A lo largo de los más de 80 años que la compañía lleva operando, solo tuvo dos líderes. El primero no solo la fundó sino que la expandió hacia nuevos horizontes y se quedó al mando durante casi 50 años. El otro fue el encargado de darle su identidad y convertirla en uno de los holdings más importantes a nivel global.
Sin embargo, el grupo no estuvo exento de polémicas que involucran desde denuncias, años en prisión, acusaciones de corrupción e indultos oficiales hasta un hermetismo total, aún hoy, respecto de cuál es el verdadero estado de salud de su actual chairman.
La surcoreana Samsung lleva bastante tiempo en el mercado y mutó hacia una experta en electrónica, con especial foco en el negocio de televisores y smartphones. Si bien uno de sus principales liderazgos se cimentó en la unidad de microprocesadores, en el último tiempo perdió la estrella del principal jugador en la industria a manos de Intel.
La empresa transformó por completo la forma de llevar adelante una compañía en Corea del Sur y se volvió un ejemplo a seguir: la familia Lee, fundadora del imperio, demostró tener tanto una visión única para el management como también cierta predisposición para verse envuelta en cuanto escándalo pudieran con el gobierno de turno.
Los inicios
De los contenedores con pescado a China a los televisores en blanco y negro y ahora los smartphones, la compañía consiguió enarbolar una metamorfosis hacia donde veía que estaba el negocio.
Los estudiosos de la historia de la empresa nacida en Daegu aseguran que uno de los pilares de su crecimiento se dio a comienzos de los 90 cuando Kun-Hee encaró la iniciativa New Management que le dio vuelo internacional a una marca que hasta el momento había apalancado su influencia en base a la demanda dentro del continente asiático.
Oficialmente Samsung inició su camino en 1938 de la mano del terrateniente Lee Byung-chul, quien en realidad había pensado en fundar un emprendimiento orientado a comerciar víveres. En particular, vendía pescado disecado y harina, además de exportar estos productos a China.
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Durante años se centró en esta industria. No obstante, a finales de los 50 empezó a mirar con mayor interés el incipiente desarrollo de la electrónica en Corea del Sur. Fue así como en la década siguiente levantó la persiana de la producción de televisores en blanco y negro, no solo para el mercado local sino de exportación. El primer paso estaba dado.
El nuevo management
Para 1976, la firma ya había elaborado más de 1 millón de TVs y emprendió el desarrollo de su versión a color, la cual recién oficializaría a finales de la década. La usina de creación de artículos de electrónica para el hogar continuó con las heladeras, lavarropas, microondas y computadoras personales. Pero en 1987 la cúpula de Samsung se enfrentaría con una noticia que cambiaría su funcionamiento.
Ese año, Kun-Hee asumió el mando tras el fallecimiento de su padre. El tercer hijo del fundador había estudiado Economía en la Universidad de Waseda, en Japón, y luego realizó un MBA en la Universidad George Washington en los Estados Unidos. Su impronta marcaría una etapa en la historia de la compañía.
El ejecutivo fue clave en la transformación de la compañía a partir de 1993. La implementación de su plan New Management levantó la calidad de su producción y la volvió competitiva a escala global.
Inicialmente, la mayoría de los empleados no entendía por qué había que cambiar tan radicalmente. Pero la empresa fue lo suficientemente persistente para empujar al sistema de management y realinearlo hacia su meta orientada a la calidad.
Estableció su identidad como Samsung Group, luego de fusionar su negocio de electrónica y el de microprocesadores, y trabajó para llevar a los usuarios un vertical que Lee creía sería algo que rompería el mercado: teléfonos celulares.
Cuenta la leyenda que el chairman llegó a pedir que eliminaran todo un lote de móviles debido a que la primera versión de ellos no funcionaba del todo bien. A su vez, rubricaron alianzas con HP, IBM y Microsoft, de las cuales aprendieron varias lecciones y las implementaron en su área de I D.
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Hace casi seis años, Lee sufrió un ataque cardíaco y desde aquel momento no volvió a la vida pública. La firma mantiene su estado de salud bajo siete llaves.
Sin embargo, las reglas de los chaebol (negocios familiares surcoreanos) impiden que otra persona se haga cargo de la silla principal de Samsung, ya que la tradición marca que solo puede realizarse la transición cuando el número uno fallece. Hoy, señalan, el liderazgo de facto es ejercido por Lee ‘Jay’ Jae-yong, único hijo varón del actual presidente.
