Los influencers virtuales son solo una pequeña muestra de lo que se puede hacer y desarrollar en el campo de la comunicación y la publicidad, ya que estas figuras sociales y digitales nacen para cubrir esa cuota de mercado.
El cambio de paradigma de la comunicación que ocurre actualmente transformó, no solo la forma de en qué se accede a la información, sino algo mucho más profundo; la manera de comunicar, de ver y comprender al mundo.
Influencers virtuales
Los influencers virtuales, también conocidos como CGI (Computer Generated Imagery), son personajes diseñados principalmente por estudios de diseño gráfico, y realizados con tecnologías 3D basadas en la realidad virtual y la inteligencia artificial, con mayor o menor realismo, según cada caso.
La mayoría tienen apariencia humanoide, pero también hay casos en los que son personajes animados y claramente identificables como no humanos.
Actualmente hay más de una decena de estos avatares compartiendo contenidos en las redes, colaborando con múltiples marcas y acumulando seguidores. De hecho, algunos de ellos ya cuentan con millones de followers.
Si bien, suelen ser independientes de las marcas, también nos encontramos con el caso contrario: avatares digitales creados específicamente para protagonizar campañas de comunicación e interactuar con los consumidores más jóvenes.
Por ejemplo, Maya es una influencer virtual creada por PUMA con ocasión del lanzamiento de su sneaker: Puma Future Rider. En este caso, además, la personalidad de Maya se irá desarrollando a partir de los contenidos que intercambien con los usuarios, mediante inteligencia artificial.
Por tanto, es un sector incipiente y al que, cada año, se van incorporando nuevos interlocutores de este tipo, publicó el sitio Muy Interesante.
Maya es una influencer virtual creada por PUMA con ocasión del lanzamiento de su sneaker: Puma Future Rider.
Pero como todo en el negocio de la comunicación; el que llega primero triunfa o, por lo menos, destaca mucho más que sus competidores.
¿Cuáles se destacan?
Miquela Sousa, más conocida en Instagram como @lilmiquela, fue la pionera en incorporarse a la red de las fotografías presentándose como una robot californiana de 19 años.
Hoy suma más de 2,6 millones de seguidores, comparte sus canciones en Spotify y Apple Music, y también está presente en Twitter.
Ha colaborado con firmas de moda como Calvin Klein, es imagen de la campaña #TeamGalaxy para SamsungMobile -junto a Steve Aoki, Millie Bobby Brown y Ninja-, se ha retratado con personalidades como Rosalía, JBalvin o Bella Hadid y ha protagonizado
Portadas y reportajes para ES Magazine, Notion Magazine, L’Officiel Singapur o Elle México. Pero esto no se queda aquí, Miquela es obra del estudio transmedia Brud, autor de otros personajes digitales como son @bermudaisbae o @blawko22.
Alejada del realismo de Miquela se encuentra @noonoouri, una CGI con un diseño basado en el anime japonés con toques kawaii, que se integra perfectamente en entornos reales gracias a la tecnología de RV.
Creada en 2017, se define a sí misma como activista, vegana y contraria al uso de pieles animales. Según palabras de su propio creador, es una joven parisina a la que le interesa la moda, el lujo, la belleza, el arte y viajar; es muy sociable y sus rasgos principales se resumen en lo que él llama la triple C; cute, curious, couture, en castellano sería linda, curiosa y a medida.
Es obra de Joerg Zuberg, un diseñador gráfico alemán que, ante la negativa de varios inversores para financiar su avatar, finalmente decidió lanzarla él mismo a través de su agencia Opium Effect.
En consonancia con su personalidad, esta creación virtual está más ligada al lujo. Así, entre sus publicaciones podemos encontrar imágenes en las que viste y promociona prendas y accesorios de Jean Paul Gaultier, Emilio Pucci, Giambattista Valli, Givenchy, Burberry, Off-white, Versace, Louis Vuitton, Gucci, Miu Miu, YSL, Marc Jacobs, Missoni, Valentino, Zuhair Murad, Boss, Lacoste.
Y a esto se suma su relación con influencers reales como Olivia Palermo, Camila Coutinho, Gigi Hadid, Zendaya, Carine Roitfeld o Penélope Cruz.
Miquela y Noonoouri son solo un par de ejemplos de los influencers virtuales que se encontran en las redes, pero a ellas se suman @shudu.gram, una mujer afroamericana, que se autoproclama la primera supermodelo digital del mundo y que ha formado parte de la Balmain Virtual Army.
También está @imma.gram, una chica virtual japonesa, interesada en el arte y la cultura de su país, que destaca por su llamativo cabello rosa.
Además está @plusticboy, "un humano virtual en una falsa tierra de plástico", tal y como escribió en su biografía de Instagram, @ria_ria_tokyo o los previamente mencionados @bermudaisbae y @blawko22.
Cada uno de ellos no solo tiene una imagen propia que abanderan hasta el final, sino que además desarrollan su propia historia, sabiendo que en las redes sociales el storytelling es fundamental.
Tienen conciencia social. Les gustan la música, los videojuegos y, por supuesto, las marcas. Y a las marcas también les gustan ellos, por su excelente diseño, pero también porque reducen muchos inconvenientes asociados al factor humano.
Ya que de esa forma no tienen que lidiar con la gestión de vidas personales, metidas de pata, asociaciones inapropiadas y otros escándalos.
Con estos influencers virtuales, todas esas contras desaparecen y se reducen al mínimos los errores que pueden afectar negativamente a la imagen y reputación de dichas firmas comerciales.
En un principio, algunos podían pensar que se trataría de una moda pasajera, pero no solo no han desaparecido si no que, cada vez, son más los perfiles de este tipo que están en instagram.
Estos chicos y chicas virtuales hacen las mismas cosas toda una generación entera de usuarios que nacieron inmersos en las nuevas tecnologías.
Además, el diseño de CGI será una de las profesiones más demandadas en el futuro cercano. Esto significa que los influencers virtuales llegaron para quedarse.
En un mundo en el que la realidad se 'virtualiza' y las interacciones online aumentan, las CGI son máquinas bien engrasadas para soportar la velocidad y la avidez de los usuarios que exigen a las marcas una constante actualización y adaptación al medio.