Todo tiene su parte buena y su parte mala. O como dicen muchos, una tecnología no es perjudicial de por sí, depende de cómo la emplee el ser humano. O aplicado al mundo que nos rodea: ¿la robotización y la inteligencia artificial nos quitarán el trabajo? ¿El ser humano dejará de ser útil para el mercado laboral?
Un futuro no muy lejano
Robots que bailan, caminan como nosotros y pueden llevar cargas de varios kilos sin sudar, cansarse ni despeinarse. Y aunque un toro o elevador requiere de un ser humano que lo maneje, no es así con las creaciones de Boston Dynamics, por poner un ejemplo conocido por todos.
Almacenes con máquinas similares a un robot de barrer que se mueven a toda velocidad por el suelo, guiadas de manera automática para encontrar el artículo o producto que debe llevar de un punto a otro. Esta imagen, que vimos hace unos años en un almacén de Amazon, cada vez es más frecuente en todo el mundo.
La industria 4.0 es un concepto que lleva entre nosotros varios años. Y al igual que tecnologías como el 5G, han tardado en aplicarse al mundo real pero era cuestión de tiempo que las promesas que se hacían se hicieran realidad. En el caso de la industria 4.0, la robotización se beneficia de la conectividad, ya no entre humanos y máquinas, sino entre máquinas mismas. El resultado, que toda la cadena de producción se pueda realizar prácticamente sin la intervención humana. Como mucho, algo de supervisión.
Para que la industria 4.0 sea una realidad eran necesarias ciertas tecnologías poco maduras hasta ahora. Realidad aumentada, computación en la nube, big data o la inteligencia artificial y el machine learning son claves para que los robots dejen de ser máquinas que realizan la misma acción de manera robotizada para empezar a tomar decisiones o reaccionar de manera proactiva a problemas que surgen en ese momento.
El uso de robótica en los procesos de ensamblado y trabajo en serie es una de ya algo que se usa en forma diaria en las empresas
Pero lo que supone una oportunidad para mejorar el mundo que nos rodea, desgraciadamente se convierte en perjudicial para el ser humano en el momento en el que dejamos de ser trabajadores o empleados y pasamos a ser recursos humanos. Como recursos, somos prescindibles como un edificio o un mueble. Un debate en el que entran ideologías, política, escuelas económicas de distinta índole y en el que no hay una respuesta o una solución simple. Lo que sí está claro es que se trata de una lucha entre humanos donde los robots siguen siendo una mera herramienta.
Robotización y automatización
La primera revolución industrial trajo las primeras máquinas. Para muchos fue una gran oportunidad de abandonar el campo para trabajar en la ciudad. Caso aparte son las condiciones laborales del momento. Eso y que quienes realizaban ciertas tareas manuales antes de llegar las máquinas se quedaron sin trabajo.
Pero con la llegada de la robotización y la automatización, la mano de obra humana era cada vez menos necesaria. Además, trasladar una fábrica de un lugar a otro resultaba relativamente barato. La globalización, la deslocalización y la fiebre neoliberal convirtieron una oportunidad de aligerar la carga de trabajo humana para convertir a muchos trabajadores en una carga para la sociedad.
En la actualidad, gran parte de los procesos de producción de cualquier producto pasan por engranajes, circuitos, brazos robóticos, garras y sensores. Todavía hay tareas en las que el ojo humano es necesario, pero en muchas ocasiones con ayuda de un software o de un dispositivo que, más pronto que tarde, podrá ser sustituido por la inteligencia artificial.
Automatizando todos los sectores
Cuando hablamos de robots y mercado laboral siempre nos vienen a la mente la industria, la primera beneficiada. Pero agricultura y ganadería también se benefician con sensores y automatismos que permiten cuidar un cultivo o un ganado para que estén bien alimentados, tengan la temperatura deseada o sepamos cuándo un animal tiene las características adecuadas para su venta o cuándo se puede recolectar determinado producto. Y en esa fase, existe toda una diversidad de máquinas y robots que permiten llevar la comida del campo a la mesa sin intervención humana. Que se aplique de forma intensiva es cuestión de tiempo y dinero.
Pero todos los sectores se van a ver sacudidos por la robotización y la inteligencia artificial. Hoy resultan una curiosidad más propia de un parque de atracciones que de nuestra realidad, pero en países como China se empiezan a introducir robots de vigilancia, robots asistentes para centros comerciales o edificios públicos e incluso robots que pueden atender al público para realizar una compra. Es más, hace años que contamos con servicios de atención telefónica automáticos.
Respecto a la inteligencia artificial, parece que no hay límites. Desde revisar códigos de programación en busca de errores, automatizar el procesamiento de información como resultados deportivos en la prensa a, directamente, escribir textos con experimentos como Shortly, un editor de texto que puede llenar una página en blanco sin tu ayuda.
La pregunta del millón, llegados a este punto, es: ¿quedarán trabajos para el ser humano o el mercado laboral será exclusivo de las máquinas?
¿Qué nos hace humanos?
Hace años que expertos de todos los campos advierten sobre los empleos que más pronto que tarde desaparecerán. Para empezar, y es obvio, cualquier trabajo que pueda hacer una máquina. En la práctica, cualquier tarea repetitiva y mecánica.
Por contra, ¿cómo reivindicar la mano de obra humana? Precisamente, recordando lo que nos hace humanos: resolver problemas, tomar decisiones, analizar situaciones y extraer conclusiones, empatizar con otros humanos, tener un pensamiento crítico, etc.
La buena noticia es que habrá trabajos que desaparecerán y otros que nacerán. Esto nos obligará a reciclarnos y adaptarnos con más frecuencia que hace unas décadas. Con todo, cada vez será menos necesaria la intervención humana, algo para lo que necesitaremos soluciones como un ingreso mínimo vital para cada ciudadano o poner freno a la desigualdad cada vez más acentuada entre quien más tiene y quien menos tiene.
Precisamente, la falta de empatía y ciertas actitudes más propias de robots que de humanos, hacen que la situación empiece a ser inaguantable. Empresas que ganan más y más frente a una sociedad que ha dejado de vivir para simplemente sobrevivir. Por desgracia, en este aspecto poco pueden hacer la robotización y la inteligencia artificial, indicó Hipertextual.