El proceso de expansión de las criptomonedas, acelerado desde 2020 por el contexto de encierro por la pandemia de coronavirus que masificó el ecommerce y las operaciones de banca virtual, llevó a que los estados pongan el foco en este crecimiento, ya sea mediante posibles regulaciones como en Ucrania, intentando avanzar con una criptonacional como el Sand Dólar de Bahamas o el Yuan chino o directamente adoptando alguna de las existentes y dándole status de curso legal, tal como sucedió en El Salvador.
Las criptomonedas sustentan su popularidad sobre la base de un acuerdo entre particulares y tienen como principal valor la confianza que generan dichos activos, lo que en definitiva se refleja en su cotización, como un bien deseado.
En base a esa legitimidad alcanzada por fuera de cualquier órbita estatal, una regulación que apunte a coartar su existencia puede convertir a los estados y parlamentos en movimientos luditas como los del siglo XIX, que intentaron frenar, sin éxito, la revolución industrial rompiendo las máquinas.
Es por ello que, ante la necesidad de adaptarse al nuevo escenario, las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC) son una opción explorada y que se presentan como viables en busca de contener las ventajas que ofrecen estas instituciones con la emisión de dinero físico: seguridad, finalidad, liquidez e integridad, tal como las enumeró Benoit Coeure, director del BIS Innovation Hub.
Las CBDC, en una etapa aún de estudio y lejanas a su aplicación plena, lógicamente se encuentran rezagadas con respecto a las criptomonedas que ya existen en el mercado. Aunque justamente el largo camino recorrido por estas últimas, les acortará bastante el trayecto a explorar de las CBDC, principalmente en lo referido no solo a lo tecnológico, sino a las características intrínsecas de las monedas digitales en las que sustentan su éxito y que no pasan solo por su estabilidad y viabilidad sino, principalmente, por su deseabilidad: la piedra basal de las criptos.
Pero la emisión de las CBDC puede generar un tembladeral en el propio sistema bancario ya que tecnológicamente permitiría un intercambio monetario directo sin necesidad de una intermediación bancaria. Esta variable no es menor, porque puede suceder que los Bancos Centrales, en su afán por incluir al sistema bancario, creen intermediaciones ficticias que atenten contra el concepto mismo de las monedas digitales.
También, la emisión digital de los bancos centrales permitiría, principalmente a aquellas economías que hoy cuentan con una moneda fuerte, sostener su soberanía monetaria o preservarse como referencia de transacciones internacionales, lugar que en la actualidad ocupan el dólar estadounidense, el euro y los yuanes.
Y aquí surge un concepto que debe atenderse, ya que en este nuevo tablero mundial globalizado y digital todos los países parten con realidades económicas dispares: ¿podemos estar ante un posible darwinismo monetario, en el que solamente sobrevivan las más fuertes? Si todos los países del mundo crearán un dinero 100% digital, suponiendo que no estuvieran montados sobre una estructura de banca privada, ¿seguiríamos con el mismo patrón dólar que existe hoy? ¿Las grandes empresas mantendrían sus posiciones en dólares?¿ O diversificarían sus tenencias?
Pero, además, considerando el antecedente de que hoy las criptomonedas más confiables son las de mayor trayectoria, ¿aquellas CBDC que salgan primero coparán el mercado? ¿Tendrán chances de éxito las CBDC que aparezcan después? ¿Existe un mercado suficientemente capaz de sustentar tantas monedas digitales soberanas, como países existen? ¿Podrán estas imponerse independientemente de los recursos con los que cuente su país? ¿O tenderán a convertirse en stablecoin respaldadas por los activos que cada territorio nacional tenga para ofrecer?
Y finalmente ¿las CBDC podrán imponerse como monedas digitales hegemónicas o convivirá el dinero oficial con las criptomonedas de carácter privado tal como sucede ahora? Seguramente, en estos tiempos acelerados de saltos tecnológicos y cambios de mentalidad, las respuestas puede que estén a la vuelta de la esquina.
*Maximiliano Hinz es Latam Operations Director de Binance