Los bancos tradicionales, los digitales y las fintech comienzan a pisar cada vez más fuerte en el segmento de tarjetas y cajas de ahorro dirigidas al segmento joven.
En este sentido, el Banco Central habilitó en 2017 la modalidad mediante la cual los menores de 18 años pueden tener acceso a una tarjeta de débito para extraer efectivo o realizar pagos en comercios; transferencias o pagos a través del home banking, apps o código QR. Incluso, en algunos hasta permite que realicen inversiones. Tanto la apertura, como la tarjeta y las operaciones son gratuitas.
Asimismo, en mayo de 2019, la entidad dispuso que las entidades financieras puedan ofrecer cajas de ahorro a los adolescentes de entre 13 y 17 años sin la necesidad de estar acompañados para su apertura por sus representantes legales (madre, padre o tutor). Hasta ese momento, el titular debía ser mayor de edad y debía darle autorización al menor.
A tres años del lanzamiento, los que ofrecen este servicio son: Macro, Supervielle, BBVA, HSBC, Santander, Itaú, Credicoop, Banco Ciudad, Banco Nación, Banco Provincia, Banco de Córdoba, Banco de Entre Ríos, Banco de Formosa, Banco de La Pampa, Banco de Neuquén, Banco de San Juan, Banco de Santa Cruz y Nuevo Banco de Santa Fe.
Además, se sumaron bancos digitales y fintech como Ualá, Wilobank.
Beneficios y riesgos
El Banco Central ve con buenos ojos la incursión de la banca en la llamada generación Z. Considera que estimula las habilidades financieras de los más jóvenes, facilita sus transacciones cotidianas y así fomenta la bancarización a través del uso de los medios electrónicos de pago.
Como parte de su hoja de ruta, lleva a cabo el programa "Habilidades financieras para la vida" junto con el Ministerio de Educación de la Nación, por el cual brindan contenidos en escuelas sobre educación financiera.
Tras la implementación, el conocimiento de las cuentas bancarias para menores se disparó del 24% a casi el 70% de los alumnos. En tanto, el comportamiento financiero vinculado al ahorro se elevó al 60%. El registro de ingresos, gastos y ahorros pasó del 24 a más del 30% en los participantes del programa.
Nicolás González, especialista en finanzas y educación financiera, considera que los riesgos no están en el servicio en sí, sino en cómo lo utilizan. "Está bueno que los jóvenes tengan acceso, pero a la vez se requiere de mayor educación para que sepan usarlos del mejor modo", afirma en diálogo con iProUP.
"Lo que más me preocupa es que pueden quedar atrapados en préstamos personales sujetos a altas tasas de interés o altamente endeudados con la tarjeta de crédito", agrega.
Usos adolescentes
Ualá fue una de las primeras en desembarcar en este segmento. En 2 años emitió más de 1.5 millones de tarjetas, de las cuales el 60% corresponde a personas de entre 18 a 30 años y el 6% a menores de 18 años.
Pueden ser obtenidas por un mayor de 13 años con autorización de sus padres. A la fecha, cerca de 100.000 jóvenes utilizan sus plásticos.
El uso dado por ambos segmentos es similar: abonan los servicios de Netflix, Uber, Spotify o Rappi. La principal diferencia es que en un caso predominan los gastos en plataformas de gaming.
En general, comienzan a usar la tarjeta por necesidad, dado que las suscripciones suelen ser sólo vía pagos online. Pero luego pasan a realizar otro tipo de transacciones, como recargar la SUBE, pagar servicios o realizar inversiones (estas dos últimas opciones en el caso de mayores de 18 años).
"Otra tendencia que vemos es que comienzan a usar la tarjeta al hacer turismo. Viajan dentro y fuera del país con el dinero en sus tarjetas sin necesidad de contar con una extensión de sus padres y con la total libertad de manejarse solos", asegura a iProUP Martín Bellocq, gerente de marketing de Ualá.
La tarjeta de Ualá es prepaga, esto quiere decir que funciona como una de débito dado que sólo puede usarse por el monto que tengan cargado. Sin embargo, en la práctica las plataformas y comercios la consideran como si fuera de crédito.
