Cosa extraña se despliega en el interior de la casona neocolonial de tres plantas, en medio del contrastante sosiego del barrio porteño de San Benito de Palermo, en las inmediaciones de la abadía benedictina que le presta su nombre a la zona.
Y capaz de despertar el interés financiero. Se trata del entrenamiento de algoritmos de inteligencia artificial para el reconocimiento de imágenes en tiempo real. Pero entendámonos: de su adaptación desde el punto de vista agroindustrial.
ZoomAgri: qué servicios ofrece
Buena parte de los 60 empleados que conforman el plantel de ZoomAgri en la Argentina escanean minuciosamente ingentes muestras de cebada, trigo y soja. En otros husos horarios, idéntica faena cumplen otros diez más, repartidos entre sus oficinas en Madrid, España; Londrina, Brasil; y Perth, Australia.
Pero los acontecimientos históricos, hoy en día confirmados y explicados, acerca de la digitalización del testeo, la inspección y la certificación de cereales y oleaginosas, un mercado analógico de 2.000 millones de dólares anuales, comienzan por lo menos dos décadas atrás.
Los doce años en Nidera, donde ingresó como junior en 2005 y se retiró como director de exportaciones, intrigaron notablemente y, por así decirlo, picaron la curiosidad del licenciado en Administración, Fernando Martínez de Hoz, quien concibió, en 2017, el luminoso proyecto de elevar, en una palabra, el agro a la altura de la época. "Cambiar la forma de hacer las cosas de una industria tradicional", en su voz.
En efecto, ¿para qué Quilmes, hoy su principal cliente, iba a cargar toneladas de cebada en sus silos y esperar cinco días a que los resultados de los análisis de ADN verificaran si sus proveedores le habían entregado al menos un 95% de pureza varietal, además de dilapidar 50 dólares en el testeo de cada muestra?
ZoomAgri analiza la calidad y pureza de los granos mediante fotos e inteligencia artificial
¿No sería más fructífero y, digámoslo (¿por qué no?), les permitiría a los funcionarios del gigante cervecero tomar mejores decisiones, antes de mezclar irremediablemente materias primas que cumplen las pautas con otras que no, el utilizar fotografías y obtener, al fin, la respuesta en dos minutos con una precisión del 99%, gracias al auxilio de la inteligencia artificial y a cambio de cinco dólares por muestra?
En un principio, el fondo mismo del asunto parecía prácticamente imposible. Escanear todas las variedades de cebada: Andreia, Montoya, Overture, Alhue, Sinfonía, Charles y las demás. También, todos los posibles defectos de calidad física que suelen perturbarlas. Luego, lo mismo con el trigo y la soja. Conseguir así un banco de 200.000.000 de imágenes de granos para entrenar los algoritmos. Ardua aplicación, plagada de dificultades.
Imbuido en esta idea, sin embargo, Martínez de Hoz se convenció de que, si era viable la interoperación en tiempo real de sistemas de localización, percepción del entorno, planificación y control en vehículos autónomos de nivel 4 (aquellos en los que el conductor puede incluso dormirse una siesta durante la travesía), debía serlo, con mayor motivo, aprovecharla para sus fines.
Estudió el valor de la promesa de medir la calidad de los granos con una foto, aportada por el ingeniero en electrónica y mecatrónica, Matías Micheloud, cofundador de ZoomAgri en el rol de CTO y COO. Comparó el avance de la digitalización en diversas industrias con su atraso en el negocio del agro, junto con su par neerlandés Jaap Rommelaar, también ex Nidera.
Forjó un proceso iterativo y, tras haber perfeccionado la selección de escáneres importados, provistos por Canon y Epson, y el software, mediante un equipo de 20 desarrolladores de inteligencia artificial que trabajan desde distintas ciudades de nuestro país, se propuso (provisto de patentes en trámite) ofrecer, a las grandes industrias e incluso a sus más pequeños proveedores, la ayuda del procesamiento de imágenes y su reconocimiento en tiempo real. "Para revolucionar las cadenas agroindustriales", recita el mantra.
ZoomAgri: cómo se fundó la empresa
El licenciado Martínez de Hoz imaginó, y comprobó prontamente, que sus potenciales clientes no estaban demasiado preparados para realizar la inversión necesaria y adquirir primero el hardware ZoomAgriOne, destinado a determinación varietal, y más tarde el ZoomAgriSpex, para el análisis de calidad física. En lo sucesivo, decidió entregarlos en comodato.
Matías Micheloud, Fernando Martínez de Hoz y Japp Rommelaar, fundadores de ZoomAgri
"Somos una empresa de software que vende servicios", describe el modelo de negocios, que les abrió el camino ya transitado. Lo hizo, sostiene, al "combinar hardware escalable, robusto y de bajo costo, capaz de trabajar en lugares no tan amigables para tomar fotografías, con un software preciso".
Negocios son negocios. Necesitó, entonces, la colaboración de gente seria: ingenieros de la UBA y el Balseiro. "Armar una compañía de este tipo en la Argentina es viable gracias al talento humano disponible", subraya. Y, además, a la supremacía de la agroindustria, que no sólo permite desarrollar productos y servicios para un mercado enorme, sino globalizarlos de la mano de operadores multinacionales.
