El término Experiencia de Usuario (UX), tan prevalente hoy en día, tiene sus raíces desde el inicio de los tiempos. La aspiración de crear productos útiles, accesibles, intuitivos y estéticamente agradables se remonta a milenios atrás.
La UX es, en esencia, la manifestación de la empatía que los creadores sienten hacia quienes utilizan sus creaciones.
Aunque esta empatía permaneció constante, lo que evolucionó es el contexto en el que se aplica.
Actualmente, concebimos la UX como una experiencia integral centrada en el usuario durante todo el proceso de diseño de un producto.
Esto abarca desde la investigación inicial hasta el diseño de la interacción, pasando por el diseño visual, el contenido, la accesibilidad y la usabilidad.
En un mercado saturado, la UX se convirtió en un campo de estudio y práctica esencial para el desarrollo de productos digitales.
El futuro llegó, hace rato
Vivimos una era dorada en la historia del diseño. La tecnología avanza a pasos agigantados, y lo que antes era ciencia ficción, ahora es parte de nuestra realidad diaria.
La forma en que interactuamos con los productos está en plena transformación, extendiéndose más allá de los dispositivos tradicionales para integrarse en nuestro entorno.
Como profesionales del diseño, somos conscientes de que debemos incorporar en nuestro trabajo interacciones más inmersivas, como:
- la realidad aumentada
- la realidad virtual
- el Internet de las Cosas
- los asistentes de voz, entre otros
Con los avances en inteligencia artificial, surge el campo de la "Computer Vision", que entrena a las computadoras para interpretar y comprender el mundo visual a través de imágenes y videos digitales.
Esto no solo permite la identificación de contextos, sino también la libre movilidad de los sujetos en el espacio y la interacción en tiempo real con entornos virtuales y aumentados. Aplicada a la UX, esta tecnología puede crear interfaces y experiencias más intuitivas y automatizadas.
Imaginá un sistema que, al detectar que el usuario levanta ambas manos, ejecute un sonido de aplausos y encienda luces de colores.
Estos cambios ya están ocurriendo, y es el momento de plantear preguntas que definirán el rumbo de nuestra disciplina:
- ¿Cómo serán las experiencias de consumo en productos digitales que trascienden la pantalla de un celular o una computadora?
- ¿Cuál será nuestra relación con la famosa Inteligencia Artificial?
- ¿Nos conformaremos con los prompts o aspiraremos a más?
- ¿Cómo nos posicionaremos en el espacio geográfico?
- ¿Cómo será esa realidad híbrida y cómo interactuaremos con ella?
Además, es crucial reconocer que cada vez más aspectos de nuestra vida cotidiana estarán automatizados.
Entonces, ¿cómo será la interacción de los usuarios digitales con su entorno? Si como diseñadores nos limitamos a decidir la ubicación más cómoda para un botón de "continuar", estamos siendo complacientes con el análisis del resultado final.
Tomemos como ejemplo el uso diario de Alexa: la mayoría de las configuraciones se resuelven con atajos, como programar la limpieza a las 10 de la mañana cuando no hay nadie en casa.
Este enfoque se intensificará y, si la digitalización que vivimos se orienta hacia la autonomía del software, la toma de decisiones autónomas y la inteligencia artificial, la interacción humana con estos sistemas será diferente, no solo en alcance y uso, sino también en la creación de nuevas oportunidades de negocio, productos y servicios.
Nos encaminamos hacia un contexto digital en el que los humanos deberemos interactuar con un nuevo entorno, y la experiencia de usuario evolucionará como el lenguaje que utilizamos para comunicarnos con los productos que empleamos.
¿Cuánto falta para que esto sea parte de nuestra realidad diaria? No puedo precisarlo, pero lo que sí sé es que nuestra labor es hacer que la transición sea imperceptible. ¿Te acordás la última vez que usaste un mapa de papel en un auto?
*Por Santiago Echazú, CEO y Co-Founder de Paisanos