Ante la sucesiva implementación de nuevas tecnologías en la producción y en el mundo del trabajo, son muchos los análisis que se han hecho sobre lo que ocurrirá con el empleo en el futuro.
Los resultados de las distintas investigaciones varían entre pronósticos tremendistas sobre la eliminación masiva de puestos de trabajo y el reemplazo de algunas tareas repetitivas y deshumanizantes que redundarán en mayor productividad del capital humano.
"Vivimos en una era post digital, en la que todo el tiempo estamos conectados y la tecnología es omnipresente en nuestras actividades. Esto no es ajeno al mundo del trabajo; impacta tanto en los perfiles que se vuelven necesarios, en la generación del empleo, en la necesidad de nuevas formaciones y capacidades. No pasa solo aquí en la Argentina sino que es un debate mundial, incluso en los países que están más desarrollados en la incorporación de estas herramientas", describió Andrea Ávila , CEO de Randstad para Argentina y Uruguay.
"En este sentido, tenemos distintas miradas. La más apocalíptica dice que no vamos a poder reinventarnos para esta cuarta Revolución Industrial y que mucha gente va a quedar fuera del mercado laboral. Otra más positiva, habla de una reconversión paulatina a nuevos 'skills' y una reinversión del hombre frente a estos cambios", resumió en diálogo con iProUP.
Entre estos panoramas que son tan populares en los últimos años, abundan los que analizan la temática en lo general, con pruebas e investigaciones realizadas en países centrales, y no dan perspectivas puntuales para lo que puede ocurrir en la Argentina.
Precisamente esto se lanzó a averiguar la consultora de talento Randstad, que entre julio y agosto realizó casi 500 entrevistas para conocer qué anticipan las empresas que operan en el país que puede ocurrir cuando la automatización, la inteligencia artificial, la robótica y otras innovaciones tengan rienda suelta también en estas tierras, como ya ocurrió en otras partes del mundo.
Los ejecutivos que respondieron ven que el mayor impacto que ya tuvieron las nuevas tecnologías fue en el plano de incrementar la productividad. En segundo lugar, los efectos ya se vieron en torno a la reducción de costos.
Pero el dato positivo es que ese cambio que ya se efectivizó, no tuvo un impacto negativo en la creación y mantenimiento del empleo. La mayoría de los ejecutivos consultados por la mencionada firma son positivos en ese aspecto y a lo sumo declaran que la influencia de las innovaciones, por el momento, ha sido neutra.
"Con saltos de entre 21 y 28 puntos porcentuales, tanto microempresas, como PyMEs y grandes compañías consideran que el impacto positivo de la tecnología en la creación de empleo será mayor a futuro que el que ha tenido hasta ahora. Las más optimistas son las grandes, con un 64% que indica que a futuro el impacto será positivo, mientras que entre las PyMEs la visión positiva a futuro llega al 54% y en las microempresas al 52%", se lee en el informe de Randstad.
Pero también es cierto que hay un 20% que espera que las nuevas tecnologías deriven en un efecto negativo en el futuro, en cuanto a los puestos de trabajo. "Lo que tenemos que plantearnos es si eso no es típico de la mirada humana, el pensar que algo que hoy nos está afectando, en el futuro puede tener un impacto potencialmente negativo", dijo Ávila.
Lo que ocurre, indicó Ávila a iProUP, es una relocalización de recursos, tanto financieros como humanos: "En los sectores productivos e industriales, probablemente se vea una primera etapa de reducción de puestos de trabajo. Pero que luego va a volcarse hacia la generación de servicios de valor agregado. Lo que de hecho ocurrió con la industria automotriz en nuestro país, que es la que más ha invertido para automatizar procesos, y luego necesitó gente capacitada para el mantenimiento de esas máquinas. Se da una reconversión de la fuerza laboral".
No por nada, al ser consultados por si esperan en el futuro reducir la cantidad de horas trabajadas, la mayoría de los ejecutivos consultados opinaron que no será necesario, pero sí declararon que habrá una reasignación de recursos.
"Casi el 60% dice que no reducirá la cantidad de horas y eso es constante en todos los tamaños de empresas. Pero es cierto que hay que hacer una relocación de recursos si invertimos en tecnología y en capacitación para recalificar a las personas, aunque el impacto no se vea en la cantidad de horas trabajadas", reflexionó Ávila.
Hacerse cargo
En este panorama tan incierto y debatido sobre qué ocurrirá con el empleo en el futuro, la única certeza es el cambio.
La buena noticia es que, en vistas a futuro, más del 50% de los ejecutivos son positivos respecto del efecto que la tecnología tendrá en la generación de empleos. En el caso de las grandes empresas, más del 60% se inclinó por esa opción.
Pero para acceder a esos empleos habrá que reconvertir a las empresas y al capital humano. En estas primeras etapas en las que se incorporan las innovaciones a las líneas de producción, las tareas más sencillas de automatizar y de reemplazar el trabajo humano son las que requieren baja calificación.
"Pero en una segunda etapa, cuando ese recambio ya se estabilice, la presión estará puesta en las personas con un nivel de calificación medio. Pasan a ser los más pasibles de automatizar", advirtió Ávila. Aunque también aclaró, citando un informe global de Randstad, que cada trabajo altamente calificado, genera entre 2,5 y 5 puestos de mediano y bajo nivel.
Hasta el momento, el 63% de los ejecutivos aseguran que la cantidad de personal en su empresa se mantuvo, y solo un 18% dijo que se redujo. Más aún, a futuro un 45% espera que la plantilla se mantenga pese a los avances tecnológicos, y un 27 incluso anticipa un incremento.
"Me llama la atención la mirada positiva de las Pymes en este sentido. Porque al hacer esta división por tamaño de empresas, en los extremos hay una visión negativa sobre el impacto en los empleos de baja calificación, mientras que en el medio ese efecto es ahora neutro y positivo a futuro", destacó la CEO regional.
"Lo explico por la visión resiliente que tienen las pequeñas y medianas empresas, que no es un dato menor porque manejan el 90% de la economía mundial. Son el motor económico en nuestro país también", añadió.
El desafío entonces es la recalificación de los perfiles profesionales en cuanto a las necesidades actuales y futuras de las empresas.
En el estudio de Randstad, surge que más del 70% de los encuestados consideran que las empresas son las responsables por hacer ese recambio, mientras que el 55% espera que se encarguen los propios empleados y solo un 42% habló de una responsabilidad compartida con el Estado.
"Solemos decir que el Estado tiene que encargarse de la educación, preo el sector privado no puede permanecer ajeno a la construcción de espacios colaborativos y hacerse cargo de la capacitación de su propia fuerza laboral", resumió Ávila.