La devaluación de la moneda nacional erosiona el poder adquisitivo de los argentinos. En este contexto, los salarios pierden capacidad de compra y el billete de $1.000, que hoy es el más grande en circulación y tiene apenas tres años de vida, cada vez alcanza menos para adquirir productos.
Pero, ¿cómo se dio este proceso y de qué forma puede continuar?
Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos y profesor de economía monetaria en la Universidad Católica Argentina (UCA), señala a iProUP que "la devaluación deriva en el incremento de los precios y ese fenómeno erosiona el poder adquisitivo del salario".
"El último período de baja inflación sostenida fue la década de 1990, cuando el tipo de cambio era uno a uno, por lo que con $1.000 se compraban u$s1.000", completa.
En este sentido, añade que "hoy el dólar vale entre $90 y $150, según el tipo de cambio que se tome, lo que da una idea de la desvalorización del dinero. Hoy, con $1.000 se accede a entre u$s7 y u$s11".
No sólo eso: el hornero es el papel de mayor denominación en la Argentina, pero el más "barato" en dólares de la región, a saber:
- Perú: el de 200 soles se cambia a u$s55
- México: 1.000 pesos son u$s49,22
- Uruguay: con 2.000 pesos uruguayos se consiguen u$s46,95
- Colombia: 100.000 pesos colombianos son u$s28,50
- Chile: 20.000 pesos equivalen a u$s27,85
- Brasil: 100 reales se cambian a u$s18,60
- Paraguay: 100.000 guaraníes valen u$s15,10
- Argentina: $10.000 son u$s6,45
El economista sostiene que, desde enero de 2020 a la fecha, el tipo de cambio aumentó entre 47% y 95%, según se contemple la cotización oficial o alguno de los dólares paralelos. Esto implica que comprar productos dolarizados (como una PC) se encareció en esas proporciones, por lo que se necesita hasta el doble de billetes para adquirir los mismos artículos que hace un año.
Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, indica que, "entre 2018 y 2020, debido a la devaluación, el poder adquisitivo del salario real cayó 20% por la disparada inflacionaria, lo que generó la pérdida de la moneda nacional respecto del dólar".
El analista indica que "el año pasado, la inflación fue de un 35%, pero la canasta básica aumentó bastante más, y esto hizo que el avance del costo de vida afectara más a los que menos tienen".
Esto se debe a que los sectores de ingresos más bajos destinan la mayor parte a alimentos, mientras que, en los más acomodados, esa proporción es menor. Es así como, a fin de 2020, un billete de $1.000 compraba un 35% menos que a comienzos de año.
Tiscornia señala que, si bien el incremento del tipo de cambio se vio compensado por diversos controles y congelamientos oficiales, el efecto recesivo de la cuarentena hizo que la inflación en el último año fuera menor a la de los anteriores.
De este modo, los aumentos de precios de los alimentos fue superior al 40% (en algunos, como el de la carne, creció 60%), por lo que que en enero de 2020 con $1.000 se compraban unos tres kilos de asado y hoy se llegan a pagar dos.
Menos alimentos
Isaac Rudnik, director del Instituto de Investigación Social Política y Economía Ciudadana (ISEPCI), confía a iProUP que según los sondeos de precios que la entidad lleva adelante en todo el país con $1.040 se podían adquirir los siguientes alimentos en enero de 2018:
- 10 kg. pan ($30/kg.): $300
- 10 kg. azúcar ($20/kg.): $200
- 10 lt. leche ($24/lt.): $240
- 10 kg. harina trigo ($12/kg.): $120
- 10 kg. arroz ($18/kg): $180
En tanto, en enero de este año, $1.000 alcanzaban para comprar apenas uno de los ítems listados anteriormente: 10 kilos de pan cuestan precisamente $1.000.
"De acuerdo con nuestros relevamientos, durante 2020 el aumento del valor de la Canasta Básica de Alimentos fue del 48%. Con un incremento del orden de 4,7% en enero de 2021, la perspectiva para el resto del año es que las subas superarán largamente a las remuneraciones (salarios, jubilaciones y asignaciones), por lo que continuará el deterioro del poder adquisitivo", anticipa Rudnik.
Asimismo, es importante señalar que si bien el valor nominal del papel de $1.000 es igual en todo el país, su poder de compra real no lo es. Rajnerman reporta respecto de este punto que la Ciudad de Buenos Aires tiene un nivel de precios mayor que el de otras provincias.
De esta manera, con el billete del hornero se compra menos en comercios porteños que en otros lugares del territorio nacional y apunta que "seguramente, esto se da también en otras ciudades, como Santa Fe, Córdoba y Rosario, y en la zona de la Patagonia".
"El poder adquisitivo no es homogéneo por el hecho de que un mismo producto o servicio no vale lo mismo en todas partes", coincide Tiscornia.
Así, por ejemplo, los datos de precios máximos oficiales muestran que un mismo kétchup cuesta $47,86 en Jujuy, pero se paga $50,98 en Ciudad de Buenos Aires y $56,18 en Tierra del Fuego.
Además, asegura que "los valores no evolucionaron del mismo modo durante el último año en todo el país". En el Gran Buenos Aires, por ejemplo, crecieron 36% en 2020, mientras que en la región Noreste lo hicieron en 44%. Claramente, la caída del poder adquisitivo del salario fue mayor en esta última región que en la primera.
No tener uno más grande, un contratiempo
Más allá de la desvalorización del dinero, el hecho de que el billete de $1.000 sea el de mayor denominación es un problema preocupante por los costos de traslado de efectivo.
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) puso el único billete argentino de tres ceros el 1° de diciembre de 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri.
Según anunció el organismo monetario en su momento, su lanzamiento apuntó a "reducir costos de transporte, acarreo y guarda de dinero, que es uno de los más importantes del sistema bancario".
Sin embargo, este efecto buscado duró poco porque, tal como explica Tiscornia, que, al no existir un billete mayor al del hornero, se complican notablemente las transacciones.
"En los '90, con 100 billetes de los de mayor denominación (el de $100) se podía comprar un auto básico mientras que, hoy se requieren 1.300 billetes de $1.000", ejemplifica.
A pesar de esto, recientemente se descartó la posibilidad de una eventual emisión de un papel de $5.000, como algunos economistas y especialistas aconsejan. El Gobierno no quiere tomar ninguna medida que pueda alentar las expectativas inflacionarias.
Lo cierto es que este año arrancó muy movido en materia de precios y eso es un problema importante a resolver. Mientras tanto, el más grande de nuestros billetes sigue perdiendo valor.
Todo parece indicar que, más allá de los acuerdos salariales previstos para este año y una inflación esperada de entre el 30% y el 50% anual, a fines de 2021 su poder de compra será alrededor entre un 5% y un 20% menor que hoy a la hora de ir al mostrador a pagar.