Tras la devaluación ocurrida el lunes posterior a las elecciones PASO, y a la espera de que impacte en los precios y tarifas, las empresas y trabajadores están aún "masticando" el hecho de que este año será nuevamente un ciclo de pérdida del poder adquisitivo.
Ya se sabía que en 2019 no se recuperaría terreno sobre lo perdido en 2018 -de acuerdo a distintas consultoras privadas, fueron en promedio 18 puntos del salario para empleados fuera de convenio- pero, al menos, se tenía la expectativa de empatarle a la suba generalizada de precios. Hasta hace días, las consultoras de payroll en Argentina incluso preveían que el salario real de los no agremiados se recuperaría en 2020, de la mano de una mejora en la economía.
Pero una vez más, con una devaluación que, además, llegó con el segundo ajuste del año ya definido, todas las previsiones quedaron demasiado cortas.
En ese marco, en la Usina del Arte del barrio de La Boca se llevó a cabo un evento de la organización IDEA, donde especialistas en distintos paneles analizaron el estado actual y perspectivas a futuro a nivel económico, social, tributario, legal, etc. Titulado "La Semana del Management", el encuentro incluyó un panel sobre "El panorama económico y laboral que dejaron las PASO".
Luciano Cohan, Socio de Seido; Ivana Thornton, Directora del Negocio de Career en Mercer para Argentina, Uruguay y Paraguay; Marcela Angeli, Directora de Gestión de Talento y Compensaciones en Willis Towers Watson (WTW); y Diego Deza, Director Planes de Pensiones de la misma consultora, se prestaron a ofrecer un panorama de la difícil situación.
"La verdad es que cuando coordinamos este panel, estábamos en un contexto muy distinto. Pensábamos que tras las PASO íbamos a estar en un estado de cierta incertidumbre pero con una economía más estable. Pero la realidad nos pasó por encima, la devaluación sigue ocurriendo mientras estamos sentados acá, con el consecuente impacto que eso va a tener en la inflación y en los salarios", arrancó Director de Recursos Humanos para Sudamérica en Accenture, quien además lidera la red de Compensaciones y Relaciones Laborales de IDEA.
Cohan lo siguió en la misma línea: "Había hecho una presentación hace 15 días. La tuve que rehacer hace una semana. Armé otra presentación ayer, y ya no me sirve. Así que voy a tocar un poco 'a capella'", dijo antes de referirse a las principales dinámicas electorales que están impactando en la economía argentina, y que según describió, la definen "en el cortísimo plazo".
Para el economista, luego de la corrida del dólar posterior a las elecciones "hubo una inflación instantánea de entre 6 y 8 puntos, con lo cual la economía ya tuvo un alza de alrededor de 5 puntos de inflación para este año". Y si bien no está todo definido, solo con lo ocurrido en estas pocas semanas tras los comicios del 11 de agosto, la Argentina está mirando por lo menos a dos trimestres más de recesión.
"Este año, el piso de la devaluación es de 5% y la inflación de agosto y septiembre va a estar entre 4 y 5 puntos por mes. Diseñando escenarios optimistas, los salarios quedarán posiblemente más de cinco puntos por debajo de eso. E inmediatamente se traduce a la actividad, que va a volver a caer en el tercer trimestre", dijo al mirar el escenario más próximo.
Para el titular de Seido, la clave para saber qué ocurrirá después tiene que ver con la transición política y si los principales referentes logran -o no- dar con una solución cooperativa para la reestructuración de la deuda argentina con el Fondo Monetario Internacional.
Barajar y dar de nuevo
Las principales consultoras de payroll del país, que miden casi mensualmente qué perspectivas de aumentos salariales recibirán los empleados fuera de convenio, tuvieron que descartar las conclusiones obtenidas sobre este tema antes de los comicios primarios. Ninguno de los modelos preveía semejante cambio en el escenario político, económico y financiero.
Ya incluso antes de las medidas instaladas por el gobierno nacional en los últimos días -que impactaron en la cadena de pagos de las empresas y, por lo tanto, pegaron en los salarios- las consultoras decidieron barajar y dar de nuevo. Hasta el momento, sólo tienen resultados preliminares de las encuestas que están en curso.
En ese marco, Thornton aclaró que hasta mayo Mercer anticipaba que los no convencionados iban a ver alzas de 34,5% en 2019. Previo a las PASO, el número ya había subido a 38%, "lo que mostraba un interés de las compañías de acercarse a la inflación de 40% que se esperaba para el año".
