Miles de locales por el mundo, marcas de alcance internacional, gigantescas plantas de producción y publicidades en las avenidas de las capitales más importantes del mundo. El imperio que construyó Amancio Ortega Gaona, hoy agrupado bajo el nombre Inditex y con Zara como etiqueta más representativa, tuvo un inicio humilde que nació de una necesidad.
Quien hoy es uno de los hombres más ricos del mundo (sexto en el ranking Forbes) empezó a trabajar a los 12 años con las secuelas de la terrible Guerra Civil Española todavía frescas. Su ambición y búsqueda de superación lo llevaron a crear un nuevo concepto de negocio dentro de la industria de la moda que lo catapultó de España al mundo.
Ortega nació en 1936 en un pequeño pueblo de León, Busdongo de Arbás, aunque desde chico vivió en Galicia. El difícil contexto que atravesaba su país lo obligó a dejar el colegio y empezar a trabajar cuando todavía era un adolescente en una camisería de A Coruña.
Hijo de un empleado ferroviario, aseguró en más de una ocasión que su familia no llegaba a fin de mes, y el haber visto el sufrimiento de sus padres hizo que nunca dejara de trabajar para darle una vida mejor a sus seres queridos. Su carrera en el mundo textil comenzó de forma prematura. A principios de los 60 dio el salto y decidió fundar su propio negocio junto con su esposa Rosalía Mera. Confecciones GOA (nombre que hace referencia a sus iniciales puestas al revés) inició su actividad en 1963 en un modesto taller en el que realizaban vestidos y batas de mujer cosidas a mano.
Después de doce años dedicados a la fabricación, apostó por la venta al público y la primera tienda de Zara abrió sus puertas en 1975 en A Coruña para vender ropa de mujer, hombre y niños. Con ella nace una nueva filosofía de negocio, revolucionaria para ese momento: el cliente estaba en el centro de las decisiones y con la premisa de ofrecer moda a precios accesibles.
Ortega pensaba que las casas tradicionales de moda fallaban al intentar imponer sus diseños al cliente, por lo que su estrategia se basó en escuchar lo que buscaban, rotar de forma seguida la oferta y prestar mucha atención a las últimas tendencias para estar actualizado al instante. Siempre, por supuesto, con una propuesta superadora en la relación calidad-precio y sentando así las bases de lo que hoy es conocido como "fast fashion".
Sencillamente, se propuso el objetivo de darles a los consumidores lo que ellos querían, bajando drásticamente los tiempos de entrega y con alta rotación de stock: en vez de imponer un estilo, tomaba nota de sus demandas y las satisfacía lo más rápido posible. Ese modelo lo replicó a escala y fue la clave de su éxito.
El español comenzó su negocio a partir de la curiosidad que sentía por lo que hacían los demás, rastreando todas las tendencias del mercado, estudiando a la competencia. Captaba la esencia y en una semana era capaz de llevar ese modelo imitado a las tiendas Zara. Si algo está "de moda", seguramente estaba en uno de sus locales.
Escalera al mundo
El crecimiento del negocio fue tan acelerado que para 1984 la firma inauguró su primer centro logístico, de 10.000 metros cuadrados en Arteixo, A Coruña, donde todavía tiene su sede central la firma. Un año después, en 1985, se conformó el holding Inditex, que agrupa a todas las actividades de la empresa. Hoy, el grupo engloba ocho marcas que atienden a los diferentes targets: Zara, Pull&Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Zara Home y Uterqüe.
El salto internacional tuvo lugar en 1988, cuando abrió su primera sucursal en Oporto, Portugal. La experiencia, exitosa para Ortega, dio el puntapié a un sinfín de nuevas aperturas por los cinco continentes. Así, la firma se transformó en pocos años en una multinacional, presente en 96 países y empleadora de 175.000 personas en el mundo.
El primer local que abrió en América latina fue en México, en 1992. Para 1998 puso pie en Argentina, donde se mantuvo presente a pesar de las crisis económicas y de consumo que golpean con frecuencia a este mercado. Hoy cuenta con 11 locales en el país, entre Ciudad de Buenos Aires, la provincia y Santa Fe. Emplea a unas 800 personas.
