One Life, y su cripto OneCoin, llegaron a Córdoba como una empresa de alcance internacional liderada por una mujer búlgara, llamada Ruja Ignatova. Al igual que el caso de Generación Zoe, esta firma ofrecía rendimientos en dólares y criptomonedas a partir de una importante inversión inicial. Y, al igual que la empresa que lideraba Leonardo Cositorto, las cosas no salieron como se esperaba.
Tras una larga investigación, un empresario y un médico fueron condenados por la Justicia por integrar una asociación ilícita dedicada a concretar estafas en la que captaban inversores para las inexistentes criptomonedas "One coin" y Zeven coin.
El empresario Adolfo Domínguez (34) recibió una pena de tres años y seis meses de prisión y el médico Aldo Leguizamón (54) obtuvo una sentencia de cuatro años y tres meses.
En ambos casos la prisión es de cumplimiento efectivo.
En la sentencia emitida por el juez Manuel Ayán, a cargo del juicio abreviado, detalló que en la etapa de instrucción del proceso "los acusados reconocieron de manera libre y voluntaria su participación dolosa en el delito, esto es, haber tomado parte de la organización criminal que se dedicaba a ofrecer una supuesta criptomoneda".
Cómo funcionaba la asociación ilícita
El fallo detalla que se probó que las criptomonedas que se ofrecían como una oportunidad de negocio rentable, no existían como tal.
One Life, y su cripto OneCoin, llegaron a Córdoba como una empresa de alcance internacional liderada por una mujer búlgara, llamada Ruja Ignatova
"No eran reales", sino que eran parte de un "ardid utilizado por los imputados para disimular una estafa piramidal".
Los condenados "entregaban supuestos tokens a las víctimas a cambio de sus erogaciones", pero que "no tenían ningún valor fuera del ecosistema creado por la propia organización", que se trataba de la plataforma DealShaker.
Mediante esa estrategia, con grandes inversiones en publicidad y promesas de respaldo internacional, se captó el masivo interés de los inversores que recibían ganancias de dinero, mediante el sistema piramidal, hasta que dejaron de percibir los beneficios.
La empresa One Life ofrecía, a partir de un contrato, el acceso a una membresía, que los convertiría en usuarios de servicios financieros y comerciales.
Para comenzar los interesados debían realizar una inversión inicial de u$s60.000 dólares.
Una vez depositados se podía acceder a un paquete de información financiera y una cantidad determinada de tokens, con la promesa de que los mismos se transformarían en la esperada criptomoneda.
Para ingresar, los interesados debían realizar una inversión inicial de u$s60.000 dólares.
Sin embargo, en el año 2017, Ignatova desapareció y no se vuelto a saber de ella desde entonces.
Documentos internos muestran que u$s526 millones provinieron de China en 2016.
También, se hicieron aportes desde Corea del Sur, Hong Kong y Alemania. Incluso en países más pobres como Vietnam, Bangladesh y Uganda, hubo gente que se desprendió de grandes sumas de dinero, según el informe, The Missing Cryptoqueen , emitido por BBC Mundo.
El principio del fin
La compañía detrás de esta ICO rechaza las acusaciones de que es una estafa y declara que "OneCoin cumple todos los criterios de la definición de una criptomoneda".
También asegura que el podcast de la BBC en el que Jamie Bartlett investiga a la mujer detrás de OneCoin "no presenta ninguna información veraz y no puede considerarse objetivo ni imparcial".
En la causa declararon especialistas en el universo de las criptomonedas. Uno de ellos comparó OneCoin con Bitcoin.
La diferencia radica en que este último tiene un blockchain detrás, que resulta la columna vertebral de la tecnología.
Es un registro contable, público, trazable y encriptado de todas las operaciones de la red. De esas características carecía y carece OneCoin.
La compañía también afirma que las acusaciones hechas al respecto en todo el mundo están siendo cuestionadas.
De esta manera, afirma: "Nuestros socios, nuestros clientes y nuestros abogados están ganando batallas en todo el mundo contra quienes dicen esto y estamos seguros de que pronto se reconocerá que se trata de una 'revolución financiera'".