"El primer incremento del año se había dado en 20% y la apuesta era a subir ese segundo ajuste de 12% a 15%. Pero tenemos un preliminar con 180 compañías que nos respondieron: la mitad en esa semana y media después de las PASO ya había revisado el presupuesto. Es un efecto concreto que tuvieron las elecciones: un 50% ya revisó el presupuesto y un 40% está pensando en hacerlo", aclaró la ejecutiva de Mercer.
Las compañías relevadas por esta consultora ya proyectan un alza del 41%, en base a una inflación estimada en 50% anual, aunque en muchos casos ese aumento no está aún aprobado por la casa matriz.
"La dispersión, igualmente, es protagonista. Hay algunas industrias en particular que tuvieron una pauta agresiva de incremento. Son compañías que tienen un alto porcentaje de su personal sindicalizado, y que dentro de sus cláusulas de negociación hay una de ajuste en caso de que se dispare la inflación. Son empresas de industrias a las que, comparativamente, en esta economía les está yendo mejor, como los bancos, la energía y algunas compañías de alta tecnología que exportan servicios", apuntó.
Consultada por el público del panel de IDEA, también Angeli ofreció algunos resultados preliminares de la encuesta que estaba desarrollando Willis Towers Watson. Hasta la semana pasada, las empresas preveían aumentos de sueldo de 43% para los no agremiados.
Hasta el momento habían respondido 260 compañías, de las cuales el 30% ya no iba a modificar más su presupuesto salarial, y el resto está buscando adicionar más puntos.
No obstante, "hay dos industrias que ya están en 49% para fin de año y otras dos que quedan en 41%", indicó la ejecutiva de WTW, abonando la misma hipótesis que su colega de Mercer sobre la dispersión.
"Todo nos da esto como resultado cierta recesión, sectores de la economía donde las empresas no tendrán el dinero para acompañar la inflación con incrementos salariales y van a quedar otra vez por detrás. No estamos incrementando salarios sino solo ajustando, tanto el año pasado como este año", sentenció.
Más consecuencias
Para las dos analistas de compensaciones, otro impacto concreto y cada vez más vertiginoso de la devaluación ha sido el incremento en la cantidad de mediciones y revisiones de variables vinculadas a la remuneración total de los empleados, que va mucho más allá del dinero.
"El cambio lo vemos en las empresas respecto de la frecuencia de revisiones de beneficios monetarios. Si hasta 2017 se revisaba una vez por año, luego se empezó a revisar dos veces, y después de las PASO la medición nos da que la frecuencia es tres veces al año. Hay algunas empresas que se han fijado ya revisiones trimestrales", mencionó Angeli.
"Esto nos pone en un panorama salarial muy cortoplacista. Si antes hacíamos revisiones bimensualmente, es probable que ahora lo revisemos cada dos o tres semanas. Porque además de ser un contexto inflacionario también es de contracción económica, y claramente las dos variables pesan mucho. Está la intención genuina de las empresas de acompañar la inflación, pero por otro lado está la realidad de negocio y cuánto impacta la crisis en su rentabilidad", añadió por su parte Thornton respecto de los sueldos específicamente.
En esa línea, recordó que otro impacto concreto de la devaluación de 2018 fue que cada vez más empresas dieron más de dos incrementos salariales y en meses no tradicionales.
Como contraparte, según dijo Angeli, la mayoría de los beneficios más valorados por los empleados tienen que ver con la flexibilidad horaria. "Pero dentro de los primeros 10 hay 3 o 4 que tienen un valor económico inmediato, como el pago de almuerzo o de la cochera. Creo que es como respuesta a este desvío que tenemos con la inflación y cómo siguen los aumentos salariales".
Deza añadió que en este contexto, los beneficios de bienestar financiero son muy valorados: "Las empresas están empezando a construir programas donde combinan educación -porque hemos perdido capacidad y conocimiento en términos financieros- con herramienta tecnológicas para el manejo del día a día de sus ingresos, y negociaciones corporativas para que puedan canalizar sus necesidades en condiciones ventajosas respecto de lo que lograrían de manera individual".
Pese a esto, los especialistas coinciden en que la práctica de pagar sueldos dolarizados no es generalizada en la Argentina y no está surgiendo como tendencia. "Pero sí hemos visto en el caso de ejecutivos que tienen planificación a largo plazo, que resulta un mecanismo fuerte de retención y atracción, porque están nominados en moneda dura. Y en el caso local, entonces, su valor se duplicó", indicó Thornton.
"Esto existió siempre, pero es ahora más valorado que antes. Por un lado, se ofrece una parte de la compensación que está protegida en dólares, y en casos especiales se suele otorgar algo más de ese largo plazo de lo que estaba convenido", cerró.