Desde que Javier Milei asumió la presidencia, la economía argentina ha sido el foco de atención tanto dentro como fuera del país. Milei, un economista con una visión libertaria y promesas audaces, se comprometió a erradicar la inflación, un problema que ha plagado a Argentina durante décadas.

Ocho meses después, si bien la inflación muestra signos de retroceso, el país se encuentra inmerso en una situación económica compleja y contradictoria, que revela tanto las fortalezas como las debilidades de su gestión.

El laberinto de la inflación: Una batalla incierta

Milei comenzó su mandato con un enfoque agresivo hacia la inflación, declarándola su enemigo número uno. Sin embargo, lo que no explicó en detalle durante su campaña fue cómo planeaba lograr esta meta. A pesar de una disminución en la tasa inflacionaria, la situación económica general no inspira confianza.

La inflación sigue siendo alta, con proyecciones que la sitúan entre el 3.5% y 4% mensual, niveles aún insostenibles para una economía que aspira a la estabilidad.

Este descenso en la inflación no ha sido resultado de un crecimiento económico, sino más bien de una depresión económica que ha golpeado duramente al país.

Las políticas de ajuste implementadas por el gobierno, que incluyen un estricto control del gasto público y una política monetaria contractiva, han generado un escenario de recesión.

Los efectos colaterales son evidentes: despidos masivos, cierre de empresas y una creciente incertidumbre entre la población. La paradoja de esta situación es que, aunque la inflación se modera, el costo para la economía real es devastador, con sectores enteros en crisis y un mercado laboral que se debilita día a día.

La Dolarización: ¿Un Camino sin Retorno?

Uno de los temas más controversiales de la presidencia de Milei ha sido su postura sobre la dolarización. Inicialmente, propuso una dolarización total como solución definitiva a la volatilidad del peso argentino.

Sin embargo, con el paso de los meses, sus declaraciones se han vuelto menos claras, hablando de una "dolarización endógena" y, más recientemente, abogando por un "peso fuerte".

Estas contradicciones han generado confusión en los mercados y entre los ciudadanos, quienes se preguntan cuál es la verdadera dirección económica del país.

La falta de una política cambiaria clara ha contribuido al aumento de la brecha entre el dólar oficial y los dólares financieros, que en ausencia de intervenciones del Banco Central superaría el 50%.

Esta brecha refleja la desconfianza generalizada en el peso y en las políticas económicas del gobierno. A pesar de las promesas de fortalecer la moneda nacional, la realidad es que el peso sigue perdiendo valor, y la fuga de capitales se mantiene como una constante preocupante.

El Banco Central en la mira: una institución en jaque

Desde su campaña, Milei ha sido un crítico feroz del Banco Central, calificándolo como una fuente de todos los males económicos del país y prometiendo su eliminación. Aunque el Banco Central sigue existiendo, su capacidad para actuar como garante de la estabilidad monetaria está cada vez más en entredicho.

La institución ha sido incapaz de recomponer las reservas internacionales, un hecho que adquiere una gravedad mayor con los vencimientos de deuda que se avecinan a partir de enero de 2025.

La falta de reservas no solo limita la capacidad del país para enfrentar sus compromisos internacionales, sino que también debilita la posición de negociación de Argentina ante el Fondo Monetario Internacional (FMI).

A pesar de contar con un superávit fiscal y de balanza de pagos, estos logros parecen ser insostenibles a largo plazo si no se logra una recomposición de las reservas y una estabilización del tipo de cambio. El actual cepo cambiario y la falta de un plan creíble para atraer inversiones solo agravan la percepción negativa de los mercados.

El Riesgo País y la desconfianza del mercado: un indicador alarma

El riesgo país es otro reflejo de la desconfianza que Milei enfrenta en los mercados internacionales. Con valores que oscilan entre los 1500 y 1600 puntos, este indicador pone de manifiesto la percepción de los inversores sobre la capacidad de Argentina para cumplir con sus obligaciones financieras.

Este alto riesgo país se traduce en un encarecimiento del financiamiento externo, lo que complica aún más la situación económica y limita las opciones del gobierno para implementar políticas expansivas que podrían aliviar la recesión.

La cotización de los bonos argentinos también es un síntoma de esta desconfianza. Estancados y con una demanda cada vez menor, estos activos reflejan la incertidumbre sobre el futuro económico del país bajo la administración de Milei.

La falta de interés en los bonos argentinos indica que los inversores no ven señales claras de una recuperación económica, ni confían en que las políticas actuales logren estabilizar la situación.

La Esperanza del ciudadano de a pie: entre la ilusión y el temor

A pesar de este escenario económico sombrío, Milei sigue gozando de un nivel considerable de apoyo en las encuestas de imagen. Parte de este respaldo se debe a la percepción de que la inflación, aunque alta, está en retroceso. Sin embargo, este apoyo parece ser más una cuestión de falta de alternativas viables que de una confianza genuina en las políticas del gobierno.

El ciudadano común, que ha vivido años de crisis y promesas incumplidas, se aferra a la esperanza de que, bajo la gestión de Milei, la economía pueda finalmente estabilizarse. Sin embargo, esta esperanza viene acompañada de un creciente temor a perder su empleo en un contexto de recesión y ajustes. La falta de confianza en el futuro económico, combinada con la incertidumbre laboral, podría erosionar rápidamente este apoyo si las condiciones no mejoran.

Un Plan Económico en crisis: la dificultad de generar credibilidad

El plan económico de Milei, que en teoría busca una convergencia hacia una inflación del 2%, tasas de interés del 2% y un crawling peg del 2%, ha perdido credibilidad.

Ni los mercados ni la población parecen creer en la viabilidad de estos objetivos, especialmente cuando la realidad económica muestra un escenario de recesión, inflación alta y un tipo de cambio en deterioro constante.

El FMI, que ya ha sido testigo de numerosos planes fallidos en Argentina, observa con escepticismo las políticas de Milei, especialmente en lo que respecta a la dolarización, el control de capitales y la falta de recomposición de reservas.

La próxima ronda de negociaciones con el organismo se presenta como un desafío monumental, ya que las políticas actuales van en contra de las recomendaciones tradicionales del Fondo: tipo de cambio flotante, tasas reales positivas y liberación del control de capitales.

Conclusión: una foto preocupante y un futuro incierto

En resumen, los primeros ocho meses de la presidencia de Javier Milei han estado marcados por promesas audaces, contradicciones políticas y una creciente incertidumbre económica.

Aunque algunos indicadores muestran mejoras, como la reducción de la inflación, el costo de estas políticas ha sido alto, y la sostenibilidad a largo plazo es cuestionable.

El país se encuentra en una encrucijada. Por un lado, la falta de alternativas políticas viables mantiene viva la esperanza en Milei; por otro, la realidad económica, con un riesgo país elevado, una brecha cambiaria insostenible y un mercado de bonos estancado, pinta un cuadro alarmante.

El futuro de Argentina dependerá de la capacidad del gobierno para corregir el rumbo y restaurar la confianza, tanto en el país como en los mercados internacionales. Sin embargo, la "foto" actual es preocupante, y la "película" que se desarrolla parece estar lejos de un final feliz.

*Por Marcelo Trovato, manager de Pronóstico Bursátil

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