Muchos países buscan reducir su dependencia del dinero en efectivo, impulsando alternativas digitales más eficientes y seguras para transferir valor. Esta transición es clave no sólo para actualizar los medios de pago, sino también para mejorar la inclusión financiera e impulsar el crecimiento económico.

Los sistemas de pago en tiempo real brindan una facilidad inigualable: permiten a las personas enviar y recibir dinero al instante, en cualquier momento y desde cualquier lugar, eliminando la necesidad de efectivo físico o métodos de pago tradicionales como las tarjetas o el cheque. Además, promueven el pago entre pares, simplificando la división de facturas y el intercambio de gastos.

Al mismo tiempo, las empresas pueden gestionar mejor el flujo de caja, reducir los costos de procesamiento de pagos y aumentar la satisfacción del cliente. El acceso instantáneo a los fondos también les permite optimizar el capital de trabajo y tomar decisiones comerciales más rápidas.

¿Pero no es un hecho que desde hace varios años apenas un pequeño porcentaje de la oferta monetaria consiste en efectivo físico? ¿Acaso nuestro dinero no era ya digital? En parte sí, pero de manera muy ineficiente o costosa. En la primera ola de digitalización del dinero, los sistemas de los diferentes jugadores estaban desconectados entre sí al no haber un protocolo de transferencia unificado que facilitara las operaciones, con lo cual proliferaron soluciones que cobraban "peajes" por interconectar los puntos.

Hoy, la revolución viene de la mano de estándares y protocolos que facilitan el intercambio de valor de forma instantánea sin intermediarios. Por esta razón más de 80 países en todo el mundo comenzaron a ofrecer pagos en tiempo real -Argentina entre ellos-, marcando una tendencia muy clara. Y si bien hay muchos casos interesantes, sin dudas el de Brasil se destaca del resto.

En noviembre de 2020, el Banco Central de Brasil (BCB) presentó Pix, un sistema de pago electrónico cuyo objetivo era habilitar transacciones más rápidas en un sector bancario relativamente concentrado y que en muy poco tiempo superó todas las expectativas: desde su lanzamiento, más de 150 millones de personas (casi el 85% de la población adulta) y 14 millones de empresas han utilizado el sistema, según datos del BCB.

En 2023 se procesaron más de 42 mil millones de transacciones, superando los pagos de tarjetas de crédito y débito combinados en aproximadamente un 23%. El nuevo mecanismo de pago también ha promovido la inclusión al permitir que más de 71 millones de personas que no habían realizado ninguna transferencia digital en el año anterior al lanzamiento, se convirtieran en usuarios activos.

En comparación con otros sistemas de pago electrónico, incluidos los de las economías más avanzadas, esta nueva herramienta ha logrado la tasa de adopción más rápida en términos de transacciones per cápita. A continuación, identificamos las claves de la asombrosa transformación del mercado de pagos brasileño.

Al acelerar las transacciones, los sistemas de pago en tiempo real estimulan la actividad emprendedora, alientan la innovación y promueven la eficiencia económica. Es un proceso que no tiene vuelta atrás y lo que estamos viendo es solo el comienzo.

*Por Matías Gorganchian, co-founder de kamiPay

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