La pandemia demostró que todo gran cambio es una gran oportunidad para buscar una mejor forma de trabajar y crear. Con la masificación de las exigencias impuesta por las restricciones de circulación para digitalizar prácticamente todos los negocios y operaciones posibles, la demanda de desarrollo de nuevas plataformas y sitios web creados de forma rápida y eficiente aumentó a un ritmo nunca visto en el último año y medio.
También quedó en evidencia que eran necesarias nuevas herramientas y metodologías para ayudar a los desarrolladores a satisfacer las demandas, pero también para que la transformación digital fuera alcanzable para diferentes tipos de empresas, independientemente de su tamaño.
Así, entró en juego una forma simplificada de desarrollar sitios web, aplicaciones empresariales internas, aplicaciones de cara al cliente y de replanificación, basada en un proceso de "baja" codificación.
La codificación baja, o "low-code", es un enfoque del desarrollo de software que reduce la cantidad de códigos especialmente desarrollados que se necesitan para crear un nuevo producto, mediante la incorporación de interfaces de arrastrar y soltar, el modelado de procesos, las plantillas de código reutilizables y los kits de desarrollo de software, entre otros procesos de programación.
Cuando se trabaja con cientos de procesos de desarrollo al mismo tiempo (y no con cientos de equipos de desarrolladores diferentes), como hacen las empresas de ciberseguridad hoy en día, la toma de decisiones y el diseño de cada proceso se vuelven abrumadoras.
Modelo de "modalidades"
Por eso se replicó cada vez más en la industria un modelo de "modalidades", que implica considerar procesos más estandarizados para lo que llamamos experiencia del desarrollador.
Estas modalidades permiten tener una visión más matizada de cómo deben actuar los productos de desarrollo en diferentes situaciones, resumiendo la forma en que el desarrollador busca interactuar con el producto.
El low-code es una de las más revolucionarias, en donde nuestros desarrolladores buscan patrones reutilizables para reducir esfuerzos siempre que sea posible, y se benefician de plataformas de codificación potentes y sólidas ya establecidas como las que tenemos hoy en día.
En el fondo de este nuevo enfoque está el objetivo de hacer que las creaciones de la programación, como las que hacemos para la gestión de la identidad, sean sencillas, independientemente de la modalidad.
Ese objetivo tan básico y complejo a la vez, era inimaginable hace sólo unos años, y ahora es alcanzable para una mayor variedad de desarrolladores: entusiastas, estudiantes, profesionales y equipos especializados.
Si se tiene en cuenta los actuales estándares de demanda, todos queremos ayudar a proporcionar la misma experiencia intuitiva, predecible y "mágica" a los desarrolladores, independientemente del lugar en el que se encuentren en este espectro, y gracias al cambio de mentalidad en el desarrollo y la ingeniería de software que trajo a la luz el low-code, estamos avanzando a grandes pasos.
Y no es un tema menor, el low-coding realmente presenta una ventaja tanto para los especialistas como para los desarrolladores no profesionales porque es una facilitación del proceso en todos los aspectos: permite acortar los tiempos de desarrollo en un 50-90%, y reducir los distintos gastos involucrados hasta en un 20%.
Pero además, consideramos que el low-coding es fundamental para construir un negocio que evolucione más fácil y profesionalmente, ya que simplifica el trabajo necesario para mantener el software desarrollado más complejo, y por tanto reduce la carga de actualización de los sistemas liberando el tiempo de los desarrolladores para proyectos de mayor valor en su lugar, y para encontrar formas de innovar, según detalló un artículo de iProfesional.