Un estudio que mide el impacto actual de la inteligencia artificial sobre los trabajadores de depósitos y centros de distribución en Estados Unidos de la Universidad de Illinois y señala que la tecnología no acabará con un millón de esos empleos en el sector en la próxima década, pero sí hará que sus trabajos sean más difíciles.
El razonamiento detrás de semejante conclusión es la presión que está ejerciendo sobre esos trabajadores la introducción de IA en los depositos ante el boom del comercio electrónico los obligará a ser más rápidos y estar sometidos a un constante monitoreo.
"La tecnología ha llevado a los trabajadores a estar más presionados y a que se viole su privacidad", dice Beth Gutelius al portal Vox, una de las autoras del estudio junto a Nik Theodore. Su trabajo de campo consistió en hablar con empleados de almacen sobre su día a día y los cambios que han ido experimentando a medida que se han ido modernizando los procesos.
Su informe asegura que han ido surgiendo tecnologías que evitan que los humanos hagan tanto esfuerzo físico o que caminen largas distancias dentro de las naves industriales. Elementos como brazos mecánicos o robots que ayudan a almacenar mercancía de forma más rápida y eficiente.
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La desventaja para el empleado es que el control de su actividad laboral se vuelve exhaustivo, y eso se traduce en presión y en un ambiente pesado de trabajo. Los algoritmos permiten analizar, medir e informar a cada persona sobre su desempeño en tiempo real, de acuerdo al estudio, según indica El Mundo.
"La asunción de que la mecanización de los procesos conduce de manera lineal a una mayor eficiencia y, por lo tanto, a la reducción de costes, puede ser fundamentalmente errónea ", señala el informe. "Las ganancias podrían ser contrarrestadas por nuevos riesgos para la salud y la seguridad, así como por un aumento en el abandono de empleados debido al exceso de trabajo y al agotamiento".
Todo ello en el marco de un sector que ha ido creciendo a un ritmo extraordinario en los últimos años. Encabezados por un gigante como Amazon, el número de puestos ha aumentado un 37% entre 2014 y 2017, según datos del Departamento de Trabajo, una cifra que calculan que se moverá entorno al 21% durante la próxima década.
Parte de la culpa de ese movimiento feroz la tiene el imperio fundado por Jeff Bezos, la tercera compañía más valiosa del mundo por capitalización bursátil. Es Amazon la que está acelerando en la carrera hacia la entrega inmediata para aumentar sus ventas.
El problema es que esa lluvia de millones en la facturación de cientos de empresas de ecommerce no ha llegado hasta los estratos más bajos, es decir, hasta los que empaquetan, cargan, mueven y distribuyen cajas. El ingreso medio por hora de esos trabajadores está entre los 13,71 y 16,96 dólares. La bonanza tecnológica, de momento, no les está favoreciendo tanto.