El fervor alrededor de las criptodivisas es masivo, especialmente en torno a su versión pionera y más mediática, el bitcoin, de nuevo protagonista. Pero estsa vez, ese protagonismo se lo da el haber experimentado en los últimos días un desplome en su valor hasta situarse por debajo de los u$s5.000, su nivel más bajo desde octubre de 2017.Las criptodivisas o monedas digitales, que clasificamos por el momento como "activos" ya que no cumplen con los atributos intrínsecos del dinero, y la tecnología de registro distribuido (DLT en inglés) sobre la que descansan, representan un espectro de oportunidades todavía por explorar.
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En una sociedad cada vez menos aferrada al uso del efectivo, ¿son las criptodivisas la solución futura a los pagos? Este debate, que va más allá del bitcoin o de otras monedas digitales privadas, ha alcanzado, como no podía ser de otra manera, a los propios bancos centrales, es decir, a la única institución facultada para emitir dinero con validez legal, según El País.Tradicionalmente, los bancos centrales han restringido el acceso digital a sus balances a los bancos, mientras que estas limitaciones no existen en el caso del dinero físico. La emisión de monedas digitales podría salvar este obstáculo permitiendo que, al igual que ocurre con el efectivo, cualquier agente (y no solo bancos) pudiera tener acceso al balance del banco central.Con una ventaja adicional, y es que este no tendría que asumir los riesgos y costes operativos relacionados con la administración de cuentas individuales de hogares y empresas.
Aunque pueda parecer una cuestión lejana, es un tema apremiante en países donde la demanda de efectivo ha estado disminuyendo de forma drástica, como es el caso de Suecia, que ya cuenta con un programa piloto para el desarrollo de su propia moneda digital, el e-krona, con recurso al Riksbank y con el mismo valor que la corona sueca.
Las monedas digitales se revelan, por tanto, como una oportunidad para desarrollar un medio de pago igual de seguro que el efectivo, pero que ofrece soluciones a retos futuros. Es por eso que, a pesar de las muchas incertidumbres respecto a su funcionamiento e implicaciones, el trabajo ya está en marcha en la mayoría de bancos centrales.
Según una encuesta reciente realizada por el Banco de Pagos Internacionales (BIS) a 80 bancos centrales, un 69% de los encuestados está o pronto estará realizando trabajos relacionados con monedas digitales y un 57% investiga su aplicación. Es necesario más tiempo, por tanto, para conocer la utilidad que acabarán teniendo las criptodivisas, privadas o emitidas por bancos centrales, pero lo que es una realidad es que serán precursoras de un cambio en la forma en la que se proporcionen los servicios financieros en el futuro.