En el marco de las crisis mundial originada por el Coronavirus, la implantación de nuevos modos de pago, la lucha contra el fraude fiscal y la economía sumergida y, más recientemente, el desarrollo de divisas digitales en China, Rusia, Estados Unidos y en la Unión Europea parecen anunciar el fin del uso de billetes y monedas del día a día.
De hecho, este martes, el Consejo de Ministros ha aprobado el anteproyecto de ley de prevención y lucha contra el fraude fiscal, que incluye, entre otras medidas, la limitación del pago en efectivo hasta los 1.000 euros en el caso de empresarios y profesionales y hasta 2.500 euros entre particulares, aunque señalando que su meta es seguir "disminuyendo cuantías", según Europa Press.
El plan
Esa reducción paulatina de la cantidad de efectivo con la que se permite pagar tiene como intención la reducción de la economía sumergida y la evasión fiscal, por lo que el objetivo a largo plazo de estas medidas implica la desaparición del dinero en papel y moneda, aunque podría no llegar a producirse debido a que su uso está recogido en los principios del Tratado de la UE.
Sin embargo, el uso del dinero en efectivo sigue reduciéndose, en parte por la creciente digitalización de los pagos y, en los últimos meses, debido a las dudas sobre su papel como posible agente de contagio del coronavirus y por el aumento del pago online y con tarjeta que se ha registrado en los últimos meses, como reflejan los datos de Visa.
Además, el desarrollo por parte del Banco Central Europeo (BCE) del euro digital, su proyecto de divisa electrónica basada en blockchain con el que responder a iniciativas similares por parte de Estados Unidos, Rusia o China, también podría desterrar aún más al efectivo del día a día de los ciudadanos comunitarios.
No obstante, esta posibilidad ya ha sido descartada este pasado lunes por la presidenta del BCE, Christine Lagarde, que ha explicado que la institución monetaria está estudiando seriamente el euro digital, aunque señalando que "nunca reemplazará al dinero en efectivo", sino que complementará su uso.
Las posibilidades de supervivencia del dinero en efectivo no parecen del todo claras
¿Se viene el fin del efectivo?
Pese a las declaraciones de Lagarde, las posibilidades de supervivencia del dinero en efectivo no parecen del todo claras. Así, el profesor de Finanzas de ICADE Business School, Luis Garvía, explicó recientemente a Business Insider España que la desaparición del efectivo es "una de las derivadas más interesantes" del proyecto de euro digital debido a su impacto en la lucha contra el fraude fiscal.
Mientras, Marc Sansó, profesor de EAE Business School y CEO de Elsebits, considera que, si bien es posible que no desaparezca, el efectivo podría ser pronto un vestigio del pasado. "El cash está en un proceso de agonía que puede ser más o menos lento, pero la previsión es que en los próximos 5 o 6 años en la mayoría de las economías desarrolladas los pagos en efectivo tengan un papel testimonial".
El experto destaca que el proceso de sustitución del dinero en efectivo por las plataformas digitales de pago "ya lo estamos viendo en algunos países como China", donde las aplicaciones móviles como Wechat permiten realizar pagos cotidianos, por lo que estima que "España no va a ser menos y la zona euro tampoco".
Ante este escenario, Marc Sansó resalta que "para no excluir a grupos de población más reticentes como los mayores o aquellos con algún tipo de problema asociado al uso de los pagos online, se deberá seguir permitiendo el pago offline y garantizar la privacidad, retos todavía muy importantes por solucionar".
Digitalización y política monetaria
Sansó afirma que el fin del efectivo es uno de los 5 retos asociados a la implantación del euro digital, del que prevé que "será una realidad" en los próximos años pese a las dificultades técnicas, regulatorias, de competencias y de adaptación social a esta nueva divisa electrónica.
Entre ellos, señala a la lucha contra el fraude y la evasión fiscal, vinculando al efectivo con el "impacto brutal de la economía sumergida en la UE", aunque destaca que el euro digital también ayudará a reaccionar a "potenciales reacciones del sistema económico monetario ante, por ejemplo, pandemias como la actual con un fuerte rechazo al efectivo".
En este punto su opinión coincide con la de Luis Garvía, que asegura que el euro digital supondrá más control porque "todos vamos a ser más conscientes de lo que estamos haciendo, más control significa más eficiencia, más y mejor gestión de recursos", restando importancia a la pérdida de privacidad en las finanzas personales y poniendo el foco en el control de las políticas públicas.
Por otra parte, el profesor de EAE Business School considera que otro de los retos que afrontará el euro digital es "la necesidad de reaccionar ante la digitalización de la economía y los nuevos métodos de pago". Sansó señala que la divisa electrónica europea debería contar con "una plataforma de interacción con el usuario común para todos los europeos, un reto importante que aumentará la seguridad en pagos digitales".
La UE debe reaccionar para evitar que estas divisas alteren "incluso la soberanía del euro frente a estas organizaciones.
Al igual que en los métodos de pago, el euro digital afrontará un escenario marcado por "nuevas divisas que están descentralizadas y controladas por organismos que no son bancos centrales", como el proyecto Libra de Facebook. Marc Sansó destaca que la UE debe reaccionar para evitar que estas divisas alteren "incluso la soberanía del euro frente a estas organizaciones".
Por último, Sansó también apunta al impacto del euro digital en la política monetaria de la zona euro, que califica de "evidente", aunque destacando que todavía no se ha analizado "cómo influyen las tasas cruzadas de diversas divisas y cuál es la diferencia que puede haber entre divisas digitales y divisas convencionales".
Respecto a las consecuencias que pueda tener en la política monetaria, Luis Garvía ha afirmado que "nadie tiene ni idea de cuáles son las implicaciones", aunque afirma que supondrá una "revolución" para la estructura actual del sistema financiero y la adaptación de la política monetaria tradicional "al nuevo entorno exigente, dominado por Internet y las tecnologías asociadas con la información".