Estamos sumidos en un tiempo de incertidumbre, donde pensar en el día después de la cuarentena obligatoria y la pandemia de coronavirus genera angustia. Pero, justamente, una de las pocas certezas que tuvo y tiene un amplio grupo de personas es que debió adaptar su día a día y el cara a cara cotidiano al teletrabajo o home office, con las dificultades que esto implica.
La rutina es una palabra con mal concepto. A muchas personas les causa rechazo, lo sienten como algo restrictivo de su libertad y coercitivo de sus iniciativas. Nada que ver, al contrario. Son un sinónimo de orden y disciplina, que se constituyen en los cimientos a partir de los cuales edificamos los hábitos que nos conducen a la superación personal. Uno debe ser capaz de construir sus propias rutinas o alguien la construirá por nosotros. Y ahí es cuando podemos sentirnos oprimidos.
Mi consejo para coordinar bien el trabajo en casa durante esta cuarentena es armar bien las rutinas. Construir una vida ordenada a partir de organizar el tiempo del cual se dispone, para poder asignarlo a las cosas que hacemos. Lo primero que hay que hacer es levantarse más temprano para poder encajar aquellas cosas de las que solemos decir que no hay tiempo de hacerlas. Armar una rutina personal es tener, además del tiempo de trabajo ordenado, un espacio para leer, hacer ejercicio, reflexionar y otras cosas.
Recomiendo, si aún no nos encontramos cómodos con nuestro día en el hogar, apelar a la vieja "hoja en blanco". Agarrar un papel, lápiz o lapicera, la lista de cosas por hacer y las actividades recurrentes para empezar a construir la bitácora semanal. Esas rutinas son las que van a generar un impacto a largo plazo en todas aquellas cosas realmente transformadoras por incorporar.
A esto hay que sumarle que durante esta cuarentena, muchos han tenido que recurrir a elementos tecnológicos seguir desarrollando la actividad de cada uno. Allí empezaron las discusiones sobre si la plataforma "x" es mejor que la "y", o un sitio de videoconferencias más estable que otro.
Pero eso no es lo importante. Sin menospreciar a un buen soporte para hacer estas cosas, me permito decir: no es eso lo que permite crear un valor agregado. Lo importante es la medida en la que esas herramientas nos pueden generar un contacto, lo más cercano posible, a lo que hacemos cotidianamente en el cara a cara.
Por eso importa que seamos capaces de generar, a partir de las herramientas tecnológicas, canales de interacción reales con nuestros clientes, asociados, alumnos, etc. Y que nos mostremos presentes y dispuestos a brindar nuestra ayuda. El problema no es la herramienta, sino qué tan buen carpintero es uno.
Por último, otra hoja en blanco nos puede servir para pensarnos en el día después de todo esto. Recomiendo realizar una lista de las 10 o 20 cosas que se proponen realizar a partir del día después de la cuarentena en adelante. Cómo reinventar el trabajo, estudio, qué nuevos hobbies se quieren practicar, de qué manera se van a fortalecer los vínculos con la familia, cómo nos reencontraremos con sus amigos y lo que sea.
*Fernando Grosso es Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Abierta Interamericana (UAI).