A medida que pasa el tiempo y que evoluciona la tecnología, blockchain no solo se utiliza con fines monetarios, como es el caso de monedas digitales como Bitcoin o Ether, sino que es la base de diferentes tipos de operaciones y transacciones. El de contratos inteligentes es uno de ellos. Tal vez, "el más futurista", dice Franco Amati, cofundador de Signatura y la ONG Bitcoin Argentina.
Un contrato tradicional es simplemente un papel notarial que detalla acciones que han de ser llevadas a cabo bajo ciertas condiciones, pero este papel no controla el cumplimiento de las acciones, sino que las asegura. En caso de que algo del contrato no se cumpla, podría ser confiado a la acción de la justicia, quien debería resolver los inconvenientes.
Los contratos inteligentes (o smartcontracts) son programas informáticos que ejecutan acuerdos establecidos entre dos o más partes, generando que ciertas acciones sucedan como resultado del cumplimiento de una serie de condiciones específicas. Es decir, se ejecutan y se hacen cumplir a sí mismos de manera automática y autónoma, cuando se dan las condiciones previamente programadas en el código, de manera imparcial y sin necesidad de que actúe una tercera parte, como un escribano o un abogado.
Para Amati, "en un contrato normal, si uno no cumple, la otra parte tendría que ir a la justicia. El inteligente, evita eso. Si el contrato no se respeta, hay un arbitraje automatizado en base a lo que dice el código. Esto es lo revolucionario, porque evita un montón de riesgos que tienen los contratos tradicionales".
Por su parte, Juan José Mendez, Chief Brand Officer de Ripio, explica que "los contratos inteligentes digitalizan las características de los contratos tradicionales y los convierten en software. Al estar basados en tecnología Blockchain, sus condiciones y funciones adquieren comportamiento a través de algoritmos y se vuelven más transparentes, seguros y eficientes, evitando la intervención de agentes certificadores intermediarios como escribanos, contadores o garantes".
A eso, Leo Elduayen, cofundador y COO de Koibanx, empresa de soluciones de blockchain, suma: "su uso agrega particularmente valor cuando en un proceso tenemos varias partes involucradas que necesitan tener certeza de que hayan sucedido determinados sucesos de manera íntegra para ejecutar un intercambio de valor"
Para Sebastián Wain, cofundador de CoinFabrik, que también desarrolla soluciones blockchain para distintas empresas, "la diferencia con un contrato normal es que todas las partes pueden verificar que el programa se ejecuta según lo acordado y también quien disparó las transacciones". Cualquiera puede convertirse en un validador y verificar la autenticidad de la correcta ejecución del contrato inteligente y el estado de la base de datos, "sin necesidad de un tercero", plantea Wain.
Otro aspecto relevante, según comparten todos los expertos consultados, es que ninguna de las partes podría manipular a su beneficio la computadora donde el contrato fue escrito o inclusive el código de su software.
Al respecto, el ejecutivo de Ripio, remarca que: "una de las ventajas de los contratos desarrollados con tecnología blockchain es que se crean sobre bases de datos públicas y descentralizadas, es decir que cualquier programador podría auditar el código con el que son programados los contratos".
Por su parte, el vocero de CoinFabrik complementa: "Si la blockchain es tolerante a lo que se denominan fallas bizantinas puede soportar que hasta un tercio de los nodos fallen o sean maliciosos. El contrato es copiado entre todos los nodos que participan y no reside solo en la computadora donde fue escrito. Aun así, es importante destacar una confusión que sucede a menudo: por más bien implementados que estén los contratos, si una blockchain depende de sistemas externos a ella y esos sistemas fallan o son atacados, el contrato va a fallar".
Casos de uso
Según cuenta Leo Elduayen, el desarrollo de contratos a nivel mundial se encuentra bastante evolucionado, existiendo varias empresas que están ya aplicándolos para mejorar sus procesos.
Particularmente, dice el ejecutivo, "desde Latinoamérica se gestó RSK, uno de los protocolos que permiten la creación de contratos inteligentes. Sobre RSK se pueden programar contratos inteligentes asegurados por la red de Bitcoin (la más segura del planeta), lo cual lo vuelve atractivo e innovador para las principales empresas que desarrollan soluciones aplicando esta tecnología, como Koibanx, Bitex y Signatura, entre otras".
