A contramano de los buenos augurios y promesas económicas de la última década, las expectativas en torno al litio siguen desinflándose en la Argentina.
No faltan las voces que reconocen que el llamado "oro blanco" por varias industrias experimenta el estallido de una burbuja que las mineras (a esta altura muy afectadas por las inconsistencias del negocio) no pueden dejar de reconocer.
Es si bien el litio tiene una presencia relevante en la matriz extractiva que Alberto Fernández pretende imprimirle a su gobierno, lo cierto es que una combinación de factores viene restándole todo atractivo económico a los emprendimientos diagramados para el escenario doméstico.
De acuerdo con datos oficiales a los que accedió iProUP, el presupuesto exploratorio en proyectos y operaciones de litio en el país creció casi 1.000% en cuatro años y el número de compañías vinculadas a proyectos pasó de 7 a 24. Sin embargo, la explotación como tal no sumó nuevos yacimientos.
Y lo que resulta más negativo para la intención oficial: las inversiones comenzaron a ralentizarse o, directamente, paralizarse por completo. Una muestra contundente es la decisión de la francesa Eramet de suspender su proyecto de 600 millones de dólares pautado para el salar Centenario-Ratones, en la provincia de Salta.
La firma ya llevaba desembolsados algo más de 140 millones de dólares en la instalación de una planta piloto, pero frenó todo avance. "El contexto en Argentina y el clima económico en el mundo en general no nos permite seguir con serenidad este proyecto", comunicó Christel Bories, CEO de la empresa.
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Otro actor del segmento, la estadounidense Livent Corporation, transmitió su decisión de "colocar en revisión los planes actuales de expansión de capacidad". A través de sus responsables, expuso que los valores vigentes para el mineral obligan a fijar estimaciones de ingresos y beneficios a la baja.
Livent Corporation controla el proyecto Fénix (antes conocido como FMC Lithium) en Catamarca. Es uno de los dos únicos emprendimientos que se encuentran en fase de explotación concreta en la Argentina. El otro es Olaroz, operado de forma conjunta por la australiana Orocobre, la japonesa Toyota Tsusho y la estatal jujeña JEMSE. Lo cierto es que la escasa cantidad de yacimientos operativos da cuenta que el interés creado en torno al mineral alojado en la Puna no ha pasado, en general, del monitoreo y la promesa de inversión.
"Hay una clara merma en la velocidad. Hay proyectos en construcción que desaceleraron fuerte, al punto de estar prácticamente parados, ya que no saben qué ocurrirá con el sector y qué políticas aplicará el Gobierno", comenta a iProUP Julio Ríos Gómez, hasta hace muy poco presidente del Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR). "Además, los inversores no van a volver a poner dinero hasta tanto tengan en claro cómo se acordará, por ejemplo, con acreedores como el FMI", añade.
"Eramet dejó todo en 'stand by', siendo que tenía listo el inicio del emprendimiento. Paró todo cuando estaba por comenzar a construir. Hasta que no se sepa la postura del Gobierno en minería, lo más probable es que no inicie las obras. Lo mismo ocurre con el proyecto Caucharí Olaroz que controlan los canadienses de Lithium Americas", añade.
Ríos Gómez indica que la falta de definiciones sobre cómo Argentina resolverá su deuda, sumado a aspectos como el control de divisas y el alza permanente de costos producto de la inflación, se combinaron para "adormecer" el fuerte interés inicial por el metal.
Detalle de los proyectos en explotación, desarrollo y evaluación en la Argentina:
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Las exportaciones locales muestran un derrumbe en 2019 y la desaparición del cloruro de litio como elemento colocado en el exterior a partir de 2018:
Los trabajos de explotación se concentran en la Puna, distribuidos en salares ubicados en Salta, Jujuy y Catamarca. Un aspecto acallado por la firma es el impacto ambiental que la extracción genera en salares que contienen al mineral. En simultáneo, su producción consume una enorme cantidad de agua, recurso que no abunda en la Puna.
