Las películas de ciencias ficción parecen ser una reflejo de la realidad próxima. Poco a poco, los laboratorios comienzan a producir: carne, coches, órganos, y sangre. Incluso, hasta la madera se cultiva y crea en condiciones de laboratorio.
Una pieza de New Atlas explica como cientos de objetos de todo tipo se crean actualmente de manera artificial y ya hay ejemplos de todo este avance en aplicaciones en el mundo real y que, como es lógico, podrían ayudar a crear una economía más sostenible y más respetuosa con el medio ambiente.
Es decir, más de la mitad de la tierra agrícola está ocupada por la producción de carne y para tratar de reducir el impacto medioambiental, los investigadores han puesto el foco en la carne cultivada en el laboratorio.
La comida del mañana
Hace años era algo propio de novelas de ciencia ficción, pero en 2018, la compañía israelí Aleph Farms presentó el primer bistec cultivado por completo en laboratorio. Ahora se espera que su pollo de laboratorio llegue a los estantes de los supermercados en los próximos meses.
La compañía asegura que es capaz de producir más de 1.000 libras de pollo cultivado en un solo día.
Por otro lado, la compañía Perfect Day desarrolla una leche sin animales prácticamente idéntica a la leche de vaca al utilizar hongos diseñados para producir las proteínas e incluso el sabor de la bebida. Por su parte, Imagindairy hace lo propio a partir de bioingeniería.
Desde hace más de medio siglo, los científicos lograron reproducir diamantes que son química y físicamente idénticos a los encontrados de manera natural, pero en su momento no fueron vistos con buenos ojos a pesar de que son más baratos y pueden borrar por completo las preocupaciones ambientales y éticas de la industria minera.
Todo esto cambió. En 2018, el gigante de joyería De Beers lanzó una línea completa de diamantes cultivados en laboratorio. En 2021, Pandora anunció que ya no vendería más diamantes extraídos.
Otro elemento clave que está presente en nuestras vidas es la madera, un proyecto reciente dirigido por un estudiante de doctorado del MIT sugiere esta posibilidad.
A través de células vegetales vivas, los científicos desarrollaron una forma de convertir esas células en estructuras similares a la madera. Además, utilizaron matriz de gel para guiar la forma del crecimiento celular y varias hormonas para regular la producción de lignina. ¿El resultado? Un material similar que podría lograr en el futuro crear mesas, sillas, puertas, y papel.
En el sector de la automoción sigue sonando a ciencia ficción, pero el proyecto que presentó Mercedes con su ambicioso BIOME en 2010 da una idea de hacia dónde puede dirigirse.
"El interior del BIOME crece a partir del ADN de la estrella de Mercedes en la parte delantera del vehículo, mientras que el exterior crece a partir de la estrella en la parte trasera", explicó una fuente de Mercedes-Benz.
"Para adaptarse a los requisitos específicos del cliente, la estrella de Mercedes está diseñada genéticamente en cada caso, y el vehículo crece cuando el código genético se combina con la cápsula de semillas. Las ruedas se cultivan a partir de cuatro semillas distintas", añadió.
Argentina y las foodtech
En línea con una tradición de producción de alimentos que la define, la Argentina ya tiene una industria foodtech (acrónimo de comida y tecnología) propia que crece de manera acelerada y con proyectos de expansión en el resto del mundo.
Carne de laboratorio
Con propuestas para toda la cadena de valor, ofrece desde ingredientes hasta productos basados en proteínas vegetales, análogos cárnicos y alimentos congelados. El objetivo es llegar a un público con mayor conciencia alimentaria.
Este grupo está mayormente integrado mayormente por flexitarianos (consumen carne de modo esporádico y concentra casi el 30% de la población argentina), vegetarianas y nuevas generaciones que buscan:
- Alimentos saludables
- Conocer el origen de las materias primas
- Modelo de negocio sustentable (ya que el ganado genera gases de efecto invernadero y consume tierras y agua)
- Comidas fáciles de elaborar
"La Argentina es valorada como gran productor de alimentos aunque de no mucho valor agregado. La tecnología permite sumar valor a los comodities que tenemos, no solo soja y cereales, sino a todas las categorías. Es uno de los principales motivos por los cuales surgen proyectos, mientras que también hay mucho apetito de los inversores en este rubro a nivel global", remarca a iProUP José Robledo, cofundador de Frizata.