En estos últimos años, varios sectores se vieron avasallados ante la irrupción de compañías de origen 100% digital. Esto acrecentó la competencia e hizo que los players más tradicionales tomaran consciencia de que debían, cuanto antes, emprender una reconversión.  

La digitalización y la consiguiente transformación se aceleraron en el último tiempo, y las compañías se fueron dando cuenta que este tipo de procesos lejos están de ser sólo tecnológicos: más bien deben estar acompañados de un cambio en la cultura de toda la organización, lo que implica una nueva visión para hacer las cosas.

"Casi siempre el primer clic mental viene por una necesidad tecnológica. Pero luego las compañías entienden que las modificaciones son más profundas. No pueden digitalizarse si tienen mentalidad del siglo XX, es contraproducente", dice a iProUP Ismael Briasco, director y fundador de Big Smart Labs, que acompaña a las empresas a recorrer este sendero.

Para empezar a hablar de tecnología, hay que apuntar en una primera instancia al componente central de las empresas: las personas.

Primero, la cultura

Según la firma Globant, el 87% de las empresas ya está transitando el camino de la transformación en sus dinámicas de trabajo. Esta problemática es más compleja y excede las barreras tecnológicas. "Cuando cambiás el mindset y se desafía el status quo de la organización, se desbloquea un valor ilimitado", asegura su CEO, Martín Migoya.

Por su parte, Jorge Lucero, cofundador y director financiero de Redbee, señala que el cambio cultural implica, de por sí, un gran desafío en las compañías tradicionales. 

"Las personas empiezan a ver que hay nuevos roles, estructuras y dinámicas de poder. A muchas les cuesta asimilarlo, pero intentamos que todas entiendan que existen diferentes formas de resolver los problemas, con nuevos focos de negocios y apoyados en otras metodologías", afirma a iProUP el ejecutivo.

En este sentido, las que se acercan a una consultora para iniciar su transformación digital, deben estar dispuestas a realizar una primera introspección. Prisma, Cencosud y Turner son algunas con las que Redbee emprendió en este camino, en el que lo importante es entender la necesidad de revisar el modo de trabajar para no quedar relegado.

"Muchos no comprenden que el problema central no es el tecnológico. Por eso, evangelizamos y lo primero que hacemos es una evaluación sobre el estado de la compañía, para saber dónde está cada persona parada", explica Briasco y agrega que "hay que equivocarse, aceptar el error y aprender".

Tras el primer diagnóstico, se empieza con quienes trabajan en la empresa. El problema suele residir en las estructuras híperverticalistas. "El líder de la vieja escuela quizás no tiene noción de lo que sucede abajo. Hoy eso no se perdona, el CEO debe ser el principal responsable de generar esa cultura, que debe transmitirse de modo natural", remarca.

En esta sintonía se encuentra Santiago Lorenzo, Tech & Digital Innovation del fondo de capital de riesgo venturebees, asegura: "Quien empieza con la transformación debe trabajar en la penetración cultural".

"Se tiene que cambiar la forma en la que se piensa, se vive y toman decisiones. Hay muchas empresas que se embarcan porque es una necesidad, otras por ser una moda, pero todas tienen que saber que deberán trabajar sobre las habilidades blandas", completa.

Operaciones híbridas

Si bien la cuestión cultural siembra el perfil digital en las compañías, en 2019 terminaron de instalarse tendencias tecnológicas que marcarán el rumbo de los negocios.

En este marco, el plan para afrontar los desafíos se estructura sobre la base del concepto de "operaciones híbridas": la colaboración natural y fluida entre capacidades humanas y tecnológicas, combinando eficiencias y generación de valor en el negocio.

"Las operaciones híbridas son nuestro enfoque de expertise. Debemos entender los retos sobre la transformación tecnológica para poder implementar procesos que potencien las oportunidades de las empresas", expresó Roberto Fernández López, director de Digital Strategy de everis.

En este sentido, se destacan cuatro ejes que las compañías deben considerar:

Visión estratégica: 90% de los líderes de negocios establece la eficiencia como el principal objetivo asociado a los esfuerzos de automatización

Alineación organizativa y del talento: 43% de los ejecutivos afirma que cuenta con disponibilidad de capacidades técnicas para desarrollar, implementar e integrar sistemas innovadores en sus organizaciones

Desarrollo de capacidades: pese a que es la única variable tangible y de mayor relevancia en las empresas, es el asunto en que la mayoría de los ejecutivos se siente menos cómodos respecto a la situación actual de sus negocios

Experiencia en el despliegue: los líderes todavía tienen la cuota pendiente sobre propias capacidades y su preparación para abordar iniciativas

En este sentido, se resaltan dos conclusiones: la primera es que los retos de negocio, más que los tecnológicos, son los de mayor complejidad. Segundo, que la automatización es vista como solo uno de los tantos elementos para articular una arquitectura de sistemas tecnológicos en la operatoria.

El futuro son los datos

Desde Frost&Sullivan revelan que solo 23% de las compañías argentinas que utilizan IoT (Internet de la cosas) reconocen el gran impacto en el negocio. Sin embargo, la tendencia se irá revirtiendo: hacia 2021, el 60% de las compañías le asignará su presupuesto a esa área.

Las industrias que solían no tener nada que ver entre sí, ahora se están integrando debido a las necesidades y deseos de los consumidores y empleados. La tecnología y los datos son habilitadores claves para lograr estas integraciones, y las empresas destacan que pensar fuera de la caja permite aprender para reaccionar más rápido ante las necesidades.

Agustín Huerta, especialista en inteligencia artificial y automatización de procesos de Globant, asegura que, históricamente, los datos eran almacenados en sistemas caros, por lo que se convertían en un gasto operativo necesario. Pero la digitalización le abrió la puerta a posibilidades innovadoras con potencial real para los negocios. Este "valor invisible" debe apalacarse en tres preguntas básicas:

- ¿Cuál es el origen de los datos?

- ¿Cómo podrían ayudar a mejorar la eficiencia de las operaciones?

- ¿Qué tipo de impacto podrían llevar al negocio?

"Una vez que se tiene en claro el origen de los datos, también es importante saber qué operaciones están involucradas. Ahí se pueden delinear planes para mejorar los procesos", suma el vocero de Globant.

Estas mejoras se pueden materializar en reducciones de costos, mayor satisfacción del cliente, mayor fidelidad o nuevos flujos de ingresos generados. "Estas son solo algunas de las muchas maneras estos datos pueden racionalizar e impulsar la eficiencia de su organización e innovación", concluye Huerta.

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