A la par del efecto negativo sobre las fuentes de agua, entre las comunidades también hay malestar porque, a excepción de determinadas tareas iniciales, el grueso de las firmas extranjeras que interviene en el negocio del mineral en el norte del país no contrata mano de obra local.
Precio internacional
En términos económicos, otro factor que opera de forma negativa sobre las expectativas de las mineras es el precio internacional. Para muchos, que el mineral haya caído es producto del "pinchazo" de una burbuja que tarde o temprano iba a suceder: en 2018, la tonelada llegó a cotizar a 16.500 dólares; por estos días cotiza muy cerca de los 8.000 dólares. Desde la Bolsa de Comercio de Rosario aportan detalles de este vaivén, las causas y consecuencias.
"El precio comenzó a aumentar en 2002, en el marco del 'boom' de las commodities, impulsando inversiones que generaron sobreoferta del metal a partir del 2008", indican.
"En el período 2008-2015 -agregan- se mantuvo en valores cercanos a los 4.300 dólares la tonelada. Posteriormente, la fuerte expansión de la demanda de los vehículos eléctricos impulsó los precios y los desembolsos".
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"Sin embargo, tras alcanzar ese pico de 16.500 dólares en 2018, los precios cedieron por el crecimiento de la oferta por la producción australiana y argentina", añaden.
De acuerdo con las proyecciones a 2025, se espera que la oferta en los próximos 5 años crezca a una tasa mayor que en el pasado y supere el alza de la demanda, lo que dará lugar a una caída del precio del orden del 34%". Este análisis coincide con otro pronóstico de la calificadora Moody's, que prevé un descenso "consecuencia del aumento en la producción internacional, tras varios años de inversión en el sector".
Incluso, un súbito incremento de la demanda (motorizado por el repunte en la fabricación de vehículos eléctricos) no alcanzaría para absorber la oferta prevista para esta década. Las estimaciones dan cuenta de una tonelada cotizando en 10.400 dólares a mediano plazo, Es decir, 6.000 dólares menos que el registro de 2018.
"El contexto internacional le suma una complicación fuerte a un escenario local que desalienta a empresas. Sobre todo a extranjeras, que tampoco tienen garantías políticas de que se las protegerá en términos jurídicos y económicos", señala a iProUP una fuente cercana a GEMERA, cámara que aglutina a mineras que exploran en Argentina. "Es un momento bisagra para el litio incluso como tecnología, ya que se habla de posibles sustitutos del mineral. Hay que ver cómo el Gobierno lee esta coyuntura", añaden.
Otros competidores
Otro aspecto que incide en la actividad doméstica es el surgimiento de rivales de peso en la competencia por la provisión del mineral. En ese sentido, Bolivia, considerado el territorio con las mayores reservas en salmueras del mundo, perdió relevancia tras cerrar el 2019 sin exportaciones.
La chilena SQM, hoy por hoy la segunda productora de litio a nivel global, también concluyó 2019 con resultados negativos aunque en términos de utilidades.
Mientras, Perú quiere sumarse a la mesa de los productores regionales. Recientemente activó una serie de estudios para conocer al detalle la disponibilidad del mineral en el sur de ese país. En febrero, la minera canadiense Plateau Energy Metals confirmó el hallazgo de reservas en la zona de Puno, límite con Bolivia y Brasil. La firma informó que el recurso detectado podría derivar en una explotación capaz de consolidar a Perú como el sexto productor de litio del mundo.
Fuera del movimiento en Sudamérica, China y Australia aparecen como los países que más les restan oportunidades a las mineras enfocadas en el negocio en tierras albicelestes.
"China lo extrae de dos salares importantes y es la nación que creo los métodos para explotar el cloruro que se utilizan en Argentina. Australia se hizo fuerte a través de la producción desde la roca dura", expone Ríos Gómez. "Ahora dicen que México también tiene reservas muy importantes. Son actores que harán más dura la contienda. Argentina deberá redefinir sus políticas si aspira a tener algún tipo de protagonismo", concluye.