La detención en Canadá de Meng Wanzhou, hija del fundador de Huawei y directora financiera de la compañía, provocó un nuevo foco de conflicto entre Estados Unidos y China.
Si bien no se revelaron los cargos en su contra, se conoció que el arresto se efectúo a instancias de Washington, debido a que la Casa Blanca cree que la empresa violó las sanciones a Irán.
Por su parte, Pekíb exigió la liberación inmediata de la ejecutiva y calificó la detención como una "violación a los derechos humanos".
Huawei, que con el 15% del mercado global es el segundo mayor productor de celulares del mundo, ha sido objeto de prohibiciones en varios países occidentales porque temen que Pekín obligue a la compañía a revelar secretos industriales y otra información confidencial que podría poner en riesgo la seguridad nacional.
Países como Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia han bloqueado al gigante por razones de seguridad. Mientras que otros como Canadá, Alemania, Japón y Corea del Sur han puesto a la firma bajo evaluación.
Huawei, por su parte, defiende su independencia, negó las acusaciones e insistió en que es una empresa privada.
Pero Estados Unidos argumenta que Huawei representa un riesgo para la seguridad nacional por los vínculos de su fundador Ren Zhengfei con la armada china, ya que fue un exoficial del Ejército Popular de Liberación.
Además, la Casa Blanca está preocupada por el rápido crecimiento en el mercado de infraestructura de red celular: es el mayor proveedor de equipos de telecomunicaciones del mundo.
Así como China ocupa un lugar cada vez más preponderante en el escenario mundial, lo mismo le ocurre al gigante tecnológico.
Teóricamente, tener el control de la tecnología que está en el centro de las más importantes redes de comunicación le permitiría espiar o de interferir comunicaciones en cualquier eventual conflicto, especialmente en un contexto en que cada vez más productos funcionan a través de internet.
A Estados Unidos le preocupa especialmente una norma aprobada en 2017 por la Agencia Nacional China de Inteligencia que establece que las empresas deben "apoyar, cooperar y colaborar con el trabajo de inteligencia nacional".
Después de la aprobación de esa normativa, EE.UU., Australia y Nueva Zelanda prohibieron a sus firmas locales que utilizaran Huawei para proveer la tecnología que permite el uso de las redes 5G.
Son tres miembros del grupo que comparte información de inteligencia llamado "Los 5 ojos". El cuarto país del grupo es Canadá, que actualmente está revisando su relación con la empresa.
Y Reino Unido hasta ahora no ha tomado ninguna determinación contra la empresa, aunque le ha solicitado que arregle problemas que representan "nuevos riesgos" para la red.
En tanto que Huawei se presenta como una firma privada cuyos dueños son sus empleados y que no tiene vínculos con el gobierno chino, más allá de sus obligaciones impositivas.
La compañía también asegura que entre sus prioridades está la seguridad de sus productos y que parte de la hostilidad de la que ha sido víctima se debe a que la empresa es vista como una amenaza desde un punto de vista comercial.
En el pasado, el propio gobierno chino ha declarado que el bloqueo de los productos de Huawei se debe a "prácticas proteccionistas y discriminatorias".
El nuevo episodio de hostilidad contra la firma se produce en medio de la guerra comercial entre Washington y Pekín, con el presidente Donald Trump acusando a China de prácticas comerciales injustas y de facilitar el robo de propiedad intelectual a las empresas estadounidenses.
Por otro lado, en la medida que varios países planean introducir simultáneamente las redes de comunicación 5G, el escenario se ha vuelto más competitivo para las empresas que intentan adjudicarse contratos.
"Hay una guerra de normas" tras bambalinas, dice Emily Taylor, del centro de estudios británico Chatham House.
"Creo que la ventaja comercial de definir normas que favorecen a tus proveedores tecnológicos locales, también es algo que está en juego", completa la ejecutiva a BBC Mundo.