Suiza ha sido el destino por excelencia para guardar dinero apelando al secreto bancario. Pero ahora, las criptomonedas guardar el completo anonimato de los tenedores de activos y, casualmente, el país helvético está marcando el rumbo hacia una regulación global de las monedas digitales..
A los supervisores no les gusta que los bancos especulen con los activos en su balance. Un paso en falso, un riesgo mal asumido, y el sistema financiero puede poner en jaque el buen hacer de una economía, como se demostró con el estallido de la crisis financiera de 2008. Por este motivo, el supervisor de los mercados financieros de Suiza (Finma) ha decidido aplicar una de las varas de medir más duras a la negociación de criptomonedas por parte de la banca penalizando su capital.
Aunque no ha hecho ninguna comunicación oficial, Finma ha remitido un comentario a Expert Suisse, la asociación de auditores, gestores y asesores fiscales del país, en la que señala que próximamente otorgará un peso del 800% respecto a los activos ponderados por riesgo a las criptomonedas que se encuentren en manos de los bancos. Esto quiere decir que cada bitcoin que un banco tenga en su balance, valorado ahora en 6.278 dólares (5.605 euros), consumirá capital por al menos 40.520 euros.
Esta es una de las mayores restricciones impuestas por un supervisor, que pretende con ello desincentivar en gran medida la negociación de las criptomonedas debido a su alta volatilidad. Las divisas virtuales, con el bitcoin a la cabeza, se convirtieron en el activo financiero estrella de 2017, anotándose revalorizaciones superiores al 1.400%. A lo largo de este ejercicio, sin embargo, el sueño de oro de los inversores en monedas virtuales se ha visto truncado con pérdidas de hasta más de la mitad de su valor.
Las enormes fluctuaciones de las criptomonedas son las que han llevado a Finma a tomar esta decisión, pues si los bancos se hicieran con una importante proporción de estos activos, sus balances podrían dispararse o hundirse sin control.
Para entender las implicaciones de las restricciones anunciadas por la autoridad helvética, basta saber que los supervisores europeos imponen una ponderación del 0% a la deuda pública de la zona euro, del 35% a la concesión de hipotecas por debajo del 80% del valor de tasación y del 75% en los créditos a Pymes, según señala FT
La penalización al capital que más se asemeja a la impuesta a la familia del bitcoin y el ethereum es la de los préstamos dudosos. Los supervisores obligan a acumular capital por entre un 1.000% y un 1.250% para los créditos improductivos, cuyo valor puede desaparecer completamente. Aunque en menor medida, esa es la postura de Finma: los bancos que deseen tener criptomonedas deberán acumular unos niveles de capital parecidos a los que tienen para hacer frente a activos que pueden perder todo su valor de un día para otro.
En la negociación de acciones, el consumo de capital depende de la calificación crediticia de la entidad. En el peor de los casos, cuando la compañía de la que se poseen el capital no tiene ráting, la penalización asciende al 150% del valor de la inversión, es decir, todavía 750 puntos básicos por debajo del peso de los criptoactivos.
"Se trata de una restricción tremendamente estricta pensada para prácticamente acabar con la negociación de criptomonedas por parte de las entidades", apunta Fernando Rojas, consultor de servicios financieros de AFI.
Además, Finma quiere establecer un máximo para las posiciones en criptomonedas (incluyendo posiciones largas y cortas) que en ningún caso podrán superar el 4% de los activos totales de la entidad. El supervisor, además, exigirá que las entidades le avisen cuando sus posiciones estén cerca de alcanzar esta barrera, aunque no deja claro si dará o no publicidad a esta notificación en el mercado.
Por último, Finma ha decidido considerar a las divisas virtuales como activos ilíquidos, lo que se traduce en que el dinero que los bancos tengan invertido en ellas no computará para las ratios de liquidez.
Hasta la fecha, sólo Suiza ha incluido penalizaciones a la negociación de criptomonedas y sólo las entidades del país se verán afectadas por la normativa. Sin embargo, fuentes financieras sostienen que este puede ser el primer paso de una regulación más global, pues el país ya ha ejercido de pionero en otras ocasiones en materia financiera. De hecho, no es casualidad que el Banco de Pagos Internacionales (BIS), el banco de los bancos centrales responsable de gran parte de la regulación del sistema financiero tras la crisis, tenga su sede en Basilea.
En lo que respecta a la zona euro, la postura del Banco Central Europeo es de sobra conocida y va en línea con el sentimiento del supervisor helvético. Varios miembros del Comité Ejecutivo han advertido de los riesgos de las criptomonedas, se han negado a calificarlas como dinero e incluso bromean llamándolas "tulipanes", en referencia a la burbuja que tuvo lugar en Holanda en el siglo XVII. Sin embargo, todavía no se ha dado ningún paso en su regulación.