El Banco Central (BCRA) compró u$s250 millones en el mercado cambiario y, en principio, el primer resultado luce promisorio.
Si bien se trata de un efecto post medidas, sobre todo porque la rueda estuvo bloqueada en parte de la jornada, el balance definitivo se verá en las próximas jornadas.
En este escenario, el Gobierno se juega a que estas nuevas restricciones a las importaciones junto a las medidas que se tomaron en el mercado de la deuda en pesos, sirvan para estabilizar el escenario.
El objetivo de fondo: que el BCRA empiece a acumular reservas y los papeles en pesos dejen atrás el derrape; una vez recuperada la confianza, entonces, la autoridad monetaria podría salir a vender esos títulos de manera gradual.
La incertidumbre detrás de la medida del Gobierno
Si bien para muchos protagonista se trata de un escenario óptimo, no lo es tanto para los jugadores del mercado, más propensos a pensar que estas últimas iniciativas de emergencia son un paso más hacia lo inevitable: medidas de fondo que alcancen al mercado cambiario y al capítulo fiscal.
En bancos y consultoras económicas deslizaron que este cuadro tan complejo se encamina inexorablemente hacia un escenario similar al de 2014.
A comienzos de aquel año, el gobierno de Cristina Kirchner se vio obligado a devaluar y a subir las tasas de interés con el objetivo de cortar la pérdida de reservas, que también sucedía a pesar del CEPO.
En el inicio de 2014, la distancia entre las cotizaciones del dólar se estabilizó entre 60% y 80%. Un nivel históricamente elevado. En paralelo hubo una fuerte caída de las Reservas: se perdieron nada menos que u$s2.838 millones en el mes, un retroceso de 9,3%.
Dólar: ¿qué efecto tendría una devaluación?
Hasta el momento, el tándem Guzmán-Pesce se negó a una medida así. No es lo mismo, claro, venir con una inflación de 25% que se acelera al 40% por la devaluación -como sucedió en aquel febrero de 2014- que hacerlo en medio de una dinámica donde el índice de precios muestra un alza interanual superior a 60%, con perspectivas de llegar a una inflación bien por encima del 70%.
Los economistas que dan cuenta de un atraso cambiario ahora lo sugieren en torno al 15%. No mucho más.
Eso sí, una devaluación por sí sola no serviría para nada. Argentina tiene experiencia de sobra en los últimos años. A una medida de ese tipo habría que acompañarla con una suba de las tasas de interés. Como en aquel 2014. Pero, sobre todo, por un alineamiento fiscal que en aquel momento no se hizo.
A favor de que una medida de ese tipo pueda "salir bien" esta vez cuentan que ahora -a diferencia de 2014-, la Argentina no está ni en default ni en litigio con los holdouts.
Hay dos cuestiones que suman a favor: por un lado, los precios récord de las materias primas que exporta la Argentina, sobre todo la soja. También -y aunque esto puede ser más discutible- el acuerdo con el FMI, que podría servir como ancla de expectativas cuando se toman medidas polémicas y de riesgo.
El ajuste y la pata fiscal
Hasta ahora, el Gobierno fue muy "liviano" en materia fiscal. Se anunció una segmentación de tarifas que aún no se puso en práctica pese a publicarse en el Boletín Oficial.
El "ajuste" no sería sólo mediante las tarifas de los servicios de luz y gas. Desde el FMI ya explicaron que habría que hacer recortes adicionales en la obra pública, de cara al segundo semestre.
Habrá que estar atentos a los efectos de las medidas anunciadas este lunes 27 de junio. Sí rápidamente queda en evidencia que el BCRA no logra acumular divisas. O si se agranda la brecha cambiaria que les quite incentivos a los exportadores para liquidar su producción de soja. Entonces, será complicado que mejore el panorama.
La inflación, entre los puntos oscuros. Está claro que el efecto negativo de las medidas tomadas en la mañana del lunes se relacionan con el nivel de precios y el impacto en la actividad económica.
Contra el deseo y la expectativa de Martín Guzmán, la inflación de este mes se enfila a convertirse en el cuarto mes consecutivo con un índice superior al 5%. Así lo establecieron los últimos informes de las consultoras económicas que miden, en tiempo real, la evolución de los precios.
La traba a las importaciones derivará pronto en eso: una remarcación adicional por parte de los importadores.
Habrá que ver si, como prometió el Gobierno, los insumos para la producción quedan a salvo de las medidas. En estos procesos inflacionarios suele jugar más las expectativas que los hechos reales. La brecha cambiaria es una realidad cuyos efectos no se pueden pasar por alto.
Para que quede claro: las decisiones de Guzmán y Pesce obedecen a transitar un "mal menor". El asunto es si esas medidas son definitivas o de transición hacia un nuevo escenario. La mayoría suscribe esto último.
La cuestión es si Alberto Fernández va a encarar algo así, y con quiénes llevaría adelante ese plan. Algo que, ahora mismo, parece ciencia ficción. Pero que, muy probablemente, dentro de algunas semanas el escenario quede planteado y haya que tomar decisiones, según analizó un artículo de iProfesional.