Rey de la electrónica
Los chips de memoria, los televisores y smartphones son los principales ejes de negocio. A pesar de tener una importante participación en estos tres mercados, su performance no fue la mejor en el 2019. Después de exhibir números positivos durante tres ejercicios consecutivos, el año pasado reportó una caída del 5% en sus ventas netas.
De acuerdo al último balance anual, Samsung registró ingresos por casi u$s200.000 millones. Si bien finalizó el año en azul con una ganancia de u$s18.200 millones, esa cifra 51% menor a la de 2018.
Desde la consultora Strategy Analytics señalan que volvió a quedarse con el primer puesto en venta de teléfonos inteligentes. Con un share del 21% comercializó alrededor de 295 millones de unidades, lejos del inmediato perseguidor, Huawei (240 millones). En rubro TV también ostenta el liderazgo con 20% del mercado, seguido por LG y Sony.
En su último reporte, informó que la unidad dedicada a los semiconductores se desplomó 25% por la caída de la demanda global. Tanto en 2017 como en 2018 Samsung le había arrebatado el primer puesto a Intel, debido a la buena salud del vertical enfocado en las memorias (unidad que protagoniza un tercio de las ventas totales del sector), si bien en 2019 no pudo repetir su s números y perdió ese lugar.
El lado oscuro de los Lee
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Más allá del reconocimiento de sus productos y su larga trayectoria en la industria electrónica, Samsung también es conocida por el largo historial de escándalos que rodearon a los Lee, en particular a Kun-Hee. Uno de los más recordados es la acusación de evasión impositiva que lo llevó a renunciar a su cargo en 2008 y volver dos años más tarde tras un perdón oficial del Gobierno.
Hace unos años se le sumó un escándalo que salió a la luz con el empresario ya internado. Un medio local descubrió que el chairman había contratado servicios sexuales en varias ocasiones, conducta prohibida por la ley del país asiático.
Asimismo, se reveló que el ejecutivo utilizaba nombres de otros directivos de la cúpula de la compañía para no usar el propio. En febrero de 2018, la policía de Corea del Sur volvió a acusarlo de evasión, esta vez por u$s 7,5 millones.
No obstante, el escándalo más grande fue el que involucró a Jay Lee y escaló hasta la mismísima presidencia. Tras asumir en el Directorio como vicechairman en 2016, el hijo de Kun-Hee fue arrestado a comienzos del año siguiente y permaneció detenido durante un año sentenciado por el pago de coimas.
La Justicia surcoreana descubrió que Jay Lee había desembolsado aproximadamente u$s36 millones para obtener favores políticos y, de esta manera, cimentar su posición como líder y heredero del imperio fundado por su abuelo.
Este dinero fue a parar, cristalizado en diversos regalos, a Choi Soon-sil, confidente de la entonces presidente Park Geun-hye, conocida como la ‘Rasputina de Corea del Sur’. El caso Samsung fue uno de los tantos que se destaparon luego de que se filtraran documentos de la computadora de Choi, que finalizaron con la destitución de la mandataria.
El futuro
Samsung hoy está presente en 74 países y cuenta con más de 300.000 empleados. Su futuro pareciera estar moviéndose hacia la industria automotriz. En 2016 anunció la adquisición de Harman, ligada al desarrollo y fabricación de componentes de infotaintment para vehículos, por u$s 8000 millones. El año pasado, esta subsidiaria reportó una facturación de más de 10 billones de wons, con un alza del 14%.
A la vez, la compañía enfrenta una crisis de liderazgo. Aunque tiene un director ejecutivo para cada unidad, la incertidumbre respecto de la salud de Kun-hee y la polémica que rodea a su hijo Jay ponen en jaque a la familia fundadora. El nuevo presidente surcoreano Moon Jae-in asumió a mediados de 2017 y planteó como uno de sus pilares el endurecimiento de normas para los chaebols para evitar los delitos de guante blanco.
El actual vicechairman anunció un plan de inversión de u$s11.000 millones para los próximos años, pero a fines del año pasado se inició un nuevo proceso judicial en su contra, por el cual podría sufrir una pena más severa. La tradición parece perseguirlos: al ritmo de la innovación, se suceden los escándalos puertas afuera.