Las críticas a instituciones como el Banco Central Europeo o la Reserva Federal de Estados Unidos se han multiplicado en los últimos años. Y con ellas, la búsqueda de instituciones o mecanismos para eludir estas instituciones tradicionales.
Sectores a la izquierda y a la derecha del espectro político coinciden en sus críticas a los bancos y las instituciones financieras en general. Desde el movimiento Occupy Wall Street hasta la nueva derecha europea. Es en este contexto que tenemos que entender el surgimiento y la expansión de las criptomonedas. De hecho, podríamos decir que las criptomonedas son a las instituciones financieras lo que las redes sociales a los medios tradicionales de comunicación.
Por esto, para entender el fenómeno del Bitcoin, es imprescindible hacerlo desde la filosofía y su trasfondo sociopolítico, más que alrededor de lo estrictamente económico o financiero. Esto es especialmente importante cuando, tras el boom que estamos viviendo en estos inicios del 2021, muchas personas están subiéndose al tren del Bitcoin atraídas por su alta rentabilidad, sin conocer del todo el contexto en el que surgió esta criptomoneda.
Refresquemos un poco la memoria: haciendo corto un cuento largo, y cómo ya mencionamos más arriba, Bitcoin surgió en los albores de la crisis económica de 2008. Más precisamente el 31 de octubre de 2008, solo unas horas después de la caída de Lehman Brothers que provocaría una crisis casi sin precedente, Satoshi Nakamoto -el pseudónimo utilizado por la persona o el equipo detrás de la esta criptomoneda- publicó el primer whitepaper de Bitcoin, proponiendo un sistema que permitiría superar la necesidad de intermediarios como los bancos y las instituciones financieras para facilitar y auditar las transacciones.
Primera lección de esta historia: Bitcoin nunca se pensó como una inversión, a pesar de que éste sea su mayor atractivo hoy en día. Es más: tampoco fue pensado como una forma de comprar y vender bienes, sino que más bien forma parte de una línea ideológica y filosófica más que de finanzas.
Y esto tiene que ver con una segunda lección importante que hace al surgimiento y el desarrollo de esta cripto. Bitcoin no tiene dueño. Es de todos y de nadie al mismo tiempo. No existe una empresa llamada Bitcoin que lo administre, ni hay un Banco Central que los emita. El Bitcoin sobrevive junto con la Internet en millones de computadoras.
Tampoco hay reservas que le den, su precio no se maneja según el oro o los dólares que hay en algún banco o caja fuerte. Incluso su creador dio los primeros pasos del Bitcoin y cuando vio que todo marchaba sobre ruedas, desapareció.
La pregunta que todos comienzan a hacerse cada vez que el Bitcoin da un gran salto, es si efectivamente se materializará su promesa de reemplazar al dólar como gran divisa internacional.
Tercera lección sobre la historia del bitcoin: su finalidad no es reemplazar a los dólares como moneda de cambio para comprar una pizza en un local techie de Manhattan. Bitcoin es mucho más que eso: es una idea revolucionaria. La propia idea de crear un sistema monetario lejos de las manos de un gobierno, es en sí misma una bastante libertaria y anarquista, cuyo crecimiento todavía sorprende.
Pero para seguir respondiendo a esta pregunta, es importante pensar en Bitcoin como potencial reserva de valor. Para que algo funcione como reserva de valor tiene que tener previsibilidad.
Y hoy en día, ¿qué activo financiero tiene previsibilidad? Si por todos lados vemos memes y caricaturas sobre cómo el Banco Central Europeo y la FED están inundando el mercado de billetes.
Y, ante esta situación, las criptomonedas gozan de cada vez más confianza relativa sobre esos activos tradicionales, por una sencilla razón: es el único activo a nivel mundial que no tiene intereses políticos y económicos de por medio, sino que está basado en fundamentos técnicos.
En tanto idea y tecnología, Bitcoin está generando una revolución en los mercados tradicionales. Pero ojo. En su ejecución, no representó un cambio radical como creíamos en aquel entonces. Al menos todavía.
Las promesas originales del Bitcoin no se han materializado, y aunque haya superado los u$s50.000, no podemos olvidar que en su génesis nunca fue un mecanismo financiero para medir en dólares. Y los que verdaderamente nos enamoramos de la idea original de Bitcoin, aún la seguiremos esperando, más allá de lo alto que sea el próximo pico.
*Joan Cwaik es autor y divulgador tecnológico, especialista en criptomonedas y brand ambassador de Paxful