Para Satya Nadella, la programación y la poesía no están tan alejadas. De hecho, el actual CEO de Microsoft, que se confiesa un apasionado de los versos, dice que los poemas funcionan como códigos.
Y es posible que esta sensibilidad, combinada con su perfil de ingeniero, haya sido la fórmula para que su gestión al frente del gigante tecnológico se consolide como uno de los grandes casos de éxito de la última década, tanto por su estilo de liderazgo como por los números que logró revertir.
Nadella nació en Hyderabad, India, en 1967. De niño soñaba con ser jugador de cricket, el popular deporte inglés que fue adoptado con fervor en muchas de sus ex colonias. Pero la curiosidad por "construir cosas" hizo que se decidiera a estudiar ingeniería electrónica en la Universidad de Manipal.
Así y todo, su pasión siempre lo acompañó: "Pienso que a través del cricket aprendí a trabajar en equipo y a desarrollar capacidades de liderazgo que me han acompañado durante toda mi carrera", confesó.
Una vez recibido, quiso seguir especializándose en informática y decidió dejar todo para viajar a Estados Unidos para completar su formación. Su destino fue la universidad de Wisconsin-Milwalkee para hacer una maestría en Ciencias de la Computación, pero lo que todavía no sabía era que ese sería el comienzo de una nueva vida.
Recién graduado, entró a trabajar como ingeniero técnico en Sun Microsystems, creadora del lenguaje JAVA, ahora propiedad de Oracle. En 1992 ingresó a Microsoft y, como buena alma inquieta, decidió anotarse para hacer un MBA en la Universidad de Chicago.
El único problema era que tenía que dividir su tiempo entre dos ciudades: durante los primeros dos años en la empresa, se dedicó a trabajar de lunes a viernes en Redmond, Washington, donde se encuentra el gigantesco campus de Microsoft, y los fines de semana recorría los más de 3.000 kilómetros que lo separaban de la universidad ubicada en el estado de Illinois para cursar. Como si todo eso hubiese sido poco, ese año se casó con su novia de la secundaria y quien hoy todavía es su esposa, Anupama Priyadarshini.
Esa necesidad de movimiento y cambios constantes lo acompañó siempre. Veinte años después, el día que asumió como CEO de de la firma de software más grande del mundo, escribió una carta a los empleados donde les contó sobre su sed de aprendizaje.
"Compro más libros de los que puedo leer y me apunto a más cursos online de los que puedo terminar. Fundamentalmente creo que si no estás aprendiendo cosas nuevas, puedes dejar de hacer cosas grandes y útiles. La curiosidad y el hambre de conocimiento me definen", subrayó a sus empleados. Y reveló que aprovecha los 15 minutos que tiene libres en las mañanas para chequear algún curso web de neurociencia u otro tema que le interese en ese momento.
Pero volviendo a sus inicios en la empresa que hoy comanda, cuando ingresó en Microsoft, sus ingenieros estaban desarrollando un sistema operativo que llamarían Windows NT y necesitaban a una persona que conociera los sistemas operativos UNIX y de 32 bits. Satya era el indicado para esa tarea. A partir de ese momento, empezó a escalar dentro del mundo corporativo donde pasó por áreas como I+D, Servidores y Herramientas, y Cloud.
Entre poesía y máquinas transcurrieron durante esos años los días del actual CEO, que vino a cambiar la impronta de liderazgo en el mundo IT. Las páginas de libros de poesía india lo relajan y su capacidad de observación hace que ambos mundos se unan.
"Es como el código. Intentás entender algo que se puede describir en muchas, muchas oraciones y páginas de prosa, pero puedes convertirlo en un par de líneas de poesía y aun así obtienes la esencia -justamente en eso consiste la compresión-", se definió el ejecutivo que ocupa en Redmond una oficina tapizada con libros.
Tocar las nubes
"Nuestra industria no respeta la tradición, solo respeta la innovación", dijo al asumir como CEO. "La oportunidad que depara el futuro para Microsoft es enorme, pero para poder aprovecharla debemos ser más ágiles, estar enfocados y continuar transformando. Parte importante de mi trabajo consiste en mejorar nuestra capacidad de llevar productos innovadores a nuestros clientes en forma más rápida".
Esta nueva visión sobre los negocios encarada por Nadella condujo a anuncios sorprendentes para la industria, como el foco en la apertura de Microsoft, históricamente una empresa hiper-cerrada, para trabajar incluso con la competencia, como Apple, Salesforce, IBM o Dropbox. Incluso, se animó a cambiar la propia misión de la empresa, que bajo el liderazgo de Bill Gates rezaba "una PC en cada escritorio".
Como buen experto en las palabras, se animó a reescribir la que ahora dice: "Empoderar a cada persona y a cada organización del planeta para lograr más". Una meta mucho más perdurable en el tiempo y adaptada a los nuevos tiempos de hiperconexión. Su visión se fundamenta en llevar a la cultura corporativa hacia el aprendizaje continuo.
Como CEO de Microsoft, (el tercero en la historia de la empresa, luego Gates y Steve Ballmer), se destacó por liderar una serie de fuertes adquisiciones que ayudaron a amoldar el nuevo perfil de la multinacional.