También, cuando fue necesario, precisó de la energía de entendidos sobre los resultados pecuniarios. En los primeros tres años recibió 1.450.000 dólares de inversores ángeles y la aceleradora rosarina Glocal. En agosto de 2021, recaudó 3.300.000 dólares en una ronda liderada por el fondo brasileño SP Ventures, junto con los australianos Artesian y GrainInnovate. En julio de este año, hizo lo propio con una Serie A de u$s6 millones, que encabezó el gigante australiano GrainCorp, uno de sus clientes más importantes.
No se trata aquí de sentimentalismos. Sólo el tamaño del mercado mundial de análisis de granos vale 2.120 millones de dólares, según Zion Market Research, y se estima que crecerá a 3.450 millones para 2030, a una tasa compuesta anual de 6,31%. El de digitalización de agroalimentos ya se eleva a 23.000 millones de dólares, de acuerdo con Bureau Veritas.
Si bien la cuota del mercado de testeo, inspección y certificación de commodities agrícolas ya digitalizada aún es estadísticamente despreciable, cualquier competencia analógica parece imposible ante el nuevo sistema. "Tenemos un mercado totalmente abierto", insiste.
Podemos imaginarnos alguna de nuestras grandes terminales portuarias, con sus agitadas poblaciones, como las del Gran Rosario, desde Timbúes hasta Arroyo Seco. Desde aquí vemos ese movimiento de miles de camiones que arriban a diario a descargar cientos de miles de toneladas de granos y porotos, esa extraordinaria animación de la que sólo los intereses financieros son capaces hoy en día.
ZoomAgri planea facturar u$s100 millones al año
De repente, unos potentes caladores sonda surgen de la necesidad y se introducen bruscamente en las honduras de centenas de cargas de granos transportados, hasta lograr, tras el primer movimiento de sorpresa, una muestra representativa de cada lote recibido, para luego dar lugar a multitudinarios exámenes de calidad.
Por el contrario, basta reflexionar un poco para comprender los resultados de la ingeniosa invención de ZoomAgri. Ya nadie se extraña cuando, repentinamente y con una foto, surge la inquietante garantía de que la partida de trigo recibida es libre de HB4, el cereal transgénico de Bioceres. Ya no es un espectáculo capaz de alarmar las conciencias escrupulosas de los empleados de las exportadoras.
ZoomAgri: lo que viene
Si, en relación con la desastrosa campaña pasada como consecuencia de la sequía, la Bolsa de Comercio de Rosario augura que la producción de granos para el presente ciclo supere las 136.000.000 de toneladas, con una evolución del 70% interanual, se entiende que aquí se trata de una empresa sin precedentes, con material infinito.
Sería ocioso insistir en los servicios que tal descubrimiento está llamado a rendir. Su adaptación al testeo de semillas de cebada cervecera y trigo, con el que consiguió la aquiescencia del Instituto Nacional de Semillas, transformó a la Argentina en el primer país del mundo en utilizar, mediante un cuerpo estatal, un método de inteligencia artificial para la caracterización varietal en el control de comercio.
Incluso con las iniciativas en ciernes, como el empleo de tecnología de imagen hiperespectral, es decir más allá de lo que ven nuestros ojos. Qué preponderancia e increíble simplificación en la identificación y caracterización de materiales de manera no invasiva podría aportar, evitando la necesidad de hacer un análisis de laboratorio. "Por ejemplo, para determinar la capacidad de germinar de la cebada cervecera", indica.
En consecuencia, en uno de los amaneceres o, mejor, una de las noches de poco más de un lustro, con el apoyo de sus clientes actuales, como ABInBev, Boortmalt, Groupe Soufflet, Estrella Damm, Cofco, ADM, Cargill, Bunge y LDC, y futuros, o bien con la ayuda de eventuales nuevas rondas de financiamiento, Martínez de Hoz espera que ZoomAgri llegue a facturar u$s100 millones anuales.
Como se trata de una aplicación de la inteligencia artificial para procesar imágenes que ya está generando valor en la Argentina, ansía seguir creciendo, pero "sin dejar de innovar". Entiende que, de esa manera, su empresa estará en condiciones de retener talento e incluso de lograr el retorno de ingenieros del equipo inicial, que hoy son científicos de algoritmo o de datos en Australia y Alemania.
Hasta entonces los incrédulos podrán reírse, ya que todavía brinda servicios a los compradores de 15.000.000 toneladas de granos anuales, la mitad en nuestro país y el resto desperdigadas entre Francia, Uruguay, Brasil, Australia y una veintena de mercados adicionales. Y si bien opta por no correr el velo de sus ingresos actuales, admite que aún no acceden al punto de equilibrio, lo que pronostican alcanzar el año próximo.
Pero, gracias a él y a su compañía, la combinación de procesamiento de imágenes e inteligencia artificial va adquiriendo, al fin, un valor intrínseco. Así lo profetiza: "Ojalá podamos transformarnos en el referente de la calidad de los granos".