Para Sebastián Wain, el caso principal en uso es el de notarizar documentos para poder probar que un instrumento existía alrededor de una fecha y hora particulares. "El concepto se llama proof of existence (prueba de la existencia) y se puede aplicar en muchas áreas. Por ejemplo, en la registración y verificación de patentes. De esta manera, bajo ciertas premisas de seguridad, no hay forma de registrar una patente como si tuviese una fecha anterior", ejemplifica.
Según cuenta el ejecutivo de Ripio, en la Argentina existen algunas empresas que están desarrollando contratos inteligentes de crédito. RCN es una red de préstamos que utiliza contratos inteligentes para ampliar el acceso a servicios crediticios a escala global.
Hoy opera a través de la billetera digital Ripio, permitiendo a los usuarios argentinos de la aplicación solicitar préstamos de forma sencilla a personas de todo el mundo. RSK, por su parte, está desarrollando una plataforma basada en contratos inteligentes que permitirá exportar las funcionalidades de la tecnología Ethereum a Bitcoin.
A nivel mundial, con la ayuda de IBM, la cadena de supermercados Walmart está utilizando contratos inteligentes para optimizar sus cadenas de distribución en Estados Unidos. Además, agrega Juan José Mendez, empresas como Civic utilizan contratos inteligentes para aportar mayor transparencia a los sistemas de verificación de identidad de aplicaciones y entidades financieras, en tanto que startups como Nebula están explorando el uso de contratos inteligentes para garantizar la privacidad en registros de salud.
"Desde Koibanx hemos trabajado en su implementación para billeteras de pago como, por ejemplo, con el Banco Davivienda, uno de los más importantes de Colombia; también para programas de lealtad e incentivos, lo hemos integrado para Tarjeta Naranja y para intercambio de instrumentos financieros, lo estamos explorando de la mano de una fiduciaria local", se explaya Elduayen.
Otro ejemplo es el Centro de Estudios Sociales y Tecnológicos (CESYT), un instituto de educación superior que en 2015 se convirtió en el primer ente oficial en el mundo en registrar sus diplomas en la red Bitcoin.
Gracias a esta tecnología, explicaba Rodolfo Andragnes, Director Ejecutivo del Instituto CESYT, en una reciente entrevista a CriptoNoticias, se puede verificar en cualquier parte del mundo la autenticidad del documento sin necesidad de consultar un organismo intermediario.
Cuestión de madurez
Si en algo coinciden los entrevistados es que, si bien la tecnología tiene un gran potencial, aún queda mucho camino por recorrer en tanto existen ciertas limitaciones que impiden su evolución. "Es básicamente un tema de madurez", exclama el fundador de ONG Bitcoin Argentina. "Creo que se va a avanzar, pero soy un poco pesimista con los tiempos. Es un tema de madurez de la tecnología, pero también de la gente".
Según explica, los contratos inteligentes funcionan sobre monedas digitales como Bitcoin o Ether mientras que los tradicionales lo hacen en pesos o en dólares. Entonces, el contrato no serviría de mucho, porque si el precio del bitcoin cambia, estaría cambiando lo que dice el contrato.
"De todas formas, esto se está solventando con una nueva tecnología que es de criptodólares, una especie de dólar digital que permite hacer todo lo que se hace con bitcoin, pero con una moneda que siempre vale un dólar. Necesitamos que los Estados hagan su propia moneda digital para que los contratos inteligentes puedan ser utilizados por el usuario común y no solo en sectores de nicho", completa.
Otro problema es que no todo es sistematizable, hay cosas que son subjetivas y no se pueden poner en código, no todo es matemática en la vida y en los contratos. María Elena Murano, Líder de Blockchain en IBM Argentina, explica: "Hay cuestiones filosóficas en juego. Hay mucha inquietud sobre si en código se podrían o no contemplar todas las condiciones que se pueden dar".
La vocera también remarca que los contratos inteligentes hoy no son legales, "todavía la tecnología dista de ser tan formal y abarcativa". Por un lado, tiene que haber de parte de la justicia algún tipo de declaración como ha sucedido en algunos estados de Estados Unidos, como Delaware, donde se ha dicho que todo lo que quede registrado en una blockchain es documento de prueba. Hoy tiene que haber un acuerdo de partes para que la justicia apruebe algo y, aun así, puede que sea considerado sin validez si existe una ley que lo determine.