El objetivo, además de robustecer su portfolio de productos, fue apostar por un cambio de imagen y cultura profundo: dejar de ser "dinosaurio" tecnológico para convertirse nuevamente en una firma referente de la vanguardia e innovación. Con el "diario del lunes" en mano, todo indica que lo consiguió con creces.
Es público que Nadella gana casi 250 veces más que un empleado promedio de la compañía: el último año fiscal se llevó u$s43 millones versus u$s172.000 de un trabajador medio, según cálculos de la propia firma.
En una reunión de accionistas, uno de los asistentes preguntó a qué se debía semejante cifra, a lo que el presidente John Thompson respondió señalando que la capitalización de mercado de Microsoft había aumentado a más de u$s100.000 millones desde que Nadella ocupó su puesto, por lo que no cabía duda de su salario es más que merecido.
A principios de marzo, Microsoft superó a Apple y se convirtió en la empresa con mayor capitalización bursátil de Wall Street, con valor calculado superior a u$s850.000 millones. Asimismo, el año pasado facturó u$s126.000 millones, 14% más que en 2018.
Pero esa no fue la única razón. El cambio en la motivación y cultura dentro de la organización también fue puesto en valor. "La idea de que vamos a tener expansión cultural o un cambio no habría sucedido si no fuera por Satya, francamente", dijo Thompson. "La sólida ejecución de su visión en torno a una nube inteligente fue el motor del crecimiento".
La clave del liderazgo
El ahora convertido en gurú empresarial (incluso publicó un libro, Hit Refresh, donde narra su forma de conducir organizaciones), tuvo un gran desafío cuando tomó las riendas de la empresa. En ese momento, 2014, todo giraba alrededor de Windows, el sistema operativo que les había dado presencia en todo el mundo. Pero esa visión, que para muchos expertos fue celosa y los distrajo de lo que estaba pasando por fuera, hizo que perdieran la batalla en el mundo móvil.
Nadella no quiso tropezar dos veces con la misma piedra. En ese giro para renovarse, el indio colocó a Azure -servicio Cloud de la empresa- en el corazón de la estrategia de la nueva Microsoft para competir con Amazon, Google, IBM y Oracle.
Su plan se basó en hacer a la organización más abierta e integrada verticalmente. En lugar de dedicarse a desarrollar sus programas, generó plataformas para que otros puedan realizar las suyas y diseñó sus propios dispositivos como su laptop Surface Book o los anteojos de realidad aumentada HoloLens con el foco puesto en la innovación.
Asimismo, todo este ecosistema de programas, dispositivos y servicios está unificado por Azure, que desplazó a Windows y Office como la división más lucrativa de la empresa.
Hoy, la compañía pelea cabeza a cabeza con Amazon por el puesto número 1 en el segmento de servicios en la Nube y es líder absoluta en computadoras, sobre todo en el ámbito corporativo. Así, volvió a erigirse como "la más grande" a nivel mundial. Todo bajo la mirada de su CEO.
Nadella hizo que una empresa que se había convertido poco sexy para trabajar y que venía perdiendo la batalla por el talento, el bien más codiciado dentro del ámbito de la tecnología, volviera de nuevo a la cima.
Puertas adentro
Su trato más austero y humilde marcó un quiebre. Más cerca de lo que sería un intelectual, su modo personal de afrontar el trabajo se basa en estudiar y hacer preguntas para entender a fondo la naturaleza de las tecnologías y que le da mucho espacio a sus colaboradores, quienes aseguran que nunca lo escucharon levantar la voz.
Tal vez su forma de ver la vida venga también de la realidad que vive en su propio hogar. Su hijo mayor, Zain, es ciego y tetrapléjico, y esta circunstancia terminó de forjar su espíritu comprensivo que caracteriza su liderazgo.
"Cuando nació Zain, cambió mi vida. Y su presencia en mi familia ha tenido un impacto muy profundo en mi forma de pensar, de dirigir y conectar con las personas. Por eso diría que el rasgo principal de mi carácter, gracias a Zain y al resto de mi familia, es la empatía", aseguró.
Este estilo se instauró en las oficinas de Microsoft desde su primer día como CEO. Lo primero que hizo Nadella fue llamar a un psiquiatra especializado en deportistas que lo ayudó a conectar con cada individuo del comité directivo.
Michael Gervais, el especialista, estuvo a cargo de una terapia de grupo que descolocó a una buena parte del consejo directivo (que incluyó meditación, juegos de creatividad y motivacionales), con el fin de forjar una cultura muy distinta a la que venía dominando, que se basaba en la competencia y el perfeccionismo.
Nadella vio que en Microsoft predominaba un estilo de trabajo en el que las personas estaban obligadas "a saberlo todo", sin lugar para el error, y que eso resultaba en soluciones cerradas en las que no se beneficiaba al cliente.
Así, dejó atrás la fama de arrogancia que sobrevolaba en la empresa y se volvió mucho más abierta y tolerante. Incluso, se introdujo el trabajo con metodologías ágiles -como el Design Thinking- para lograrlo. Así, Satya puso a la organización "patas para arriba" y logró proclamar su nueva misión: ya no se trata de "saberlo todo", su mantra es "aprenderlo todo".
Se trata de una simple diferencia semántica, pero su significado ha calado profundo en una empresa que logró reinventarse a sí misma en apenas 5 años.