Dr. Maximo Zimmerman, director médico del área de Neurorehabilitación del Centro Cites INECO, señala a iProUP que "por ahora es apresurado hablar de ciertas cosas", citadas en la conferencia.
El especialista, formado en el prestigioso Hospital Universitario de Hamburgo (donde cursó posdoctorados en neuroplasticidad y neurociencias), aclara que todavía no se probó la tecnología de Neuralink en humanos y, más allá de las promesas, los implantes realizados a cerdos estaban lejos de ser no invasivos, ya que se hicieron neurocirugías.
Musk había asegurado que las pruebas en personas comenzarían este año. Luego, tal vez apelando a un mayor realismo, se retractó. Por ahora, los cerdos seguirán ocupando ese lugar.
Sin embargo, Zimmerman es optimista respecto de lo que puede venir en el futuro. "Se trata de algo realmente muy promisorio: 'interfacear' el cerebro, decodificarlo e interactuar con la tecnología", destaca el neurólogo, quien trabaja en INECO con Técnicas no invasivas de Estimulación Cerebral para tratar patologías como el Parkinson, los accidentes cerebrovasculares o demencias.
Asimismo, señala que, dentro de la comunidad científica, los congresos están dando cada vez más lugar a los estudios de interfaces computadora-cerebro, al punto que ya se la considera un área de investigación en sí misma.
Hoy estos avances se usan exclusivamente en rehabilitación, un campo que el mismo Elon Musk subraya como prioridad para Neuralink. Apuntar a objetivos más audaces (como transmitir recuerdos a dispositivos o leer la consciencia), por ahora está fuera del "roadmap".
Según Zimmerman, lo que se abrió es un "nuevo paradigma": "Hasta ahora, todo lo concebido en medicina pasa por lo quirúrgico o la farmacología. De ahora en más, vamos a hablar cada vez más de la intervención de la tecnología para la solución de diversos problemas".
Los desafíos técnicos
Los proyectos de Neuralink se basan en técnicas invasivas, ya que se implantan electrodos para "leer el cerebro". Esta rama presenta desafíos inherentes a sus características y se diferencia de la rama no invasiva, que no necesita de craneotomías.
El Dr. Rodigo Ramele, ingeniero informático y docente del ITBA con postgrados en Investigación en Robótica y Biotecnología, advierte a iProUP sobre dos problemas que presenta el concepto presentado por Neuralink y que, por ahora, no tienen una solución en el horizonte.
Una de ellas es la ya citada craneotomía: la promesa de Musk de un cirujano robot implantando chips con una simple anestesia local está lejos de convertirse en realidad.
Llegar a esta solución es clave para el proyecto ya que, según explica Ramele, "si podés captar la información que sale del cerebro de forma invasiva, la tasa de transferencia será mucho más alta, porque accedés directo a donde las neuronas están 'disparando'".
El especialista señala otro reto que Musk no comentó en su presentación: la biocompatibilidad. "El gran inconveniente con cualquier cosa que implantes es que el cuerpo lo va a querer sacar. En ese caso, lo primero que perdés es la conectividad, porque se forma una vaina de inflamación y corta la conexión. Este es un problema abierto, que nadie solucionó y Musk tampoco dijo cómo lo va a hacer", explica el ingeniero del ITBA.
Si, cómo pregona Neuralink, a lo que se apunta es a un dispositivo estandarizado que pueda utilizar todo el mundo, hoy no hay tecnología lo suficientemente madura como para lograrlo.
Sin embargo, y a pesar de los problemas aún subyacentes, Ramele destaca que las demostraciones realizadas con cerdos, donde "trackearon" exitosamente su actividad cerebral con chips, "es realmente complejo, como el hecho de poder transmitir en 1.024 canales".
Al respecto, añade: "Hay un gran desarrollo detrás, más allá del marketing, de las personas que trabajan con él. Ya demostró que arma equipos de primera y recién está avanzando".
Por último, la tecnología será crucial para avanzar en la decodificación de las señales que envía el cerebro. "Hay demasiada información, es difícil saber qué es qué; si pudieras tener un algoritmo o sistema de decodificación de señales avanzado, generarías una verdadera revolución. Es una de las cosas que más se buscan", sostiene Ramele.
Si se logran superar estos escollos, las posibilidades son infinitas. Mientras tanto, el especialista sostiene que lo que sí puede pasar es que con los trabajos que se lleven a cabo en el área se puedan generar otros desarrollos, cómo dispositivos para solucionar problemas más específicos.
Una industria que crece
El "boom" de la biotecnología no es casual. A los grandes avances tecnológicos experimentados en la última década, se suma el interés de las grandes potencias por el desarrollo de esta rama.
En Estados Unidos, por ejemplo, el ex presidente Barack Obama puso a las neurociencias como Interés Público y se destinaron cientos de millones para su investigación, en el marco de la llamada "Iniciativa BRAIN".
Lo mismo ocurre con el "Blue Brain Project", impulsado por Suiza, pero que tiene ramificaciones en todo el globo y cuyo fin es el desarrollo de tecnología aplicada al cerebro.
En Argentina, el sector biotech tiene larga trayectoria. En los últimos años, la pata tecnológica ha ganado relevancia y se presenta como una de las de mayor expansión para los próximos años.
En ese sentido, ¿es posible un "Neuralink argentino"? La Dra. Graciela Ciccia, Directora de Innovación y Desarrollo Tecnológico del Grupo INSUD y cofundadora de la Cámara Argentina de Biotecnología (CAB), señala a iProUP que, respecto de la región, el país está bien posicionado.
"Lo más importante en biotech es contar con recursos humanos calificados y un sector productivo. Hoy tenés un abanico de empresas que atraviesa la salud humana: veterinaria, reactivos, clonación, biocombustibles, alimentos e, incluso, genética", señala la ejecutiva, quien además se desempeña como presidente del Departamento de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Unión Industrial Argentina (UIA).
De esta manera, a las industrias ya constituidas se están sumando startups relacionadas con el capital emprendedor, más atadas a las últimas innovaciones en materia tecnológica.
Desde la Cámara Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla (ARCAP) señalan que el segmento biotech argentino capta cada vez más interés de inversores, con 22% de las transacciones registradas en el último año.
Ciccia destaca que desde hace al menos cinco años viene creciendo a ritmo sostenido, de la mano de aceleradoras de base científico-tecnológica, pero aclara que también se necesitan de incentivos del sector público.
Si bien ya existe la Ley de Biotecnología, promulgada en 2018, "se necesitan marcos regulatorios propicios para invertir, además de avanzar con la Ley de Conocimiento", señala la especialista.
Así, es clave generar estabilidad en políticas públicas no solo para hacer crecer la industria, sino también para evitar una fuga de cerebros que afecte de manera directa a su desarrollo.
"Las nuevas empresas que reciben capital son otro tipo de entidad, el futuro que Argentina necesita: intensivas en conocimiento, pero que se piensan globales y que para crecer necesitan de inversiones", enumera Ciccia y resalta que, además, apuntan a nichos de negocios cada vez más sofisticados.
Mientras tanto, la vinculación público-privada seguirá siendo clave para que una de las industrias del futuro pueda encarar sus propios capítulos en suelo argentino. Hoy el país tiene recursos humanos suficientes como para fantasear con su propio Neuralink, pero se necesitan marcos de estabilidad y políticas claras para pensar en el largo plazo.
¿Caminarán los humanos del futuro con chips "Made in Argentina"?: la disponibilidad de profesionales nacionales invitan a soñar, aunque para ello se necesita un contexto más favorable.