Debido a la pandemia del coronavirus COVID-19, los efectos económicos fueron completamente recesivos desde su esparcimiento. Una de las principales medidas para paliar el impacto de la crisis, fue la emisión generalizada en todo el mundo, especialmente en los Estados Unidos, en donde el dólar inundó las calles.
Las políticas de fomento de la inflación del gobierno federal coincidieron con una intervención récord de la Reserva Federal, que desembolsó billones de dólares en 2020 para combatir una crisis de liquidez y mantener las tasas de interés a un día bajo control.
De esta forma, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), cuya misión es controlar la política monetaria del país como lo hacen todos los bancos centrales, redujo drásticamente la tasa de interés, a tal punto de dejarla casi en 0%. Y como la tasa de interés equivale al costo del dinero de un país, mientras más baja, menos vale su divisa.
Asimismo, la FED dio el visto bueno para la acelerada impresión de billetes para la compra de bonos (tanto en el sector privado como en el sector público), con el fin de mitigar los efectos de la crisis, entre los cuales se destacan las altas tasas de desmpleo sufridas por el país, la inflación, y la devaluación del propio billete.
En base a esto, Biden duplicó su petición de un alivio más directo para los estadounidenses después del decepcionante informe de empleos del pasado viernes 8 de enero, que indica una pérdida de 140.000 puestos solo en diciembre.
"La investigación económica confirma que con condiciones como la crisis de hoy, especialmente con tan bajas tasas de interés, tomar medidas inmediatas —incluso con la financiación del déficit— va a ayudar a la economía", explicó al respecto el flamante presidente de los Estados Unidos.
El dólar en jaque
Volviendo a la principal moneda por excelencia, cabe destacar que 2020 fue el año en que se imprimieron más dólares que nunca. Dicha inyección de dinero permitió financiar el incrementó del gasto fiscal y le dio cierta capacidad de oxígeno a los mercados.
Sin embargo, al mismo tiempo ese hecho fue el detonante de la baja del valor del moneda estadounidense frente a otras monedas fuertes alrededor del mundo durante los últimos 10 meses.
Según el Bloomberg Dollar Index (BBDXY), los índices de la evolución de la divisa arrojan números destacados previo al comienzo de la pandemia.
El indíce, el cual compara monedas de países desarrollados y emergentes con alta liquidez con grandes flujos económicos, señaló que el dólar llegó a estar en un máximo de casi 1.300 puntos el 23 de marzo.
Y de ahí en adelante comenzó una caída que no dio tregua hasta ahora, como detalla el siguiente gráfico:
Se trata de una caída superior al 12% en los casi 10 meses de pandemia, un porcentaje que puede variar levemente según el índice que se utilice para monitorear la evolución de la divisa.
Actualmente se encuentra en su nivel más bajo desde principios de 2018 y muchos expertos coincidieron en que la moneda seguirá depreciándose.
¿El dólar seguirá cayendo?
"El desplome del dólar recién esta comenzando", comentó a BBC Mundo Stephen Roach, profesor de la Universidad de Yale y expresidente de la sede del banco de inversión Morgan Stanley en Asia.
El académico predijo que la divisa podría caer más del 35% hacia fines de este año basándose en tres grandes razones:
La primera es que hay un fuerte aumento del déficit de cuenta corriente de EE.UU., es decir, que el país paga más al exterior por el intercambio de mercancías, servicios y transferencias de lo que recibe. Su proyección es que ese déficit seguirá impulsando una baja de la divisa.
La segunda razón es el alza del euro, después de que los gobiernos de Alemania y Francia acordaran un paquete de estímulo fiscal, además de la emisión de bonos.
Y la tercera, es que Roach predijo que la Reserva Federal haría muy poco para evitar el descenso del dólar. Con Estados Unidos cada vez más dependiente del capital extranjero para compensar su creciente déficit de ahorro interno, y con las políticas que ha tomado la FED que producen un exceso de billetes, "el caso por un fuerte debilitamiento del dólar parece más convincente que nunca", aseveró.
