Los videojuegos se han convertido en un fenómeno global, jugados por personas de todas las edades. Sin embargo, esta popular forma de entretenimiento ha demostrado tener un notable potencial más allá del simple ocio.

En la actualidad, diversas industrias se benefician de ellos, utilizándolos para la capacitación de empleados, procesos de selección, terapia psicológica, educación e incluso entrenamiento militar.

Pero ¿qué sucede con los videojuegos comerciales? ¿Ofrecen algún beneficio más allá del mero entretenimiento? En efecto, estudios recientes han examinado su impacto en los jugadores, revelando una serie de efectos positivos.

Contrario a la creencia de que los videojuegos no aportan ningún beneficio y fomentan la violencia, investigaciones indican que los juegos de disparos en primera persona y de acción (Grand Theft Auto o Call of Duty) pueden mejorar ciertas habilidades cognitivas.

Esto se debería a que, a su ritmo veloz, ayuda a entrenar la percepción visoespacial, la atención y mejora la toma de decisiones. Sin embargo, estos beneficios no son exclusivos de estos géneros; de hecho, se observan efectos similares, aunque menores, con videojuegos no violentos (como Tetris).

En los últimos años, los videojuegos también se han transformado en una actividad altamente social. Lo que comenzó como entretenimiento individual o con experiencias multijugador-locales se ha expandido a vastos mundos en línea, permitiendo que personas de todo el mundo se conecten y jueguen juntas.

Según encuestas recientes, el 70% de los jugadores juegan en línea con amigos, ya sea en formatos cooperativos o competitivos, y más de un tercio también participan en juegos multijugador en persona.

Los jugadores parecen adquirir importantes habilidades prosociales cuando se involucran en juegos diseñados para recompensar la cooperación efectiva, el apoyo y los comportamientos de ayuda, además de formar amistades significativas que pueden trascender la virtualidad.

Más allá de las interacciones sociales, los videojuegos poseen un papel significativo en el desarrollo de habilidades para resolver problemas.

Los juegos de rol y de estrategia como The Legend of Zelda y Civilization VI han demostrado ser efectivos para mejorar estas habilidades, ya que desafían a los jugadores a recopilar información, sopesar opciones y adaptar estrategias para avanzar.

Los estudios demuestran que los adolescentes que jugaron estos juegos a lo largo de la secundaria experimentaron un mayor crecimiento en este tipo de habilidades.

Esta mejora puede explicarse por los principios de aprendizaje efectivos incorporados en estos juegos ya que a menudo aumentan la dificultad a través de pequeños pasos manejables, ayudando a los jugadores a desarrollar sus habilidades de manera progresiva.

Los videojuegos también son herramientas efectivas para la regulación del estado de ánimo y la gestión emocional. Investigaciones recientes demostraron que jugar puede generar sentimientos positivos en niños y jóvenes.

Por ejemplo, los juegos de rompecabezas casuales como Candy Crush promueven la relajación y reducen la ansiedad.

Por otro lado, enfrentar emociones negativas como la frustración, la ira o la ansiedad mientras se juega, proporciona un entorno seguro, dentro de un contexto ficticio pero lo suficientemente real, como para que el logro de metas sea importante para practicar la regulación emocional.

Las estrategias adaptativas como la aceptación y la reevaluación están vinculadas a menos afecto negativo, más apoyo social y menores niveles de síntomas depresivos.

Aunque los videojuegos ofrecen muchos beneficios, es crucial abordarlos con moderación. Es importante asegurarse de que el tiempo de juego no eclipse las responsabilidades ni obstaculice el ejercicio físico y las interacciones sociales.

Al gestionar conscientemente el tiempo dedicado a los videojuegos, se pueden disfrutar sus beneficios mientras se mantiene un estilo de vida saludable.

*Por Juan Ignacio López, docente del Departamento de Psicología de UADE

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