Token o ficha recreativa (si se lo traduce del inglés), es una palabra que se convirtió en una de las más utilizadas en los últimos meses. William Mougayar, autor del libro ‘The business blockchain’, lo define como: "una unidad de valor que una organización crea para gobernar su modelo de negocio y dar más poder a sus usuarios para interactuar con sus productos, al tiempo que facilita la distribución y reparto de beneficios entre todos sus accionistas".
Un 'token' tiene semejanzas con 'bitcoin', ya que tiene un valor aceptado por una comunidad y se fundamenta en blockchain, pero a la vez es un concepto más amplio.
¿Por qué? Porque más que una moneda, ya que tiene más usos. Además, casi todos los 'tokens' se asientan sobre el protocolo (de blockchain) Ethereum, más completo, según los expertos, que la blockchain de bitcoin.
Por ejemplo, DAI es un token cuyo contrato inteligente está montado en la red de Ethereum para que funcione como una moneda digital: tiene reglas automáticas de emisión en base a los activos en otras criptomonedas (denominado "colateral") que recibe el contrato para mantener el valor a la par del dólar.
Otro ejemplo es un juego llamado CriptoKitties, también montado en la red de Ethereum, en el que los usuarios coleccionaban "gatitos virtuales", cada uno con su propia personalidad, como si fueran figuritas cripto. Ese fue el puntapié inicial de los NFT.
¿Qué es un NFT?
Las siglas corresponden a "Token No Fungible". Es decir, a diferencia de cada DAI, que siempre vale un dólar, cada NFT vale lo que el mercado indique que está dispuesto a pagar. Por eso son "no fungibles". En otras palabras, no es posible intercambiarlos (o gastarlos) por un bien de otra índole y de valor económico equiparable. Por el contrario, los NFT:
- Guardan información en la red (blockchain)
- Representan un bien único e irrepetible (por ejemplo, el primer tuit de Elon Musk)
- Puede ser un archivo digital que contiene un texto original, audio, imágenes o un video
Cristina Carrascosa, abogada experta en blockchain, amplia que "un 'token' servirá para aquello que la persona u organización que lo diseñe y desarrolle decida. Los 'tokens' admiten varias capas de valor en su interior, por lo que es quien lo diseña el que decide qué tiene dentro un 'token' concreto".
Además, la experta reconoce que la 'tokenización' está todavía en una fase prematura. No solo es un problema de ausencia de regulación internacional. Además, "convertir derechos en activos meramente digitales implica un nivel superior de complejidad para los usuarios no tecnólogos".
Otros token que hacen furor son los sociales. Son un poco diferentes a la gran cantidad de tokens de liquidez DeFi que aparecieron en los últimos meses. Están construidos en torno al principio de la "economía de la propiedad" con la premisa de que una comunidad será más valiosa mañana que hoy.
Los creadores pueden monetizar su trabajo como un token no fungible (NFT), o token social, y los partidarios pueden dar algo a cambio para mostrar su lealtad. Los influencers acuñan sus propios tokens para ofrecerlos como recompensa, o los venden para obtener ingresos adicionales.
Cooper Turley de Audius explicó hoy en Bankless que: "los tokens sociales proporcionan un medio no solo para compartir las ganancias financieras con sus creativos favoritos, sino que también permiten un acceso escalonado y tokenizado basado en contribuciones activas".
Por ejemplo, la artista Laura Driskill dirige un popular canal de Instagram y produce videos de Respuesta Autónoma del Meridiano Sensorial (ASMR, por su sigla en inglés) para ayudar en la relajación y el sueño. Ella creo su propio token social ERC-20 llamado TINGLE para que sus seguidores lo compren a cambio de una mayor interacción o la compra de mercancías.