"Hasta que no haya jurisprudencia no podemos estar seguros de cómo será la evolución de esto", exclama Murano.
La uberización de la Justicia
En un contexto ideal, superadas las limitaciones, esto podría ser un beneficio para usuarios finales y también para bancos o compañías que pueden recurrir a este tipo de servicios para registrar transacciones, acuerdos o contratos. No así para escribanos y abogados, que podrían ver amenazados sus roles.
El cofundador de Signatura y la ONG Bitcoin Argentina es contundente. "El contrato inteligente elimina el sistema judicial como intermediario porque se estaría reemplazando lo que sucede si el contrato no se cumple, este tipo de contratos es inviolable, lo que dice se tiene que cumplir sí o sí. El servicio de los profesionales ya no sería necesario", dispara Amati.
Pensemos, por ejemplo, en los países donde los DNI tienen chip, esos documentos se podrían conectar a una computadora y firmar un contrato online en blockchain de manera tal que nadie podría decir que eso no se firmó y quedaría en un lugar imborrable, con otra persona que haga lo mismo en su computadora.
"En casos así, no es necesario que haya un escribano para validar esas firmas", postula el experto.
"En cuanto a los abogados, en un mundo de contratos inteligentes, tendrían menos roles también. Se podría necesitar uno si hay algo que surge de eso. Otro tema es que no hay jurisdicciones en esto porque está todo en la nube. Lo que diga el código lo ejecutan nodos que están en cualquier parte del mundo. En el tema de litigio, muchos roles desaparecen. Tal vez no el que redacte el contrato, pero el de los escribanos debería tender a desaparecer", completa Amati.
En tanto que el vocero de Koibanx considera que los contratos inteligentes ya están trascendiendo. "En distintas partes del mundo, muchas instituciones financieras y gobiernos ya están investigando cómo aplicarlos, y los fondos de inversión se están interesando e invirtiendo en compañías que trabajen con esta temática. Y en el plano comercial existen ya varios jugadores que lo utilizan a diario".
"Internet tardó 20 años en ser completamente adoptado, Blockchain lleva nueve y los contratos inteligentes cuatro, estamos viviendo su adopción. Esta es aún más acelerada que con sus tecnologías predecesoras", asegura Elduayen.
"Creo que estamos ante una revolución tecnológica de la magnitud de lo que fue Internet o incluso la revolución industrial. Sin duda cambios como este obligan a los profesionales –abogados y escribanos– a seguir capacitándose y mantenerse al día. Creo que, en lugar de reemplazar a los profesionales, nos va a forzar a especializarnos, reinventarnos e intervenir en dónde realmente agreguemos valor al proceso productivo", enfatiza el experto.
Por su parte, el responsable de CoinFabrik es un poco más cauto. En una blockchain privada siempre va a existir la instancia judicial para decidir si un contrato inteligente respeta el espíritu de un contrato legal. "Hay aspectos humanos de las leyes que no se pueden reflejar en un programa", sostiene.
Un análisis de BBVA Research señala que los smartcontracts no sustituirán a los abogados, sino que serán una evolución del sistema legal y que el papel de los juristas podría cambiar, pasando de adjudicar o litigar contratos individuales, a producir plantillas para estos contratos.
Vinculado con ello, María Elena Murano, de IBM, considera que los abogados y escribanos van a ir evolucionando en la función que puedan llegar a cumplir y descubriendo nuevas aristas.
"Un escribano, por ejemplo, es el que estudió y sabe todas las condiciones para que un poder, un documento, sea válido. La tecnología obliga a que las profesiones vayan mutando y se vayan adaptando", subraya.
Tal como plantea Franco Amati, falta mucho camino por recorrer en materia de contratos inteligentes, pero sí es un hecho que escribanos y abogados de litigios tienen en frente de sí la tecnología blockchain.
Como ha sucedido con palabras como "nube", "Inteligencia artificial", "bitcoin" o "blockchain", y a pesar de sus limitaciones, el de "contrato inteligente" es un concepto que toma cada vez más relevancia. Después de todo, a todas las industrias les llega su Uber.