La incursión de las compañías de tecnología en el mundo financiero tiene intranquilos a los bancos. El lanzamiento de la la tarjeta de crédito Apple (Apple Card) y el desarrollo de una criptomoneda (Libra) por parte de Facebook son solo dos ejemplos recientes de una tendencia que el sector financiero considera inevitable.
Es por esto que entidades españolas estudian medidas para competir con las bigtech. Tal como señala el sitio Expansion, fuentes cercanas a la Asociación Española de Banca (AEB) señalan que el sistema bancario "se caracteriza por la elevada competencia entre sus componentes", pero reconocen que algunas entidades estudian alianzas e inversiones conjuntas relacionadas con nuevas tecnologías o nuevos modelos de negocio.
Los bancos aspiran a solventar una de sus mayores desventajas con respecto a gigantes como Apple, Google o Amazon: la potencia inversora.
En una reunión de los bancos celebrada en la sede de la patronal hace unas semanas, los banqueros consideraron la ventaja de unirse dos o más grupos bancarios en un mismo proyecto: los recursos disponibles serían mayores y, por lo tanto, se lograría "reducir el diferencial de capacidad" que el sector padece frente a las grandes plataformas tecnológicas globales, añaden.
La banca también planea realizar una explotación más intensa de "los datos bancarios ya existentes", según estas fuentes del sector. Una de las fortalezas de Google o Facebook es la capacidad de manejar cantidades masivas de información de sus usuarios (big data), lo que les permite extraer predicciones y tendencias de mercado.
En el sector bancario, pese a no disponer de bases de datos tan masivas, reconocen que hay información incluso de mayor valor que no se ha aprovechado en toda su capacidad.
Algunos bancos explorarán una tercera medida para plantar batalla a las grandes tecnológicas negociando la venta de sus servicios bancarios a plataformas globales. Es decir, actuar como proveedores de forma conjunta para ganar peso respecto a los grandes del sector tecnológico.
Esta opción permitiría agrupar la oferta de los bancos y desincentivaría la capacidad de los gigantes digitales para desarrollar una posición dominante.
El sector bancario español confía además en que los reguladores europeos atenderán en los próximos meses su demanda de suavizar el tratamiento regulatorio que tiene la inversión tecnológica y en software para las entidades.
La norma todavía vigente exige que los activos intangibles sean deducidos de las ratios de capital. Es decir, que la inversión en tecnología drena, en la práctica, solvencia a las entidades, lo que supone, según el sector, un desincentivo a las estrategias de transformación digital.
La banca europea en su conjunto, y en especial la española, lleva años haciendo lobby para convencer a las autoridades europeas de que se adopte un modelo normativo similar al estadounidense en este tipo de activos intangibles.
En esencia, el regulador pasaría a considerar que una parte de la inversión en software tiene un valor intrínseco que no se vería afectado en una insolvencia, de forma que no tendría que deducirse totalmente de las ratios de capital regulatorio.
Un informe del banco de inversión UBS en el que se analiza esta posibilidad estima que la ganancia de las ratios de capital de máxima calidad podría superar los 20 puntos básicos para Santander y BBVA.
Fuentes del sector señalan que la recepción de la propuesta por parte de las autoridades ha sido favorable. Esta no es la única nota positiva que los reguladores y supervisores han lanzado a la banca tradicional.
El Comité Digital de la AEB ha constatado que la postura de las autoridades globales respecto a la entrada de los gigantes tecnológicos en el sector bancario se ha "endurecido significativamente" en lo que va de año, según fuentes próximas al mismo.
Es el caso, por ejemplo, del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés), que en febrero reclamó elevar la vigilancia sobre las bigtech que proporcionan o planean prestar servicios bancarios, debido a su potencial impacto en las finanzas globales y la estabilidad.
Más recientemente, el pasado 8 de junio, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió de la potencial "disrupción" que probablemente provocarán estos gigantes tecnológicos cuando decidan entrar a competir, apalancados en "sus enormes bases de clientes y sus carteras llenas de dinero para ofrecer productos financieros basados en el big data y la inteligencia artificial".
Pese a la promesa de modernización e inclusión financieras que traen consigo, desde el FMI consideran que existe un peligro real de concentración de mercado que podría conducir a un sistema financiero más vulnerable en el medio y largo plazo.