En relación a los efectos que un dólar depreciado tiene en los mercados emergentes, como podrían ser Brasil, México, Argentina, Colombia, Perú o Chile en Latinoamérica, el experto advierte que pueden estar cerca algunas tendencias a la alza en algunas de las bolsas de esos países.
En la medida que la Reserva Federal no suba las tasas de interés, que es lo que Roach supone va a ocurrir, "la debilidad del dólar debería provocar aumentos en los mercados bursátiles extranjeros en general y en las acciones de los mercados emergentes en particular", resaltó.
Stephen Roach, profesor de la Universidad de Yale y expresidente del banco de inversión Morgan Stanley en Asia
Sin embargo, otros economistas argumentan que si bien la divisa estará un poco débil este año, en nigún caso habrá que esperar un desplome.
"No hay que exagerar la caída del dólar", escribió a comienzos de enero Mark Sobel, presidente para EE.UU. del Foro Oficial de Instituciones Monetarias y Financieras (OMFIF, por su sigla en inglés), en la web del centro de estudios, con una creencia de que en el ambiente hay una perspectiva "demasiado deprimente" para el dólar.
"Es posible que el dólar caiga este año, pero una narrativa demasiado negativa no se justifica", argumentó Sobel. Uno de sus fundamentos es que el dólar ya tuvo varias caídas a lo largo de este período (acumulando un 13% en 2020 desde su máximo en marzo).
Otro, es que en medio de la incertidumbre global, no es tan seguro que los inversores prefieran correr riesgos y apostar por otras monedas que no sean el dólar.
Consecuencias de la debilidad del dólar en Latinoamérica
"En la región la baja del dólar llegó con rezago en comparación con otras partes del mundo. Una de las razones que explican esa demora en su descenso frente a las monedas de las economía latinoamericanas, es que éstas son más riesgosas", explicó Diego Mora, ejecutivo senior de la consultora XTB.
Entonces, aunque la divisa esté cayendo, en la región sigue siendo demandada por su calidad de refugio cuando hay incertidumbre.
Al analizar las economías más grandes de la región, el analista dice que México es el país donde más se depreció el dólar, seguido por Chile, Colombia y Brasil. Las consecuencias del desplome varían sustancialmente dependiendo de los distintos actores económicos.
Por un lado, a los consumidores latinoamericanos les beneficia -apunta el experto- porque muchos de los bienes que se consumen son importados, como por ejemplo, los autos y los productos tecnológicos. Sin embargo, la situación es más compleja, ya que al mismo tiempo han subido los precios de algunas materias primas ligadas a la divisa norteamericana, analiza.
México es el país donde más se ha depreciado el dólar, seguido por Chile, Colombia y Brasil.
El maíz, el trigo, el cacao y otros productos que son de primera necesidad, han tenido alzas superiores al 30% debido a la depreciación del dólar.
Por su parte, Hakan Aksoy, administrador de portafolios senior en la empresa de la empresa Amundi, explicó que con el dólar más débil, espera que los precios de las materias primas aumenten, algo que beneficia a los países latinoamericanos.
Por otro lado, un dólar más débil significa que habrá una política fiscal y monetaria más flexible en EE. UU., remarca el analista a BBC Mundo.
Así las cosas, "los países emergentes pueden pedir prestado más fácilmente, lo que ayuda a sus demandas de financiamiento externo", apuntó Aksoy.
Todo esto, sería positivo para el crecimiento y la percepción de riesgo de los inversores. El consenso entre analistas es que pese a las diferencias entre países, la depreciación del dólar trae más beneficios que desventajas para la región.
"Un dólar depreciado es definitivamente positivo para las economías latinoamericanas", comentó Joseph Mouawad, administrador de fondos de la firma Carmignac, especializado en mercados emergentes.
En relación con la deuda en dólares de los países latinoamericanos, Mora avisa que, como hay una mayor cantidad de la divisa en el mundo y las tasas de interés están bajas, los Estados Unidos tiene menos poder negociador.
"Puede ser una oportunidad para la deuda en dólares de los países latinoamericanos ya que podría ser renegociada a menores tasas de interés", completó.