En las últimas semanas, el mercado cambiario argentino mostró una leve y transitoria calma. Mientras el dólar libre cotiza en torno a los $1.275, el Contado con Liquidación (CCL) ronda los $1.250,83.
Sin embargo, detrás de estas cifras superficiales yace un panorama económico más complejo que refleja, una vez más, los efectos temporales de la intervención del Gobierno y los desequilibrios estructurales que persisten.
Intervencionismo y efectos de corto plazo
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) adoptó una postura intervencionista que, si bien logra comprimir temporalmente la brecha cambiaria —que pasó de 52% a 28%—, sus efectos no serán duraderos.
A través de la venta de reservas, tanto en el mercado oficial como en el paralelo, el BCRA manipuló la oferta y demanda de divisas.
Solo en julio de 2024, el BCRA vendió alrededor de u$s600 millones, con un 60% destinado a mercados paralelos, como el CCL, con el objetivo de reducir la brecha cambiaria. Sin embargo, esta intervención fue financiada con reservas netas negativas, algo que implica una acelerada pérdida de las mismas.
El CEPO, un control artificial de precios y cantidades, continúa siendo una espada de doble filo. Por un lado, fija un tipo de cambio máximo artificial para el dólar y un mínimo para el peso, lo que genera escasez de divisas y exceso de demanda.
Por el otro, alimenta una sobreoferta de pesos, que presiona los precios al alza. La intervención del Gobierno logró una reducción en la cotización de los dólares paralelos, pero a un costo insostenible en el tiempo, dado que las reservas caen y el déficit del balance cambiario se amplía.
Inflación en forma de "U" y el dólar futuro
El ciclo inflacionario parece entrar en una fase donde las expectativas apuntan a una trayectoria en forma de "U".
Tras una breve desaceleración, los indicadores sugieren que el peso argentino seguirá perdiendo valor, mientras el dólar aumentará su poder adquisitivo en el corto, mediano y largo plazo.
Los desequilibrios actuales en el mercado cambiario, impulsados por el uso de las reservas para contener el CCL y reducir la brecha, siembran las semillas de una futura devaluación.
De hecho, la economía argentina ya siente los primeros efectos de la escasez de dólares.
Las reservas del BCRA cayeron casi u$s2.200 millones en las últimas semanas, un claro reflejo del costo que conlleva esta política de intervención.
Perspectivas comerciales y la sombra de la devaluación
Uno de los principales factores que impulsarán el tipo de cambio al alza es el saldo comercial neto, que se proyecta en deterioro.
En 2024, ña Argentina no tendrá una cosecha excepcional ni precios de exportación favorables, y se espera que las importaciones crezcan en el futuro cercano.
El déficit de dólares se profundizará, y el BCRA, en lugar de acumular reservas, continuará quemándolas para mantener una ilusión de estabilidad en el mercado cambiario.
La fragilidad de la balanza cambiaria se agrava aún más cuando se considera el déficit creciente en el balance del dólar tarjeta, que en julio de 2024 alcanzó los u$s749 millones, un 11% más que en el mismo mes del año anterior.
El ocaso de las intervenciones: Una paz transitoria
A pesar de los esfuerzos por contener la suba del dólar, las intervenciones del Gobierno, como la venta de bonos para bajar el CCL y el MEP, muestran claros signos de agotamiento.
Las herramientas disponibles tienen un alcance limitado y solo pueden ser efectivas a corto plazo. Sin una política económica de fondo que aborde los desequilibrios estructurales, la apreciación cambiaria será inevitable.
La eliminación del impuesto PAIS en diciembre de 2024 podría ser el catalizador de esta situación, abaratando el dólar tarjeta y disparando una demanda de divisas que el BCRA no podrá contener.
Es importante destacar que, incluso si el Gobierno lograra mantener el actual superávit fiscal, el problema cambiará en diciembre, cuando el impuesto PAIS caiga y se deba recurrir a nuevos mecanismos para sostener la artificial calma cambiaria.
De no hacerlo, el déficit fiscal volverá a surgir con fuerza, agravado por la necesidad de pagar intereses y amortizaciones que no se pueden seguir postergando indefinidamente.
Conclusión: Un dólar barato, pero por poco tiempo
La economía argentina entró en un ciclo en el que las medidas actuales de intervención no solo son insuficientes, sino que postergan la necesaria devaluación y ajuste económico que tarde o temprano deberá ocurrir.
Mientras el BCRA sigue quemando reservas y la brecha cambiaria se cierra artificialmente, los desequilibrios persisten y se profundizan.
Sin un cambio estructural en la política cambiaria y sin una devaluación controlada, los argentinos se enfrentan a un futuro en el que el dólar será más caro y la inflación seguirá su curso ascendente.
La falsa calma que hoy experimenta el mercado cambiario no es más que un espejismo sostenido por intervenciones que carecen de sustento a largo plazo.
La historia económica reciente del país demostró una y otra vez que los milagros no ocurren, y que tarde o temprano, las leyes económicas imponen su propia realidad.
*Por Marcelo Trovato, manager de Pronóstico Bursátil