La primera ministra Sanna Marin, la jefa de gobierno más joven del mundo, planteó la idea de una semana laboral de cuatro días en un debate en agosto, cuando aún era ministra de Transporte, pero el Gobierno desmintió que se haya avanzado en su implementación o que se esté valorando hacerlo.
"En el programa del Gobierno no hay mención de una semana laboral de cuatro días. El tema no está en los planes del Gobierno. No ha habido ninguna actividad reciente", apunta un tuit la cuenta oficial del Ejecutivo finlandés. En la actualidad, los finlandeses trabajan de media unas 40 horas en cinco jornadas por semana, por lo que sonaba interesante el proyecto que hablaba de una semana de cuatro o cinco días, con una duración diaria de 8 o 6 horas, respectivamente.
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"¿Semanas laborales de cuatro días, seis horas de jornada, por qué no podría ser el próximo paso? Creo que las personas merecen pasar más tiempo con sus familias, seres queridos, pasatiempos y otros aspectos de la vida, como la cultura", explicó Marin, de 34 años, en agosto. Aunque sólo se trataba de una visión a futuro de cómo podría cambiar el país, en el marco de un debate en una convención de su partido.
Así, aunque el país destaca por estar a la vanguardia en lo que refiere a la flexibilización de los horarios de trabajo, ya que durante décadas ha estado experimentando cambios, no habrá más movimientos. En 1996 implementó el Pacto de Horas de Trabajo, una ley que otorga a la mayoría de los empleados el derecho de ajustar sus horas de trabajo hasta tres horas antes o más tarde al comenzar o terminar.
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La medida no está exenta de críticas. Hay quienes consideran que una reducción de las horas de trabajo sin ir acompañada de una reducción del salario supone un mayor coste para las empresas. Sin embargo, los defensores de la iniciativa aseguran que la productividad en los trabajadores aumenta, por lo que el resultado es positivo para la empresa y el trabajador.
Algunas experiencias
En agosto, la filial japonesa de Microsoft experimentó con una semana de cuatro días y el resultado fue auspicioso: un aumento del 40% en la productividad del trabajo. Según el periódico inglés, algunas compañías británicas han cambiado su semana a cuatro días, incluidas Elektra Lighting, Think Productive y Portcullis Legals. Los resultados obtenidos por estas empresas y algunos estudios recientes convalidarían la iniciativa de la ministra finlandesa.
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Una investigación realizada por la organización británica Trades Union Congress (TUC) constató que el 45% de los empleados desean tener una semana laboral de cuatro días y otro estudio realizado por Henley Business School indica que el 77% de los empleados admite que una semana de cuatro días mejoraría su calidad de vida.
Este cambio laboral también cuenta con argumentos favorables en cuanto a sustentabilidad, con estudios que indican que una semana laboral más corta conduce a una disminución significativa de la huella de carbono, ya que reduce los desplazamientos.
También está el ejemplo de la ciudad sueca de Gotemburgo, que implementó de forma experimental una jornada laboral de seis horas para el personal de salud. Los resultados determinaron que las enfermeras y enfermeros se sintieron más felices y abordaron sus tareas con más energía. Sin embargo, la medida fue abandonada porque implicaba más costos para la gestión interna de los hospitales.
La iniciativa de Marín ha cosechado elogios pero también críticas, incluso de políticos de otros países: el eurodiputado británico Daniel Hannan calificó la idea de "loca", y escribió un editorial donde asegura que muchas personas no quieren trabajar cuatro días a la semana.
En las últimas décadas, Finlandia ha demostrado su afición a las reglas de trabajo flexibles. En 1996 implementó el denominado Pacto de horario de trabajo, que otorga a la mayoría de los empleados el derecho de ajustar su horario de inicio o fin de trabajo. De este modo, el trabajador no puede modificar su carga horaria, pero sí mover su hora de ingreso hasta tres horas más tarde o más temprano.