Ortega no detuvo su marcha: en 2001 tocó la campana de la Bolsa de Madrid y para 2007 Inditex anunció la apertura de su tienda número 1.000. Los países se han ido sumando al igual que los nuevos nombres de las marcas que completan el portafolio para ampliar su oferta. En 2010 marcó otro hito cuando abrió el eCommerce de Zara, mientras que en el mundo físico las tiendas ya rondaban las 5.000.
Su modelo, que integra el mundo físico y online, aceleró la expansión y en 2018 Zara lanzó su tienda virtual en 106 mercados en los que no tenía presencia. Gracias a esto, la cadena de ropa alcanzó los 202 naciones en todo el planeta, con más de 7.500 locales.
La última gran movida fue el ascenso de Pablo Isla, presidente de Inditex, que asumió luego de que Ortega le dejara su puesto, en 2011. Su objetivo fue, desde un principio, llegar a todos los rincones del mundo con su tienda vía web.
"Estas inversiones son un elemento clave en el desarrollo de la plataforma integrada de tiendas y online", señaló Isla en referencia al ambicioso plan para llegar de modo omnicanal al consumidor. De hecho, lo están consiguiendo.
Es que las tiendas de Zara hoy, además de ser tradicionales lugares de compras, también son puntos de entrega y devolución de los productos que se adquieren en su ecommerce. Los empleados son capacitados para unir ambos mundos en los stores, que mantienen un altísimo nivel de trabajo con colecciones que rotan cada 20 días.
La estrategia, al mando de Isla –elegido como el CEO de la década por Forbes tras haber multiplicado el valor de la empresa por siete–, parece estar resultando: en el informe de los primeros nueve meses del 2019 el holding notificó ventas totales por casi 20.000 millones de euros.
Su fortuna y la visión para crecer
Ortega siempre se caracterizó por esquivar las cámaras y mantener el bajo perfil. Por muchos años, el público en general apenas reconocía su cara y rara vez daba entrevistas.
Pero no puede evitar estar en los titulares, ya que los increíbles resultados financieros de la empresa que fundó cuando tenía 27 años lo convirtieron en uno de los hombres más ricos del mundo. El accionista mayoritario de Inditex acumula una fortuna de u$s65.700 millones, según Forbes.
Para alcanzar objetivos hay que ser disciplinado, y Amancio Ortega aplicó esta máxima desde el principio. Por ejemplo, cada dos semanas pide mandar modelos nuevos a las tiendas. Del mismo modo, el cambio de inventario debe ser constante. Son dos principios que nunca ha saltado. También impone su disciplina a la hora de tratar con sus empleados y, aunque tiene carácter, no es autoritario. Admite sugerencias de cualquier trabajador.
Apuesta fuertemente por la tecnología. Sus equipos siempre están a la vanguardia y antes de acabar un producto ya está trabajando en otro. Con esta perseverancia llevó su ropa a todo el mundo.
Actualmente, con una facturación que ronda los 30.000 millones de euros, Inditex se posiciona como el principal grupo textil del mundo. Pero el negocio no termina ahí, sino que Ortega también desarrolló inversiones en el sector inmobiliario, financiero y de concesionarias de autos.
Su última adquisición a principios de noviembre de 2019 fue un complejo de oficinas ocupado por Facebook en Seattle por u$s415 millones. En esa misma ciudad de la costa oeste estadounidense compró por u$s470 millones el complejo "Troy Block", que alberga parte de la sede de Amazon.
Asimismo, engordó su cartera con cables de fibra óptica submarinos y torres de telecomunicaciones, al adquirir una participación en la compañía Telxius. En total, la cartera de bienes raíces del rey de la "moda rápida" roza los 10.000 millones de euros, según los últimos datos publicados por Pontegadea Inversiones, su holding inmobiliario.
Sin embargo, más allá de las predicciones de crecimiento y las estrategias de la firma para seguir ganando mercados, el lunes negro que vivieron las bolsas del mundo por los efectos del coronavirus también golpeó al bolsillo de Ortega, que perdió la friolera de u$s2.800 millones.
A pesar de ser una cifra que impresiona, no olvida sus orígenes, se refugia con sus nietos en su casa de A Coruña. "En la calle, solo quiero ser reconocido por mi familia, mis amigos y las personas con las que trabajo". A pesar de los miles de millones en el banco y del éxito que ya lleva más de 50 años, el magnate español más exitoso de la historia cultiva el perfil bajo y mantiene los pies sobre la tierra.