Así como el surgimiento de las criptomonedas no solo representa, para la sociedad, el desafío de entender una nueva tecnología, sino que además su implementación y adopción requiere romper con estructuras mentales formadas a lo largo de la historia, las Organizaciones Autónomas Descentralizadas (DAO) van por el mismo camino.

Si bien, lógicamente, se pueden encontrar analogías en organizaciones existentes, las DAO pueden ser una revolución en para el futuro de las empresas, de las comunidades e, incluso, de los gobiernos.

En su caso, nuevamente es la tecnología blockchain la que hace posible diseñar una red totalmente automatizada, con un funcionamiento descentralizado y una instancia de toma de decisiones horizontal, en la que cada integrante de la DAO tiene una cuota de poder de decisión.

Básicamente, una DAO permite que un grupo de personas conforme una organización, con un fin y un determinado financiamiento, todo reglado mediante smart contracts que garantizan que se cumplan el objetivo y las tareas necesarias para que esa organización funcione.

Un ejemplo muy sencillo podría ser un fondo, que tiene como objetivo invertir en la bolsa de valores. Si se constituye como una DAO, quienes quieran invertir reciben un token que certifica su inversión y les permite contar con un voto. Luego, entre todos, deciden por mayoría en qué empresas invertir y se ejecuta la acción. Entre otras cosas, deberían determinar qué valor inicial tendrá cada token, cuándo se pueden retirar fondos, plazos, etc. Ahí es donde se aplican los contratos inteligentes que fijan las reglas de la DAO.

El camino de ese tipo de organizaciones se está haciendo al andar y en esa historia quedó como una mancha el fracaso millonario que significó el fondo de ahorro a largo plazo que justamente se llamaba The DAO. Este tenía una falla en el código que fue detectada y aprovechada por alguien que, de manera anónima, retiró 50 millones de dólares, provocando un terremoto que afectó hasta a Etherum, que era donde se asentaba la organización.

Otro ejemplo más reciente, exitoso pero sin final feliz, fue el caso de ConstitutionDAO, un crowdfunding establecido como una DAO, que tenía la finalidad de recaudar fondos para comprar una copia original de la Constitución estadounidense que salía a remate. Si bien, finalmente, un millonario se quedó en la subasta con la copia, la organización recaudó nada menos que 43 millones de dólares. La gran mayoría, en solo 48 horas, y fue tal la repercusión que generó que mucha gente conoció una DAO a partir de esta iniciativa.

Una DAO permite que un grupo de personas conforme una organización

¿Cómo sigue esta historia? Seguramente las DAO serán objeto de regulaciones, tanto de tipo legal, como fiscal, que terminarán de configurarlas y establecer su alcance.

En este momento, una organización descentralizada, programada correctamente, puede aplicarse a cualquier emprendimiento privado que involucre una comunidad, ya sea para recaudar fondos con un fin, invertir en algún proyecto, o convertirse en una empresa que funcione de manera colectiva y automatizada, sin necesidad de contar con un CEO.

Ese espíritu de organización horizontal, en el que prima la voluntad de la mayoría, permite que se pueda aplicar sin inconvenientes en iniciativas de gobierno.

 

La implementación del presupuesto participativo podría ser un ejemplo. En este caso, podríamos tener un barrio que cuenta con un monto de dinero determinado y que debe decidir en qué obras invertirá, mientras que el municipio debería llevar adelante dichas tareas sobre la base de plazos, desembolsos y rendiciones determinados. Con una DAO, todo este proceso sería de fácil verificación para los vecinos y no habría posibilidad de falsear información.

Sin duda, por su potencial y aplicabilidad, las DAO reúnen condiciones para popularizarse y convertirse en un horizonte posible para la conformación de comunidades empresariales y públicas en un plazo de tiempo no muy lejano.

*Maximiliano Hinz es Director General para Latam de Binance

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