A estas alturas de 2020, pagar con una tarjeta bancaria puede parecer cosa del siglo pasado. Lo es: su origen se remonta a la década de 1910. Debido a la pandemia, se está acelerando la tendencia hacia una sociedad sin dinero físico, pero además hay otras formas de digitalizar el valor económico que también se crearon en el siglo XX y que ahora buscan modernizarse.
Un activo digital es cualquier tipo de recurso que, o bien representa a un activo real digitalizado (un valor financiero, una acción de una empresa o un inmueble) o directamente ha sido creado de manera digital y tiene un valor en sí mismo (por ejemplo las criptomonedas o las páginas web). "La representación digital de activos existe desde el siglo pasado y funciona muy bien para intercambiar valor de manera confiable y eficiente", indica Francisco Maroto, líder de la disciplina Blockchain en BBVA.
Sin embargo, todo se puede mejorar y eso es lo que podría hacerse con ‘blockchain‘ (o la tecnología de cadena de bloques), una forma de estructurar datos que aumenta la seguridad, asegura la trazabilidad y descentraliza el control de las acciones. En particular, en el caso de activos digitales se está apostando por la tokenización, un proceso dentro de ‘blockchain’ que permite sustituir ese activo por un código.
"Al tokenizar un activo, lo representamos como dígitos y letras, y obtenemos una representación criptográfica única: el token del activo", explica Carlos Kuchkovsky, responsable global de Investigación y Patentes en BBVA. Además, al digitalizarlo, "puedes incluir que ese activo tenga lógica interna, esté sujeto a ciertas condiciones y sepa interactuar y recibir información".
La tokenización supone una nueva forma de hacer las cosas. "Con los activos digitales al uso, es una entidad central la que aporta confianza. En el caso de los activos tokenizados esto se podría hacer de manera distribuida o descentralizada, más eficiente y rápida, mejorando la experiencia del usuario", resume Maroto.
Tecnología en condicional
De la tokenización de activos digitales hay que hablar en condicional. Como señala Maroto, se trata de una tecnología en la que se está avanzando rápidamente, pero "con cautela", y su estado de la cuestión depende mucho de cada país y su regulación de activos.
"En Inglaterra se han emitido bonos tokenizados en el ‘sandbox’ regulatorio, un entorno seguro donde se pueden hacer este tipo de pruebas aún sin regulación adaptada; el DBS Bank de Singapur está desarrollando un ‘exchange’ para intercambiar activos digitales tokenizados; y en EE. UU., hay ‘fintech’ como Securitize que están realizando emisiones de este tipo de activos", enumera el experto.
En el gigante asiático, China Construction Bank, había anunciado la emisión de un bono ‘offshore’ en forma de ‘tokens’ basados en ‘blockchain’ y valorado en 3.000 millones de dólares, que finalmente ha sido postergada.
Por su parte, la Comisión Europea presentaba en septiembre un primer borrador de reglamento sobre Mercados de Criptoactivos (MiCA, del inglés ‘Markets in Crypto-assets’), en el que definen distintos tipos de activos, proveedores y posibles servicios de este mercado.
"La tecnología está ahí: hay que crear el mercado y los ecosistemas, conseguir que haya oferta y demanda, y generalizar su uso. Una vez que haya una regulación vigente será mucho más fácil avanzar", apostilla Maroto. Precisamente, el experto recuerda también la seguridad que eso otorgará al usuario: "La regulación es buena para proteger al consumidor, tiene más certezas de que no va a ser engañado y confianza para trabajar con ese activo tokenizado".
Financiación, inversión y sostenibilidad
Si seguimos con el condicional, pero miramos al futuro potencial de esta tecnología, hay un amplio abanico de posibilidades. Por ejemplo, en el caso de pymes y ‘startups’, los activos tokenizados pueden ser una gran baza para conseguir financiación. "Emitir bonos mediante tokens para financiarse daría acceso a canales más sencillos, eficientes y con un acceso global. Podrías listar ese token en un ‘exchange’ o varios ‘exchanges’ en España, Alemania, EE. UU. y países asiáticos, y así tener acceso inmediato a nuevas vías de financiación alternativa y a muchos más inversores", indica Maroto.
Si estamos al otro lado del tablero de juego y lo que queremos es invertir, Kuchkovsky señala que la mayor revolución es que "podremos orientar totalmente nuestra inversión a nuestros valores y propósitos; por ejemplo, si queremos invertir en activos no relacionados con armas, que ayuden a la comunidad local o que cumplan con los objetivos de descarbonización".
Es algo que actualmente ya se puede hacer, pero "con los activos digitales implicará mucha más transparencia y eficiencia: sabes a ciencia cierta que el dinero que inviertes no va a poder tocar nada que no tenga las condiciones que has marcado".
Precisamente con foco en la descarbonización, Maroto indica que "tendría mucho sentido utilizar activos digitales tokenizados en los mercados relacionados con la sostenibilidad, como los créditos de carbono y los activos para compensar huella medioambiental".
Además, según la visión de Alexis Hamel, Director General de Solaris Digital Assets en la ‘startup’ Solarisbank, los activos digitales en redes descentralizadas pueden cambiar de propietario sin necesidad de intermediarios, lo que hace que las transacciones sean más rápidas, más baratas y más transparentes.
Esta compañía, de la que BBVA es socio inversor, ofrece una API para custodiar activos digitales como Bitcoin, Ethereum y Tokens ERC-20, para que los clientes puedan salvaguardarlos de forma segura y a la vez tengan garantizado el acceso a esos activos en ‘blockchain’. Para ello utilizan "un modelo de seguridad descentralizado que permite que las transacciones se firmen de forma segura de una manera distribuida y matemáticamente probada", indica Hamel.
Dinero tokenizado y programable
Si hablamos de dinero en sí mismo, tal y como lo entendemos tradicionalmente, la tokenización y la digitalización podría permitir dar un salto al futuro con dinero programable. "Sería posible poner condiciones a tus pagos. Por ejemplo, en una máquina de ‘vending’, que un euro tenga una lógica interna asignada y solo permita comprar productos sin alcohol o sin azúcar", indica Kuchkovsky.
"El dinero tokenizado podría ayudar a mejorar la lucha contra el blanqueo de dinero y la financiación de terrorismo", señala Kuchkovsky. Hay que tener en cuenta el equilibrio entre utilidad, ética y privacidad: "Tenemos que asegurar que se sigue preservando el anonimato, nadie tiene por qué saber en qué gastas tu dinero. Para esto hay técnicas como la zero-knowledge proof (prueba de conocimiento cero por sus siglas en inglés), que permite verificar que dos personas bien identificadas se han enviado algo de manera no fraudulenta, pero sin desvelar quién ni para qué".
Los bancos centrales están estudiando cómo gestionarlo y la posibilidad de emitir dinero digital. "El Banco Central Europeo acaba de lanzar un cuestionario a la comunidad financiera sobre la posibilidad de emitir un euro digital. Desde BBVA lo seguimos de cerca y con Iberpay, la Sociedad Española De Sistemas De Pago, estamos trabajando en un proyecto sobre dinero digital tokenizado usando ‘blockchain’", indica Maroto.
Aunque aún tenga retos por delante, la tokenización de activos digitales promete despegar en cuanto la regulación lo permita. "La tokenización de activos tradicionales en activos digitales tiene el potencial de revolucionar completamente la forma en que intercambiamos valor", señala Hamel de Solarisbank. Desde BBVA, Kuchkovsky lo indica: "Estamos preparados, ahora se trata de esperar a la curva de madurez y de continuar generando conocimiento y capacidades, tanto internamente como junto al ecosistema externo".