Muchos de nosotros interactuamos diariamente con inteligencia artificial (IA) de diferentes maneras.

Miramos los mapas para ver el tránsito en las calles y saber cuánto tiempo vamos a tardar en llegar a la oficina, el pronóstico del clima para ver qué tan abrigados debemos ir, usamos Chat GPT para algunas de nuestras tareas y, muy probablemente, los algoritmos de las plataformas de streaming nos indiquen qué serie podemos ver cuando lleguemos a casa.

A pesar de estos enormes avances, esta gran democratización tecnológica requiere un manejo responsable.

Según un estudio global de PwC, la IA podría contribuir con 15,7 billones de dólares adicionales a la economía mundial para 2030 y, aunque esto creó una gran oportunidad para la innovación, también requiere estar alertas por posibles consecuencias a raíz de su mal uso, tales como problemas de seguridad, de sesgo y desinformación.

¿Cuántas veces en el último tiempo vimos imágenes creadas y editadas con IA? Puede ser algo gracioso, como ver al Papa con una campera super moderna, pero también puede tratarse de una situación con malas intenciones, como fue la supuesta detención de Donald Trump o el falso discurso de Barak Obama.

Es por ello que es mandatorio tener herramientas preventivas como la capacitación y reactivas como bien puede ser FakeCatcher, una tecnología creada por Intel que puede detectar videos falsos con una tasa de precisión del 96%.

Aunque no hay una lista de tareas para el uso responsable, es importante tener principios claros y desarrollar una estrategia de IA responsable, para que efectivamente la tecnología esté en todas partes, pero sin dejar atrás la ética.

En este marco, resulta sustancial la revisión de la tecnología desde todas las caras del dado. La visión multidisciplinaria es fundamental en las estrategias de responsabilidad para que la tecnología tenga en cuenta aspectos que van desde la protección del medio ambiente hasta el respeto a los derechos humanos.

Llevar la IA a todas partes de manera responsable es clave para el avance colectivo de las empresas y la sociedad, una premisa que empieza en el desarrollo y continúa cuando la implementamos en nuestras casas.

En ese sentido, una clave que no debemos olvidar es la inclusión. Debemos seguir trabajando para que la tecnología esté al alcance de todas las personas, independientemente de su edad, ubicación, etnia, género u origen.

Un claro ejemplo que puedo recordar es el de Elvira Contreras, una docente jubilada de 62 años que vive en Villa La Angostura y fue premiada en Intel AI Global Impact Festival por un proyecto de inteligencia artificial para la industria textil.

Por todas estas razones, las prácticas responsables de IA son más importantes que nunca. La responsabilidad debe ser la base de la innovación a lo largo de su ciclo de vida para garantizar que esta tecnología se construya, implemente y utilice de una manera segura, sostenible y ética.

*Por Adrian De Grazia, Americas Digital Sales Director & Argentina Country Manager at Intel Corporation

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