Bellocq señala que también para los padres es una ventaja, ya que les transfieren dinero una vez al mes y les evita tener que estar entregándoles efectivo. "Sabemos que cada vez más menores reciben sus mensualidades en una cuenta", afirma. La app permite una categorización de los gastos. "La idea es que tengan un control más detallado para que desde la adolescencia aprendan a administrar sus finanzas", agrega. En cuanto a los beneficios para los padres, Bellocq asegura: "Sólo cargan el monto que quieren que gasten sus hijos, evitando consumos sin control, como podría ocurrir con una de crédito".
Las transferencias a la tarjeta del menor pueden realizarse en forma gratuita desde cualquier cuenta. No tienen costo de emisión, mantenimiento o envío y todo el registro es online.
Banca tradicional y digital
El último banco en sumarse a este segmento fue el Santander con el lanzamiento de NOVA, una tarjeta recargable para adolescentes de entre 13 y 17 años: en tres meses emitió más de 15.000.
"La propuesta tiene gran aceptación por el mix entre independencia y control en base a montos, algo apropiado para el momento que viven los adolescentes y sus padres. A la vez, supone un ingreso a la planificación financiera y al mundo de la autoadministración", señala Narciso Ocampo, gerente de segmentos NOVA de Santander Argentina.
El beneficio para los padres es que al no ser de crédito no hay "temor de gastos compulsivos". Para los hijos, la ventaja es que pueden contar con un medio más de pago y recibir dinero a distancia.
La recarga se realiza desde la cuenta del padre/madre en el Santander, con un mínimo de $50 y un máximo de $15.000. Así, los movimientos pueden ser chequeados por la app o el home banking tanto por el beneficiario de la tarjeta como por el titular de la cuenta. En el caso de querer darla de baja, el saldo se acredita en la cuenta del titular.
Una de la forma que utilizan los bancos para tentar a los adolescentes es ofrecer beneficios en los rubros más solicitados. Así, NOVA cuenta con descuentos en fast food, indumentaria, calzado, ropa deportiva, cine, librería y hasta en el Lollapalooza. En el caso de las tarjetas prepagas no se permite el pago en cuotas.
Los bancos 100% digitales como Wilobank también cuentan con este servicio para adolescentes. Otra de las ventajas es que si el joven se olvida la tarjeta en algún lugar, la "pausa" directamente desde el celular y cuando la encuentra la activa instantáneamente.
El mayor autorizante es el titular y responsable de la cuenta. Cuando el hijo cumple 18 puede pasar a ser titular. En el caso de Wilobank, se trata de una de débito para menores de 18 años. El titular de la cuenta puede fijar los límites diarios de extracción y de otras operaciones.
Límites para la expansión
Tradicionalmente a nivel global, los grandes bancos no tenían interés en este segmento porque los adolescentes no generan ingresos. Sin embargo, esto ha cambiado ya que esos adolescentes ahora se incorporan más tempranamente al mundo laboral y ha crecido el uso de servicios o plataformas de todo tipo. "Los jovenes suelen sentirse más cómodos con las fintech ya que manejan un lenguaje cercano y las apps son más amigables. Al banco tradicional le cuesta más porque tiene mayor diversidad de clientes", señala Nicolás González, especialista en finanzas e inclusión financiera.
Transcurridos los tres primeros años de la habilitación del Banco Central, más de 20 entidades financieras en Argentina se apuraron a ofrecer este servicio. Lo que todavía no emergió es una firma 100% pensada para menores de edad.
En Reino Unido, meca del universo fintech, Go Henry, pensada para jovenes de hasta 18 años, ofrece una tarjeta de débito y una aplicación a menores y adultos. Cuenta con casi un millón de clientes, en una nación de 65 millones de habitantes. La app posibilita a los padres poner límites de gastos y enviar consignas a los hijos como por ejemplo objetivos de ahorro. "El volumen de mercado viene creciendo y eso está bueno. Hay que ir sumando cada vez más desarrollos tecnológicos pensados para la base de la pirámide de edades", concluye González.